Para que Espa?a retorne a Europa
La elaboraci¨®n de la Constituci¨®n Europea inicia ahora la etapa m¨¢s dif¨ªcil del proceso que deber¨ªa culminar con su entrada en vigor en 2006: la Conferencia Intergubernamental (CIG).
Dos escenarios son posibles: o la CIG asume los contenidos esenciales del proyecto de Constituci¨®n que ha elaborado la Convenci¨®n Europea introduciendo, en todo caso, modificaciones puntuales que solucionen algunos problemas pendientes, o los gobiernos alteran sustancialmente el delicado equilibrio conseguido en la Convenci¨®n en a?o y medio de intensos debates. No nos cabe duda de que el primero es el camino del ¨¦xito y que el segundo conduce al fracaso.
Ese fracaso producir¨ªa una crisis hist¨®rica en el proceso de construcci¨®n europea. La ampliaci¨®n encallar¨ªa y la divisi¨®n de los gobiernos, ¨²nica causa posible de esa situaci¨®n, se agravar¨ªa hasta bloquear el funcionamiento de las instituciones comunitarias. Por no hablar de la ola gigante de europesimismo que provocar¨ªa en la ciudadan¨ªa.
Por eso hay que hacer presi¨®n sobre los gobernantes que representar¨¢n a los Estados miembros en la CIG para que avalen el Proyecto de Constituci¨®n Europea y no diluyan, rebajen o cuestionen sus principales logros, que ellos mismos contribuyeron a forjar durante la Convenci¨®n y que son imprescindibles para que la Uni¨®n sea m¨¢s democr¨¢tica y eficaz.
La Convenci¨®n fue un ¨¦xito, como proceso y como resultado. La propia existencia de un texto constitucional es un salto adelante que nunca una CIG, por su propio sistema de trabajo, hubiera conseguido.
Ciertamente, el equilibrio que alcanzamos no es plenamente satisfactorio. Hubiera sido deseable un compromiso m¨¢s ambicioso, m¨¢s claro, que marcase mejor el perfil federal de una Europa unida. Pero lo conseguido demuestra su fuerza en que gobiernos como el alem¨¢n, el franc¨¦s y el brit¨¢nico coincidan en lo positivo del proyecto de Constituci¨®n o en que instituciones como el Parlamento Europeo y la Comisi¨®n hayan aprobado dict¨¢menes que lo respaldan y piden a la Conferencia Intergubernamental que haga lo propio.
Ese Proyecto de Constituci¨®n, que en muchos aspectos representa un triunfo de los europe¨ªstas, tiene un hilo conductor: que la democracia y la ciudadan¨ªa entren en todas las esferas de la construcci¨®n europea. Y de verdad entran con el proyecto y entraron en su elaboraci¨®n a trav¨¦s de una Convenci¨®n plural, abierta, transparente, donde se busc¨® el consenso entre representantes pol¨ªticos pensando en t¨¦rminos del bien com¨²n europeo, por encima de los intereses nacionales, aunque sin olvidarlos.
La CIG debe mantener esas caracter¨ªsticas y sus participantes tienen que asumir el consenso constitucional establecido en la Convenci¨®n, por encima de fronteras nacionales o intentos de regatear en corto, y debatir y decidir en p¨²blico, con paredes de cristal, respondiendo ante las instancias parlamentarias y la opini¨®n p¨²blica.
Y Espa?a debe contribuir al ¨¦xito de la CIG, porque el Proyecto de Constituci¨®n Europea es bueno para nuestros intereses nacionales y se corresponde con las aspiraciones de nuestra ciudadan¨ªa.
Sin embargo, observamos con preocupaci¨®n que el Gobierno camina exactamente en la direcci¨®n contraria. Si lleva su particular l¨®gica de enfrentamiento hasta el extremo, se mantiene aislado de los principales socios comunitarios y sigue manteniendo una actitud absolutamente r¨ªgida, el se?or Aznar podr¨ªa terminar protagonizando un hecho verdaderamente hist¨®rico: que Espa?a hiciera el papel¨®n de vetar en la CIG la primera Constituci¨®n Europea.
?Claro que nuestro pa¨ªs debe tener un peso adecuado en la futura arquitectura institucional de la Uni¨®n! Pero, para conseguirlo, lo m¨¢s inteligente no es situar el retorno al Tratado de Niza como "l¨ªnea roja", sino negociar con todos los pa¨ªses (empezando por los cuatro grandes) y buscar soluciones de compromiso que tengan en cuenta a la vez los votos del Consejo y los esca?os en el Parlamento Europeo.
Pues conviene no olvidar que lo que en Niza mantuvimos en el Consejo lo perdimos en el Parlamento, en el que Aznar dej¨® caer ?el 22%! de la representaci¨®n espa?ola, cuando con la Constituci¨®n en la mano, gracias a la extensi¨®n del procedimiento de codecisi¨®n a nuevos e importantes terrenos, se convertir¨¢ en un aut¨¦ntico poder legislativo de la Uni¨®n.
El Gobierno no puede refugiarse en la inflexibilidad para ocultar que no es capaz de generar alianzas estables y eficaces en Europa. ?D¨®nde queda el eje Madrid-Londres tras el entendimiento de Chirac, Schr?der y Blair en Berl¨ªn? Porque el problema no radica en que Aznar no haya participado en esos encuentros, sino en que nuestro pa¨ªs acabar¨¢ al final asumiendo el coste de los desencuentros europeos en torno a la guerra de Irak. ?Cu¨¢nto durar¨¢n las ententes establecidas por Madrid con algunos socios medianos y peque?os?
Tal como est¨¢n las cosas, la realidad es que podemos terminar pagando en la Uni¨®n, que debe ser lo prioritario para Espa?a, la carta de los ocho, la foto de las Azores y, ahora, ser m¨¢s papistas que el Papa en Irak.
De puertas adentro, el Ejecutivo se empe?a en transmitir a la opini¨®n p¨²blica un mensaje negativo sobre el Proyecto de Constituci¨®n. Ni una sola vez su presidente se ha referido al mismo subrayando los importantes pasos hacia adelante que contiene o diciendo que, al menos formalmente, el Gobierno se sum¨® al consenso de la Convenci¨®n en torno a la propuesta. Ya sabemos que el se?or Aznar fue a rega?adientes al proceso constituyente europeo, pero eso no le autoriza a deformar por acci¨®n y omisi¨®n la imagen de la Constituci¨®n ante una ciudadan¨ªa que ser¨¢ llamada a votarla en refer¨¦ndum en junio de 2004, el mismo d¨ªa que las elecciones europeas.
Hoy por hoy, es el PSOE el que est¨¢ empe?ado en explicar y debatir el proyecto de Constituci¨®n Europea con los ciudadanos. Lo hacemos porque creemos que representa un gran avance para la UE y porque nos sentimos -junto con muchos otros- arte y parte del consenso que le dio vida en la Convenci¨®n. Por eso queremos que la CIG lo respalde y seguiremos trabajando con el Gobierno para que Espa?a encuentre una soluci¨®n aceptable en el terreno institucional. Pero deseamos ver a nuestro pa¨ªs promocionando el ¨¦xito de la Conferencia Intergubernamental y la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n con sus aliados europeos. ?sa es la v¨ªa para que Espa?a retorne a Europa, tras el viaje a ninguna parte de la pol¨ªtica exterior de Aznar.
Y, por cierto, de la inclusi¨®n del cristianismo en la Constituci¨®n Europea propuesta por Aznar ya hablaremos en otra ocasi¨®n. De momento, vale con sumarnos al amplio "no" con el que le ha respondido el Parlamento Europeo, con muchos democristianos incluidos.
Josep Borrell, Carlos Carnero y Diego L¨®pez Garrido son diputados del PSOE y miembros de la Convenci¨®n Europea.
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