El trancazo
Todo empez¨® con una peque?a molestia en la garganta. Fue un leve picor sin mayor trascendencia, el t¨ªpico escozor que atribuyes a alg¨²n exceso verbal o a la ingesti¨®n de una bebida demasiado fr¨ªa. Por la noche, al llegar a casa, el malestar ya no me permiti¨® obviar su existencia y al d¨ªa siguiente por la ma?ana despert¨¦ con la sensaci¨®n de tener alojado en la faringe un enorme trozo de piedra p¨®mez. En ese momento reconoc¨ª el advenimiento del primer trancazo de la temporada. Al principio me pareci¨® imposible, porque la tendencia natural es a relacionar este tipo de procesos con los fr¨ªos del invierno y acabamos de despedir el verano, pero la continua sucesi¨®n de andanadas de estornudos no dejaban ya lugar a duda. A pesar de ello, y recordando el buen estado f¨ªsico que cre¨ª exhibir durante el reciente periodo vacacional, me resist¨ª a darle importancia al asunto y trat¨¦ de resolverlo con unos rid¨ªculos caramelos de mentol y otros chupables. Al tercer d¨ªa, la producci¨®n de mocos superaba con creces la de un corral de pavas y las flemas enfangaban mi faringe cuan atorada alcantarilla.
Los s¨ªntomas resultaban muy aparatosos y las personas de mi entorno no dejaban de advertirlo, lo que siempre aumenta la sensaci¨®n de que est¨¢s hecho un trapo. "Tienes mala cara", te dice uno; "deber¨ªas ir al m¨¦dico" , recomienda otro. Son consejos que hemos de entender bien intencionados, pero que en alg¨²n caso te provocan cierto mosqueo. Hay que pensar que uno no est¨¢ en su mejor momento psicol¨®gico, y cuando alguien te espeta lo de "deber¨ªas quedarte en casa" o "lo mejor es que te metas en la cama", llegas a creer que lo que opinan en realidad es que, para lo que haces, m¨¢s vale que no vengas. Es decir, que al sufrimiento propio de esta patolog¨ªa puede sumarse de forma entusiasta una depresi¨®n de caballo derivada del vertiginoso descenso en la autoestima. Ese efecto indeseable se increment¨® sobremanera al experimentar cambios notables en la voz. Al principio, en realidad, el timbre adquiri¨® un tono grave y netamente hombruno que incluso hasta resulta interesante; sin embargo, eso no dur¨® ni dos telediarios. En pocas horas pas¨¦ de parecer Ram¨®n Langa a emitir los gallos feminoides que definen la figura de Aznar en los gui?oles del Canal Plus.
La autoestima, definitivamente, se desplom¨®. Plenamente convencido de la necesidad de tomar medidas dr¨¢sticas, consult¨¦ con algunos amigos del sector sanitario en el intento de aplicar remedio r¨¢pido a mis males. Sorprendentemente, ninguno de los consultados coincidi¨® en el diagn¨®stico. Uno lo llam¨® gripe, e incluso ofreci¨® detalles documentales sobre las caracter¨ªsticas de la cepa dominante. Otro lo denomin¨® catarro y un tercero habl¨® de faringitis. Tampoco hubo consenso en el tratamiento, porque mientras el primero descartaba categ¨®ricamente el uso de antibi¨®ticos, los otros tiraban de recetas prescribiendo distintos derivados del principio de Fleming. S¨®lo hubo criterio un¨¢nime sobre la necesidad de beber agua, mucha agua, y al ser la ¨²nica recomendaci¨®n coincidente, decid¨ª llevarla a efecto con aut¨¦ntico frenes¨ª. El agua ayuda porque fluidifica la mucosa, pero creo que he cogido fr¨ªo de tanto ir al ba?o. Con estos padeceres estaba cuando el otro d¨ªa leo en la prensa que la Consejer¨ªa de Sanidad ha presentado su campa?a anual para prevenir la gripe y la neumon¨ªa.
Seg¨²n parece, hay 765.000 dosis de vacunas preparadas para bombardear con anticuerpos el virus responsable de los procesos gripales, y otras 400.000 para hacer la vida imposible al neumococo causante de la neumon¨ªa y otras enfermedades respiratorias. Llevo 10 d¨ªas arrastrando mi cuerpo y a¨²n desconozco si es virus o bacteria el canalla que me mantiene hecho unos zorros. En cualquier caso, la sanidad p¨²blica no me contempla en su campa?a preventiva. Para acogerse a sus beneficios hay que ser mayor de 65 a?os o sufrir alguna enfermedad cr¨®nica cardiaca o pulmonar y yo, afortunadamente, no cumplo ninguno de esos requisitos. Es decir, que si quiero vacunarme, he de ir a una farmacia, adquirir las correspondientes dosis y contratar los servicios de un practicante. Personalmente, no pienso hacerlo porque conf¨ªo en que este trancazo que a¨²n cultivo haya producido una buena cosecha de anticuerpos, pero ustedes deber¨ªan considerarlo. S¨®lo la gripe causa el 40% de las bajas laborales del invierno. Hay que cuidarse.
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