El lumpen y la izquierda
El "lumpenproletariat", en la expresi¨®n germ¨¢nica de Marx, es la clase m¨¢s baja de proletariado: ni siquiera clase, sino residuos. Est¨¢ en harapos, como indica la palabra "lumpen". Por no tener, no tiene ni siquiera conciencia pol¨ªtica. Como tantas situaciones arcaicas de nuestras sociedades, no merecen ser atendidos; m¨¢s bien utilizados por "la vanguardia del partido"; que hoy, en Espa?a, tampoco puede hacer ese esfuerzo. El lumpen -abreviatura autorizada- son los inmigrantes: vengan de donde vengan, parecen ser llamados "los moros", pero habitualmente se dice "esta gente". El Gobierno carece de sentido de humanidad. Las leyes de extranjer¨ªa se suceden unas a otras, y siempre con la idea de indiferencia hacia las tragedias humanas y la direcci¨®n de aceptarlas para el uso del poder propietario: trabajos m¨¢s o menos legales, amenazas de deportaci¨®n, y producci¨®n de prole. Es tal su condici¨®n que lo aceptan todo: incapaces de protestar o de rebelarse, sin partido ni sindicato que los apoyen, son desde?ables. En estos aspectos es donde se puede ver la situaci¨®n de la izquierda: lo que a¨²n llamamos "pueblo", pese a su capacidad de pedir cr¨¦ditos y creer que dominan pisos, tiendas, taxis, es el peor enemigo de esa subclase: les van a quitar el trabajo, abaratar los sueldos y ennegrecer su propiedad: el piso que tardar¨¢n cuarenta a?os en pagar vale menos con moros en torno. Dada la devaluaci¨®n de los conceptos que empleaban antes, como el de la raza y la pereza, emplean ahora las cuestiones de que son criminales "natos"; lo llevan en "la masa de la sangre", y hacen una narraci¨®n de c¨®mo vinieron aqu¨ª "para poder robar y matar". En efecto, en sus pa¨ªses hay una escasez absoluta de personas susceptibles de ser robadas; y matar all¨ª no tiene m¨¦rito.
Los pensadores de la izquierda, que prefieren aproximarse a los Gobiernos, no son capaces de explicar a los ciudadanos lo que est¨¢ pasando, y decirles les roban las hipotecas, los Presupuestos Generales del Estado, las terribles leyes de acompa?amiento y los tr¨¢nsfugas, y no los inmigrantes: los partidos prefieren pactar en las leyes de la inmigraci¨®n, sabiendo todas las tragedias que provoca. No vayan a estropear sus ya maltrechos votos. Y as¨ª estos humillados y ofendidos trampean, huyen, mandan sus mujeres a la prostituci¨®n y a veces, claro, dan un tir¨®n de un bolso. Y los castigamos: tres faltas son un delito, un delito es una expulsi¨®n. Una expulsi¨®n es volver a la muerte.
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