Historia de dos diarios
Leo con retraso dos dietarios recientes, Diarios, de Arcadi Espada (Espasa Calpe) y Porta inc¨°gnita, de Valent¨ª Puig (Destino). Lo de leer con retraso es casi una posici¨®n estrat¨¦gica, una manera de exorcizar esa nefasta pol¨ªtica libresca de las novedades. Conforme est¨¢n las cosas, hoy a los libros hay que hacerles pasar una cuarentena, dejar que acumulen algo de polvo antes de leerlos. Como los buenos vinos, nada de perjudicial encontrar¨¢n en ese espacio de dilataci¨®n, de donde saldr¨¢n afrutados y odor¨ªficos.
El gusto por el dietario, desde otro punto de vista, tiene algo de anacron¨ªa inofensiva. Da igual que se revista de indagaci¨®n en los papeles p¨²blicos, como hace Espada, o se informe con ese desapego emocional del que hace gala Puig. Nada hay m¨¢s gris que un dietario -por eso su paradigma se llama muy justamente El quadern gris-, ni m¨¢s inexorablemente dirigido a esos felices pocos, ni m¨¢s humildemente literario.
Otra cosa es qu¨¦ hacen juntos estos dos libros. Diarios de Arcadi Espada viene a contarnos la particular historia de amor y odio de este periodista para con el papel prensa, sin olvidar su lucha encarnizada contra los nefastos ad¨²lteros del oficio, los que injertan lo informativo con lo literario y viven de la ilusi¨®n de "crear sentido". Espada ha escrito un diario que es tambi¨¦n su particular lectura del peri¨®dico, y todo rastro de intimidad se encuentra subordinado a la voluntad de cr¨ªtica profesional.
El juego de Valent¨ª Puig es otro. Para empezar, Porta inc¨°gnita es la reuni¨®n de dos libros anteriores, Bosc endins (que recoge sus apuntes entre 1970 y 1979) y Mat¨¨ria obscura (escrito entre 1980 y 1984). La arqueolog¨ªa viene aqu¨ª al hilo de descubrir unas p¨¢ginas a¨²n perfectamente actuales, precisamente por la habilidad del autor para despojar a la vida escrita de todo lo anecd¨®tico, y dotar a cada fragmento de un modesto alcance universal. Estos tampoco son unos diarios convencionales, y viven tambi¨¦n de observar la realidad (quiz¨¢ con ese punto de ambig¨¹edad tan sabio: "Tal vegada la literatura sigui l'¨²nica manera de poder dir que estem a favor de la realitat i a la vegada en contra") y modificarla al hacerlo, sin importar que esa realidad se llame la crisis irlandesa, el congreso de UCD en Palma, Solidarnosc, un quiebro moral o una abubilla entre los perales.
Diarios es un libro de combate. Espada pasea su inclemente mirada jupiterina por los hechos reportados por sus colegas y acaba pas¨¢ndolos siempre por una implacable aduana realista, un poco como aquel personaje de la imaginer¨ªa dom¨¦stica de su infancia, que cada vez que se le contaba un chiste replicaba muy serio "eso que usted explica no puede ser, es imposible". La prensa espa?ola -y la mundial, por supuesto- est¨¢ llena de eso, de imposibles, y Espada se encarniza -hace honor a su apellido-. Resulta de ello un volumen que es imposible acabar de leer sin descubrir que ha dejado su huella, quiz¨¢ en el sentido que da un aforismo de Puig: "La difer¨¨ncia entre la literatura i el periodisme ¨¦s que la tinta dels diaris ens taca les mans".
Con las manos tiznadas, se pasa de Espada a Puig como se intercambian un catalejo y un microscopio -pero tan real es lo que se observa con uno como con otro-. Para Espada, como para Umberto Eco, en un peri¨®dico no hay que hablar nunca de Dios, ni de la muerte ni del paso del tiempo. Los dietarios de Puig hablan de todo eso, por supuesto. Bosc endins est¨¢ presidido por la muerte del padre, y Mat¨¨ria obscura por la de la madre. Dice Michel Houellebecq, en Plataforma, que s¨®lo se es maduro cuando han muerto los padres -aunque quiz¨¢ no se es maduro nunca- y Puig viene a significar lo mismo. Como ejercicio de madurez, el dietario clasifica la vida vivida, y se juzga en el tanto lo propio como lo irremediablemente ajeno con la fiereza desnuda a la que hace referencia el propio autor: "Saps que ser¨¤s jutjat per cada vegada que jutgis, per¨° no pots consentir que la vida passi sense definicions".
Jueces inflexibles, puede que Espada y Puig s¨®lo se diferencien por el tama?o de las manchas de tinta en sus manos. Que la realidad ensucia, eso es cosa sabida. Que el dietario, como g¨¦nero tan bien injertado con la realidad, es una plataforma privilegiada para comprender el mundo -el de cada uno y el de todos- es algo que estos libros simplemente corroboran. Y leerlos juntos es un acto de provocaci¨®n m¨ªnima que pretende evidenciarlo.
Joan Gar¨ª es escritor.
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