El cami¨®n balsa naufraga entre papeles
EE UU niega la entrada a los balseros interceptados en alta mar en un Chevrolet
La aventura de los 12 balseros cubanos que en julio intentaron cruzar el estrecho de la Florida en un cami¨®n Chevrolet 1951, convertido en veh¨ªculo anfibio, contin¨²a en las aguas no menos procelosas de las regulaciones legales de EE UU. Los camionautas, que fueron interceptados en alta mar por guardacostas norteamericanos y deportados a la isla, acaban de recibir en sus casas del barrio habanero del Diezmero la notificaci¨®n de la Secci¨®n de Intereses de EE UU (SINA) en Cuba de que, "desafortunadamente", no re¨²nen los requisitos para emigrar legalmente a territorio norteamericano.
Hace dos meses, poco despu¨¦s de ser repatriados -en virtud de los acuerdos migratorios firmados por ambos Gobiernos, que establecen que los cubanos que son interceptados en el mar tratando de entrar ilegalmente en EE UU han de ser devueltos a Cuba-, los balseros del Chevy presentaron en la SINA una solicitud para emigrar legalmente. "Los agentes de inmigraci¨®n nos comunicaron, al ser deportados, que pod¨ªamos hacer los tr¨¢mites legales como cualquier ciudadano cubano. Y as¨ª lo hicimos", afirma Eduardo P¨¦rez, panadero de profesi¨®n, a quien ya ha respondido por correo la sede diplom¨¢tica.
De los nueve hombres, dos mujeres y un ni?o del famoso cami¨®n balsa, diez ya han recibido la misma respuesta. A Luis Grass Rodr¨ªguez, de 35 a?os, due?o del Chevrolet y autor de los inventos que hicieron que la camioneta flotase, todav¨ªa no le han escrito, pero han rechazado a su esposa, Isora, por lo que no alberga demasiadas esperanzas. Su peripecia es digna de un ensayo de realismo m¨¢gico. Luis hab¨ªa comprado el Chevrolet hace 11 a?os, con el que se dedicaba a hacer transportes por cuenta propia. En abril le prohibieron seguir circulando por no haber realizado unos tr¨¢mites burocr¨¢ticos para cambiar las matr¨ªculas. Despu¨¦s de eso, un d¨ªa, al volver de la playa, se le ocurri¨® la idea. En 24 horas dise?¨® los planos y transformaciones del Chevrolet para navegar. Luis y algunos amigos tardaron un mes. Le fabricaron y soldaron una proa en el frente, sellaron los bajos, conectaron una h¨¦lice al sistema de transmisi¨®n...
El d¨ªa de autos se trasladaron a la playa de Guanabo y all¨ª instalaron los 16 tanques de 250 litros que hicieron flotar el artefacto. Despu¨¦s se lanzaron al mar sin haberlo probado antes e, incre¨ªblemente, el invento funcion¨®.Al principio pareci¨® que todo saldr¨ªa bien. El buen tiempo acompa?¨® y navegaron sin problemas hasta 40 millas de Cayo Hueso, donde los intercept¨® un guardacostas de EE UU. "Nos enga?aron. Dijeron que iban a remolcarlo", recuerda Luis. Una vez en el barco, los agentes empezaron a disparar con munici¨®n de 50 mil¨ªmetros contra la camioneta balsa hasta que se hundi¨®.
De vuelta en Cuba, Luis fue muy claro: "Si EE UU no nos da el visado, volveremos a intentarlo". Ahora, ¨¦l y sus amigos rechazados por la SINA est¨¢n desconcertados; prefieren no hablar. De acuerdo a las leyes norteamericanas, los balseros que pisan tierra firme pueden solicitar asilo, y al a?o y un d¨ªa obtienen la residencia permanente. Pero si son interceptados, como los 12 camionautas, son devueltos. Para el Gobierno cubano, con esa pol¨ªtica de "pies secos, pies mojados", Washington estimula la emigraci¨®n ilegal y alimenta la "propaganda anticubana". Y EE UU acusa a La Habana de no conceder el permiso de salida a m¨¦dicos y profesionales que obtienen el visado legal para viajar. A ello dice el Gobierno de Castro que no est¨¢ dispuesto a tolerar el robo de cerebros. En medio de este rifirrafe est¨¢n 11 millones de cubanos: indefensos, embarcados.
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