La tonta del bote
YA TE DIGO, las dos Espa?as. Hay lectores que me escriben y me dicen que estos art¨ªculos del domingo me desmerecen, que yo tengo dentro de m¨ª una escritora seria pidiendo auxilio. Por el contrario, hay lectores que me escriben para decirme que cuando me pongo seria soy fundamentalmente insoportable, y que yo no me acompleje, que contin¨²e siendo ese pedazo de maricona dominical que estoy hecha y que no me meta en los asuntos de las personas mayores. Lo que te dec¨ªa: las dos Espa?as. Las sufro en mis carnes. Y tambi¨¦n las sufro en silencio, qu¨¦ caramba. Pero ha llegado el momento de decir basta: ?es que los lectores se creen que pueden conducir mi carrera? ?Acaso me meto yo en sus vidas? Adem¨¢s, es que parece que no leen mis art¨ªculos con atenci¨®n: me duele la boca de decir que los art¨ªculos serios NO los escribo yo, que en mi casa no creemos en el concepto de autor. Lo importante es la obra. El Opus, como yo digo. Hablando del Opus, no les he contado la ¨²ltima perla de Bicoca. Hace un huevo que no la veo, pero de vez en cuando me llama por tel¨¦fono y me cuenta cosas inauditas, como que se va a afiliar, a apuntar, o como co?o se diga eso, a las Legionarias de Cristo, que creo que es lo ¨²ltimo a nivel fe. Bicoca atraves¨® una temporadita budista, pero cuando empezaron a apuntarse los actores, tipo Richard Gere y Pen¨¦lope Cruz, Bicoca se abri¨®. Porque Bicoca, queridos amigos, es lo que los expertos en marketing llaman una Innovator, o sea, una creadora de tendencias. Ella crea la tendencia y cuando la tendencia empieza a cuajar en la poblaci¨®n se abre. Pos eso, que el budismo, para Bicoca, a estas alturas, es cosa de actorcillos y de la semana tibetana de Alcampo. Actualmente, dice Bico, lo que pita es hacerse legionaria. Me llam¨® por si yo me hac¨ªa. Pero a m¨ª me tiene dicho mi asesor fiscal que no me signifique. Y eso hago. Yo, superequidistante. La gracia es que ayer la del Fresno me volvi¨® a llamar para decirme que en el Club de las Legionarias de Cristo (por cierto, que suena como a teatro de revista de Esperanza Roy) le ped¨ªan no s¨¦ qu¨¦ donativo, y Bicoca me dijo que se hab¨ªa desapuntado, porque cuando a Bicoca Dios le empieza a pedir dinero, como que pierde la fe. Su lema es: ni un puto duro.
En total, que para desintoxicarme un poco de las dos Espa?as decid¨ª viajar. Yo antes, cuando era una compa?era del metal, nunca dec¨ªa eso de "estoy harta de Espa?a", porque no ten¨ªa dinero ni para ir a un camping de Albacete; es m¨¢s, la gente que dec¨ªa que estaba harta de Espa?a me parec¨ªa mayormente gilipollas. Ahora lo digo con frecuencia (eso de que estoy harta de Espa?a), en parte porque tengo m¨¢s dinero y en parte porque me he vuelto gilipollas. El caso es que viaj¨¦: me fui a C¨¢diz. Para m¨ª C¨¢diz no es Espa?a. Yo, por ejemplo, a los vascos los veo bastante parecidos a nosotros. El verdadero marciano es de C¨¢diz. El plan Ibarretxe tendr¨ªa m¨¢s sentido en C¨¢diz que en Euskadi. Euskadiz, podr¨ªamos llamar a dicho territorio m¨ªtico. Pero en fin, me voy a callar, porque no conviene no liar m¨¢s la cosa. Yo, superequidistante. Sigo: nada m¨¢s llegar a Euskadiz, concretamente a El Puerto de Santa Mar¨ªa, iba yo por la calle y un chaval con una motillo me peg¨® un tir¨®n y me quit¨® el bolso. Qu¨¦ divino. Pero no hay mal que por bien no venga, porque esa misma noche un lector de EL PA?S encontr¨® mi cartera tirada en un descampado de Euskadiz mientras paseaba al perro, y el t¨ªo, oyes, que me localiz¨®. Yo estaba en una taberna bebiendo fino, por gusto y para olvidar. Y fui a dicho descampado y fue un emotivo encuentro lector-autor. Mucho m¨¢s emotivo que los de la Feria del Libro, no hay color. Luego, el comisario de polic¨ªa me dijo que el ladronzuelo era conocido como El Gorri¨®n. Desde aqu¨ª te lo digo, Gorri¨®n: eres un capullo, pero he de reconocer que gracias a tu tir¨®n supe que mis lectores me quieren. Y eso es bonito, en Euskadiz hay bares prodigiosos. Mi suegro me llev¨® a un bar que, si yo pudiera, me lo traer¨ªa a Madrid, pero en Madrid no tenemos ni la mitad de gracia. El bar ten¨ªa un nombre inolvidable: Vicente, los dos Pepes. No me digan que el nombre no es acojonante en s¨ª mismo. En dicho bar, mi suegro se toma todas las ma?anas un cafelito ali?ado con co?¨¢. Mi suegra, lo del ali?o del co?¨¢ lo ignora, as¨ª que, por favor, que nadie le vaya con el cuento. En Vicente, los dos Pepes se dan cita a media ma?ana una se?oras gordas y extraordinarias en bata de flores que vienen del mercado y que se beben el cafelito con leche en vaso y sin quitar la cuchara del vaso. Las adoro. Vi¨¦ndolas, llegas a la conclusi¨®n de que lo que le falta a Paz Vega para ser la verdadera Carmen andaluza son kilos. ?Qu¨¦ grupo sangu¨ªneo tendr¨¢n dichas matronas para ser tan aut¨¦nticas y mover las manos de esa manera tan graciosa que parece que est¨¢n bailando? Al due?o del bar Vicente, los dos Pepes le gusta la decoraci¨®n surrealista, por eso tiene una pared dedicada s¨®lo a los personajes del barrio: artistas, mariquitas, tontos y flamencas. Alg¨²n d¨ªa, cuando yo sea m¨ªtica, me gustar¨ªa que pusieran mi foto en ese rinc¨®n de Vicente, los dos Pepes. Es lo ¨²nico que espero de la posteridad. La gente no sabr¨¢ si estoy ah¨ª por mariquita, por flamenca, por artista o por tonta del bote.
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