Miami Vice

Es la continuaci¨®n, ocho a?os despu¨¦s, de las correr¨ªas de dos polic¨ªas pasados de rosca. En un Miami en el que campa la droga, deben enfrentarse con un hamp¨®n, Jordi Moll¨¤, tan pasado de rosca como en Blow, donde hac¨ªa un papel similar. Dura m¨¢s de dos horas, porque hay que amortizar la cantidad de coches que se revientan. Y se permite lanzar un mensaje pol¨ªtico anticastrista, no tan ins¨®lito como parece en este tipo de ejercicios de acci¨®n a todo trapo (?recuerdan que los malos eran blancos surafricanos en alguna de las partes de Arma letal?).

Quinta comparecencia tras las c¨¢maras de Michael Bay bajo contrato del productor Jerry Bruckheimer -suyas son la primera parte de este mismo asunto, Armaged¨®n y Pearl Harbour-, la pel¨ªcula presenta los derrames de testosterona que el lector puede imaginar, la dosis de destrucciones sin las cuales este tipo de productos no existir¨ªa; un machismo de libro y unos di¨¢logos penosos. Pero tambi¨¦n un cuidadoso dominio t¨¦cnico de la narraci¨®n, una acci¨®n trepidante y el acostumbrado nivel de inverosimilitud de la trama.