El voto electr¨®nico y la democracia moderna
LA DEMOCRACIA ES ASUNTO demasiado serio para ser confiado integralmente a la inform¨¢tica. Tal es la conclusi¨®n de varios expertos quienes critican la implantaci¨®n de las urnas electr¨®nicas en Estados Unidos. Una tendencia que ha ido creciendo despu¨¦s del relajo que marc¨® el acceso a la presidencia de George W. Bush.
Con las urnas electr¨®nicas (parecidas a cajeros autom¨¢ticos) los electores pueden votar tantas veces como quieran sin ser detectados, no pueden estar seguros de que la m¨¢quina registr¨® bien su voto y no hay rastro de dicha votaci¨®n que permita comprobar su exactitud en caso de contestaci¨®n, dicen los cr¨ªticos.
Un informe para el gobernador de Maryland difundido el 25 de septiembre revela esos y otros defectos en los aparatos de la sociedad Diebold que domina el mercado con 3.3000 m¨¢quinas instaladas en 37 estados. "Si esas vulnerabilidades fueran explotadas, tendr¨ªan un impacto significativo sobre la exactitud, integridad y la accesibilidad de los resultados electorales", afirma el informe de la sociedad californiana SAIC.
"Si aplicamos una votaci¨®n cien por ciento electr¨®nica, sin rastro sobre papel, les entregamos 'las llaves del reino' a un pu?ado de empresas privadas"
"Sin un sistema integrado de detecci¨®n, los votantes pueden f¨¢cilmente multiplicar sus votos, y ciertas funciones administrativas podr¨ªan ser alteradas"
Otro informe de cuatros profesores de las universidades John Hopkins y Rice afirma: "Sin un sistema integrado de detecci¨®n, los votantes pueden f¨¢cilmente multiplicar sus votos, y ciertas funciones administrativas podr¨ªan ser alteradas por cualquier votante". A lo cual agregan que los empleados pueden alterar los resultados, lo cual representa un peligro a¨²n mayor.
Ejemplo de potenciales fallos relacionados con la transmisi¨®n de datos por Internet: en marzo de 2002, durante el recuento de las votaciones por correspondencia en elecciones primarias de San Luis Obispo en California, los resultados aparecieron en una p¨¢gina web de la empresa antes del cierre.
El debate rebasa ampliamente la calidad de los programas de Diebold o de cualquier empresa. Plantea la cuesti¨®n del voto electr¨®nico de manera general y de la confianza que podemos tener en la inform¨¢tica.
David Dill, profesor de ciencias de la computaci¨®n en la Universidad de Stanford, explica en su sitio VerifiableVote.org: "Hay dos problemas que no pueden ser resueltos con las urnas electr¨®nicas: nadie sabe c¨®mo escribir un programa sin fallos". Por otra parte: "L¨ªneas de c¨®digo mal¨¦volo pueden ser empotradas en un programa sin que sean detectadas".
La soluci¨®n para Dill y otros expertos consiste en utilizar el papel como prueba. Proponen que la m¨¢quina utilizada para votar imprima un comprobante. Permitir¨ªa al elector averiguar que su voto ha sido registrado sin falta antes de depositarlo en una caja que puede ser abierta en caso de protesta. "El ¨²nico momento en el que los votantes pueden cerciorarse de la exactitud de su votaci¨®n es durante la misma, ya que despu¨¦s de emitidos, los votos son an¨®nimos", escribe Kim Alexander, presidenta de la California Voter Foundation, una ONG sin afiliacion partidista ni fines de lucro.
"Si seguimos el camino de una votaci¨®n cien por ciento electr¨®nica que no deja rastro sobre papel, les entregamos 'las llaves del reino' a un pu?ado de empresas privadas que usan programas de su propiedad para manejar elecciones", estima Alexander.
Como siempre en EEUU, el debate tiende a complicarse con la multiplicaci¨®n de opiniones contradictorias y de tomas de posiciones encontradas, como la de las asociaciones de incapacitados que se pronuncian a favor de las pantallas de tacto.
El debate plantea por lo menos dos problemas que merecen reflexi¨®n: el manejo de servicios p¨²blicos con programas inform¨¢ticos privados y la ausencia de rastro -exterior a la memoria digital- para comprobar con exactitud una transacci¨®n efectuada por computadora.
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