El FMI vuelve a fallar
Han pasado seis a?os desde la decisiva reuni¨®n del FMI en Hong Kong, justo antes de la crisis econ¨®mica global. Yo estuve ah¨ª, y fue una reuni¨®n de lo m¨¢s peculiar. Para los que prestaban atenci¨®n, estaba claro que una crisis se perfilaba en el horizonte. El culpable era la liberalizaci¨®n del mercado de capitales, que expuso a los pa¨ªses a los caprichos de los movimientos de capital internacionales, y a un pesimismo y un optimismo irracionales, por no hablar de la manipulaci¨®n de los especuladores. Sin embargo, el FMI segu¨ªa ejerciendo presiones para cambiar sus estatutos a fin de obligar a los pa¨ªses a liberalizar sus mercados de capital, haciendo caso omiso de los indicios de que esto no llevaba a una mejora del crecimiento o a un aumento de la inversi¨®n, sino ¨²nicamente a una mayor inestabilidad. Las crisis que estallaron ese a?o socavaron la confianza en el FMI y condujeron a discusiones sobre la "reforma de la arquitectura financiera global".
Siempre es mucho m¨¢s f¨¢cil recomendar a otros que emprendan reformas dolorosas
Transcurridos seis a?os, podemos afirmar que esas discusiones no desembocaron en muchos cambios reales. Algunos se?alan que una frase tan escogida como "reforma de la arquitectura financiera global" ya lo dec¨ªa todo. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos y el FMI sab¨ªan, o al menos esperaban, que, una vez que pasara la crisis, la atenci¨®n mundial se centrar¨ªa en otras cosas. Aunque se equivocaron respecto a lo que hab¨ªa que hacer durante la crisis, en este punto ten¨ªan raz¨®n. Pero ha habido cambios, aunque a veces m¨¢s ret¨®ricos que reales. En la actualidad, el FMI es m¨¢s consciente del impacto que sus programas tienen sobre la pobreza, aunque sigue sin presentar una declaraci¨®n del "impacto sobre la pobreza y el desempleo" cuando propone un programa. El Fondo ha reconocido la importancia de la participaci¨®n y la propiedad. Los programas ya no son un asunto exclusivo del FMI, los gobernadores de los bancos centrales y los ministros de Econom¨ªa. El FMI ha reconocido que hab¨ªa demasiadas condiciones, y que esas condiciones llevaban a una falta de concentraci¨®n.
Sin embargo, el FMI no ha acabado de entender del todo que, con frecuencia, las condiciones estaban peligrosamente descaminadas y que a menudo se ocupaban de problemas pol¨ªticos que iban m¨¢s all¨¢ de su misi¨®n. Despu¨¦s de criticar a los pa¨ªses del este de Asia por su falta de transparencia, el Fondo reconoci¨® que ¨¦l tampoco era lo suficientemente transparente e hizo reformas (aunque a veces da la impresi¨®n de que piensa que una p¨¢gina en Internet mejorada es un sustituto para la verdadera transparencia). Desgraciadamente, no ha reconocido un principio b¨¢sico de las democracias modernas: el derecho de los ciudadanos a la informaci¨®n.
Despu¨¦s del fracaso de la ayuda de emergencia a Argentina, el FMI reconoci¨® la necesidad de un planteamiento alternativo. Con anterioridad hab¨ªa ignorado los llamamientos en favor de moratorias y quiebras, porque afirmaba que eso conllevar¨ªa la abrogaci¨®n del contrato de la deuda. Al final, el FMI acab¨® reconociendo que, al igual que los individuos, los gobiernos tambi¨¦n necesitan el derecho a empezar de nuevo. Desafortunadamente, no acept¨® que como principal acreedor nunca se le podr¨ªa considerar un juez imparcial y que, por tanto, no podr¨ªa desempe?ar un papel central. Nunca entendi¨® del todo los problemas pol¨ªticos y econ¨®micos que subyacen tras la elaboraci¨®n de las leyes de bancarrota. Bajo la presi¨®n de la sociedad civil global, el FMI accedi¨® finalmente a reforzar el programa de condonaci¨®n de la deuda para los pa¨ªses m¨¢s pobres. Lamentablemente, estableci¨® unos procedimientos y condiciones tales que pocos pa¨ªses alcanzan el alivio de la deuda que necesitan. Al menos en el este de Asia, el FMI reconoci¨® que el excesivo rigor fiscal disminu¨ªa la actividad econ¨®mica, pero a pesar de ello sigui¨® imponiendo un rigor fiscal excesivo en Argentina cuando ese pa¨ªs entr¨® en crisis, con predecibles resultados desastrosos.
Es una buena noticia que el FMI haya admitido las limitaciones de sus medidas y posturas, pero no basta con esperar que se limite a hacer menos da?o que en el pasado. Incluso sin la liberalizaci¨®n de los mercados de capital, el mundo seguir¨¢ enfrent¨¢ndose a una enorme volatilidad. Las crisis no ser¨¢n cosa del pasado. Es muy posible que los que esperaban reformas importantes en la arquitectura financiera global est¨¦n muy decepcionados por lo que ha ocurrido en los ¨²ltimos seis a?os. Y es que cualquier reforma b¨¢sica debe abordar no s¨®lo los dif¨ªciles problemas que plantea el sistema global de reservas y las cargas de riesgo que recaen en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, sino tambi¨¦n la autoridad global. Pero hay fuertes intereses creados que pretenden mantener el statu quo. Una cosa es reordenar las sillas alrededor de la mesa y otra muy distinta cambiar la mesa en s¨ª o a los que se sientan a ella.
As¨ª que no es ninguna sorpresa que otra reuni¨®n anual del FMI haya concluido sin que se hayan dado pasos importantes hacia la "reforma de la arquitectura financiera global". En cambio, hubo muchas discusiones sobre otro de los s¨ªntomas de que algo anda mal. El tema del d¨ªa fue si el tipo de cambio de China est¨¢ sobrevalorado y, de ser ¨¦se el caso, qu¨¦ se debe hacer al respecto. A los pa¨ªses en desarrollo se les dijo una vez m¨¢s que pusieran sus asuntos en orden, que abordaran los problemas de gobierno y que emprendieran "dolorosas" reformas estructurales. Naturalmente, siempre es mucho m¨¢s f¨¢cil recomendar a otros que emprendan reformas dolorosas que mirarse uno mismo. El fracaso de la reuni¨®n de la OMC en Canc¨²n hace dos semanas deber¨ªa servir de advertencia: hay algo que funciona b¨¢sicamente mal en la forma en que se gestiona el sistema econ¨®mico global. Tambi¨¦n hay algo que funciona b¨¢sicamente mal en el sistema econ¨®mico mundial. ?Cu¨¢ntas reuniones del FMI tendr¨¢n que pasar, cu¨¢ntas crisis tendr¨¢n que producirse antes de que se asimile esta dura verdad?
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