Las 'matriuskas'
Que Rusia decidida no suscribir por ahora el Protocolo de Kioto es sin duda una mala noticia, como tambi¨¦n lo fue que EE UU y Australia decidieran en su momento rechazarlo. Pero igualmente preocupante es que los pa¨ªses m¨¢s industrializados se conformen con el cumplimiento de este protocolo.
El compromiso firmado en Kioto en 1997 trataba de reducir las emisiones industriales de gases de efecto invernadero en un 5% respecto a las emisiones del a?o 1990. Propon¨ªa para ello un esquema de "derechos adquiridos", es decir, quien m¨¢s contaminaba en 1990 podr¨¢ continuar contaminando m¨¢s en el futuro.
Y es que aunque no se diga demasiado no todo el mundo emite por igual: mientras que un ciudadano medio estadounidense actualmente genera m¨¢s de 6 toneladas/a?o de carbono o un europeo occidental medio 3 toneladas/a?o, un habitante de la India no alcanza las 0,5 toneladas. O dicho de otro modo, el 20% de la poblaci¨®n mundial que vive en pa¨ªses desarrollados emite un 60% de la contaminaci¨®n global. No obstante, los principales sumideros de carbono son globales (atm¨®sfera y oc¨¦anos) y por tanto deber¨ªan ser de todos los humanos por igual.
Podemos considerar por tanto que los pa¨ªses m¨¢s industrializados se han apropiado y contin¨²an apropi¨¢ndose unilateralmente de un servicio de la naturaleza al cual todos los seres humanos tienen igual derecho. El asunto es m¨¢s grave en cuanto que las m¨¢ximas autoridades cient¨ªficas respecto al cambio clim¨¢tico (el IPCC) nos dicen que el efecto real de una reducci¨®n de un 5% de las emisiones es manifiestamente insuficiente para frenar los efectos del cambio clim¨¢tico y que los efectos de ¨¦ste ser¨¢n devastadores para la mayor¨ªa de pa¨ªses empobrecidos. Estos pa¨ªses reciben las consecuencias del comportamiento irresponsable de sus vecinos ricos.
No es extra?o, pues, que desde los pa¨ªses m¨¢s empobrecidos reclamen que el modelo econ¨®mico en los pa¨ªses del Norte debe cambiar, que debe reconocerse la deuda ecol¨®gica que ¨¦stos han contra¨ªdo con ellos por el exceso de emisiones que produce el cambio clim¨¢tico y que tanto les perjudica. El camino no es repartir excesos, sino tender hacia un modelo de contracci¨®n de las emisiones globales, convergencia en los derechos de emisi¨®n entre los ciudadanos del mundo y compensaci¨®n por los excesos de emisiones ya producido.
Como con las matriuskas, no nos podemos quedar en la superficie, lo importante de los protocolos est¨¢ en su interior
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