Los nuevos aires de pol¨ªtica auton¨®mica
Los polit¨®logos de esta aldea, as¨ª como no pocos pol¨ªticos en ejercicio de cualquier obediencia, vienen aguzando todos los sentidos para percibir los cambios que se est¨¢n madurando o produciendo en el nuevo Consell y, m¨¢s concretamente, aquellos que delatan un sesgo de la pol¨ªtica que practicaba el anterior presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Cierto es que, por ahora, hay que atenerse ¨²nicamente a leves signos o discretas declaraciones de intenciones de los personajes implicados, am¨¦n de alg¨²n desahogo contra la presi¨®n fiscalizadora que los devotos zaplanistas aplican a los actuales mandatarios api?ados en torno al molt honorable Francisco Camps. Indicios, decimos, pero significativos de un proyecto y estilo de gesti¨®n que est¨¢ pidiendo su oportunidad.
En este sentido, no ha pasado inadvertido el aparente distanciamiento con que el Ejecutivo auton¨®mico ha seguido la crisis en la Confederaci¨®n Empresarial Valenciana (CEV) y la crucifixi¨®n -siquiera sea aplazada por salvar las formas- de su presidente, Rafael Ferrando. Nadie con mando en plaza ha movido un dedo para salvarle del charco en el que ¨¦l mismo se meti¨® al negociar por su cuenta y riesgo la venta de la antigua sede de la entidad. No interesan aqu¨ª los detalles de este episodio, simple corolario de prepotencia y memez, sino la soledad pol¨ªtica del mentado dirigente, otrora amparado por el clan oficial. Y algo similar puede pensar el presidente de la C¨¢mara de Comercio, Arturo Virosque, cuando se percata de que ya no se le atiende con la misma calidez en el Palau de la calle de Caballeros. O tempora, o mores, que dec¨ªa el cl¨¢sico.
En este mismo universo del binomio poder-dinero ha debido causar estupor el inter¨¦s expresado por el presidente Camps acerca del ritual, costumbres y posibles perversiones que se observan en la adjudicaci¨®n de obra civil. Muchos miles de millones que se adjudican cada a?o y que en no pocas ocasiones nos sumen en la perplejidad por la reiteraci¨®n y origen de las firmas adjudicatarias. No se desprende de aqu¨ª ninguna malicia, sino el hecho elemental y plausible de que la cabeza m¨¢s visible del Gobierno quiera conocer la identidad y m¨¦ritos de cuantos se embeben nuestro man¨¢. Tanto m¨¢s si, como intuimos, el molt honorable tiene por santo y se?a que no le salpique la corrupci¨®n. Am¨¦n.
Aunque lo que sigue se sit¨²a en el limbo de las intenciones, no es descartable, ni mucho menos, que una vez consumido el estatus quo decretado en funci¨®n de las elecciones legislativas de marzo se produzcan novedades en TVV y en las relaciones hoy por hoy convulsas entre la Generalitat y ciertos medios de comunicaci¨®n. En el entorno de Camps se postula la neutralidad, m¨¢s que la beligerancia o el favoritismo que ahora se practica. En cuanto al tinglado de Burjassot, al margen de que se privatice o no, el talante de Camps y de sus incondicionales se declara incompatible con los espacios basura y las sinecuras otorgadas a los famosos y famosillas for¨¢neas que pudren la parrilla del citado ente. Otra cosa ser¨¢ que el coraje y la capacidad decisoria est¨¦n a la altura de su buen criterio.
Y en esa serie de indicios, aunque sin agotarla, hay que consignar el dec¨¢logo de medidas para impulsar el uso del valenciano en la Administraci¨®n, presentado esta semana por el consejero de Cultura y Educaci¨®n, Esteban Gonz¨¢lez Pons. Desde la promulgaci¨®n de la Llei d'?s i Ensenyament del Valenci¨¤, en 1983, no recordamos una apuesta tan brava y sorprendente si nos atenemos al partido que la impulsa. Y no sugerimos con ello que el PP haya frenado o desalentado el uso social de la lengua, pero era obvio que tampoco le entusiasmaba la tarea. Con Camps, hay que admitirlo, ha cambiado la actitud, como revela esta iniciativa y la misma inmersi¨®n en el valenciano que personalmente alienta. Ahora habr¨¢ que ver -y seguir- c¨®mo se ejecuta este ¨®rdago. Por lo pronto, nos gustar¨ªa dar por caducado definitivamente el "hable usted cristiano", y ser¨ªa un placer constatar que la alcaldesa de Valencia se matricula en el curset elemental de la lengua que jam¨¢s habla, siendo la suya.
?Qu¨¦ dir¨¢n los zaplanistas a todo eso? Pues gracia no les ha de hacer, pero carecen de argumentos para sentirse desacreditados. Ocurre, simplemente, que soplan otros aires. El mimetismo que auspician es imposible, incluso rid¨ªculo.
?ANDA, Y YO!
Julio de Miguel, presidente de Bancaja, ha declarado que estar¨ªa encantado de seguir sirviendo a la Caja. ?Y qui¨¦n no? Prueba de ello es que su elecci¨®n o relevo es uno de los asuntos que rueda por los mentideros econ¨®micos y pol¨ªticos, y m¨¢s por estos que por aquellos dada su preeminencia en el proceso electivo. De lo o¨ªdo y pulsado no parece que el se?or De Miguel tenga motivos para alarmarse. Pero, claro, se trata de una poltrona que concita apetitos desmedidos y no faltan caimanes que la merodeen. No obstante, los nombres que se airean no han de inquietarle. El peligro est¨¢ en los tapados.
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