Un t¨®pico menos

"Definitivamente, los tiempos han cambiado, y para siempre", explica la doctora Marisa Espasa, profesora catedr¨¢tica del Instituto Qu¨ªmico de Sarri¨¢ (IQS). Espasa se r¨ªe al recordar que, 20 a?os atr¨¢s, era la ¨²nica mujer en un aula de 40 estudiantes de Ingenier¨ªa Qu¨ªmica. Ahora ya no es as¨ª. En este centro universitario privado, fundado por los jesuitas en 1916 para dar respuesta a la demanda de qu¨ªmicos a la emergente industria textil catalana, m¨¢s de la mitad del alumnado es femenino, y son m¨¢s brillantes que ellos.

Las alumnas del IQS rompen con la tradici¨®n de que las ingenier¨ªas son el coto masculino por excelencia, pero a¨²n son una excepci¨®n. En casi todas las universidades, el n¨²mero del hombres en estas licenciaturas y diplomaturas es abrumador, pero cada vez menos.

Las clases de ingenier¨ªa qu¨ªmica est¨¢n copadas por mujeres en m¨¢s de un 50%, y en las de la rama industrial son un tercio de la totalidad del alumnado, una presencia notoria, si tenemos en cuenta que en esta carrera tradicionalmente los chicos superan a las chicas en una proporci¨®n de cinco a uno. "Aqu¨ª no hay una pol¨ªtica de discriminaci¨®n positiva, pero parece que se presentan m¨¢s mujeres, quiz¨¢s porque es un centro peque?o. Lo cierto es que las pruebas de selecci¨®n no son f¨¢ciles y se valora mucho la constancia", reflexiona Espasa, quien opina que la existencia de barreras profesionales para las f¨¦minas "afortunadamente empieza a ser un t¨®pico" y cree que "hay algo de autosugesti¨®n" sobre las dificultades de las mujeres en un mundo de hombres.

En los pasillos del IQS, chicos y chicas comparten unos minutos de tiempo libre entre clase y clase, y algunos aprovechan para comentar sus dudas a los profesores, casi todos hombres. "Pero esto tambi¨¦n pasar¨¢ a la historia", explica Sandra Hern¨¢n, de 26 a?os, "porque muchas de las compa?eras que han estudiado conmigo est¨¢n preparando el doctorado y ser¨¢n profesoras en este mismo centro". Con una impecable bata blanca, Hern¨¢n acaba de salir del laboratorio y habla de sus planes de futuro. Licenciada en Qu¨ªmicas por el IQS, integrado en la Universidad Ram¨®n Llull (URLl), Hern¨¢n no ve obst¨¢culo alguno en el horizonte, y tiene claro que ser¨¢ lo que ella quiera. "Se tiende hacia una normalizaci¨®n total en materia de estudios y profesi¨®n entre los sexos", asevera Hern¨¢n, que ve diferencias a la hora de estudiar: "Nosotras trabajamos m¨¢s el d¨ªa a d¨ªa, mientras que ellos se relajan m¨¢s y se ponen a trabajar a ¨²ltima hora, cuando tienen los ex¨¢menes encima".

En la biblioteca, las futuras ingenieras Ana Val y Nuria Roch repasan juntas los apuntes de los primeros d¨ªas de clase. Val, que viene de Encamp (Andorra) y ha estudiado seg¨²n el sistema franc¨¦s, no cree que haya tantas mujeres en el IQS como dicen. Pero Roch le corrige: "Yo vengo del bachillerato tecnol¨®gico y te aseguro que ¨¦ramos seis ¨® siete chicas en una clase de 30, y aqu¨ª en cambio hay muchas m¨¢s compa?eras". Las dos est¨¢n de acuerdo en que hay que trabajar mucho para licenciarse, pero no se amilanan: "las asignaturas t¨¦cnicas no son de los chicos, porque ellos tienen que estudiar tanto como nosotras", explica Roch.