Una 'lacrima sul viso'
A la pol¨ªtica hay que llegar llorados, se suele decir. Mucho m¨¢s a las responsabilidades de Gobierno, cabe a?adir. Los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Roma en la Conferencia Intergubernamental parecen haber olvidado esta norma tan sobria. Todos parecen haber llegado a la Ciudad Eterna enfadados, rega?ones y llorosos. As¨ª las cosas, lo m¨¢s sensato es esperar a que ellos se vuelvan a casa y los equipos negociadores se pongan a pulir el proyecto de Constituci¨®n Europea que la Convenci¨®n ha presentado.
Cuando Europa se apresta a dar el paso m¨¢s importante hacia su unidad pol¨ªtica, los l¨ªderes europeos nos amenazan con un espect¨¢culo nada edificante de lloros y reprimendas. Todos simulan haber sido estafados. A nadie puede extra?ar que a los 10 candidatos que ingresan el a?o pr¨®ximo se les haya puesto cara de tontos despu¨¦s de ratificar en refer¨¦ndum un ingreso sobre las bases del Tratado de Niza que Alemania y Francia deciden modificar semanas despu¨¦s. Ni que Espa?a y Polonia, y no s¨®lo ellos, teman que el nuevo reparto de poder que se sac¨® de la chistera Giscard en la Convenci¨®n nos lleve poco menos que a un orden similar al surgido del Congreso de Viena de 1815 por el cual los grandes, ahora dos, mandan y los dem¨¢s tragan.
Pero pasada la cumbre pla?idera todos habr¨¢n de mostrar al menos un poquito de generosidad -escasa como est¨¢ la grandeza- y dejar lista para la aprobaci¨®n una Constituci¨®n que d¨¦ ese gran valor a?adido a la calidad de vida de una ciudadan¨ªa europea. Vean el resto del mundo, vean lo ya logrado en Europa y lo que cabe conseguir. Y no sean lloronas.
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