Filtraciones peligrosas
El Departamento de Justicia estadounidense va a investigar a petición de la CIA la filtración que se produjo desde el entorno de la Casa Blanca sobre la identidad de una de sus agentes, cuyo esposo, diplomático, criticó abiertamente la política iraquí de Bush. La decisión legal, que los demócratas ya han empezado a explotar como munición preelectoral, es una mala noticia para el presidente de EE UU, que prometió a su llegada al Despacho Oval restablecer la honestidad de los procedimientos en el más importante centro decisorio del planeta. El caso ha ido cobrando fuerza, pese a arrastrarse desde julio pasado, cuando un periodista, citando dos altas fuentes de la Administración republicana, identificó a la esposa del ex embajador Joseph Wilson como agente de la CIA experta en armas de destrucción masiva. Wilson, que viajó a Níger para verificar informaciones sobre supuestas compras de uranio por Sadam Husein en el país africano, había acusado a la Casa Blanca de haber exagerado la amenaza militar representada por Bagdad.
Un encontronazo entre el Departamento de Justicia y la Casa Blanca no es baladí. Las leyes federales prevén hasta diez a?os de cárcel por revelar informaciones clasificadas, y se supone que pocas personas en el entorno presidencial manejan listas de agentes de la CIA. El propio Wilson acaba de declarar a una emisora de televisión que la identificación de su mujer -ajena por completo al contencioso iraquí- se hizo con el consentimiento del más estrecho consejero de Bush y jefe de su campa?a para la reelección, Karl Rove, algo ya oficialmente desmentido.
Bush ha ordenado a su plana mayor que coopere con la investigación, pero la Casa Blanca ya ha descartado, como querían los demócratas, que la efectuara una comisión independiente. A propósito de Irak llueve sobre mojado. Uno tras otro, los argumentos que llevaron a EE UU a la guerra se vienen abajo. El escándalo sería mayúsculo si se conectara ahora al círculo presidencial con una filtración que sugiere prácticas de intimidación y represalias, en el peor estilo de los oscuros tiempos que caracterizaron al presidente Nixon.
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