Las afueras del f¨²tbol
El entorno del f¨²tbol se ha cobrado otra vida. Los dirigentes de clubes y medios de comunicaci¨®n que presentan las victorias como una cuesti¨®n de honor y las derrotas como una humillaci¨®n, organizan campa?as para recibir "debidamente" a los adversarios y cultivan el odio y el resentimiento -odio m¨¢s impotencia- contra los eternos rivales, ?volver¨¢n a rasgarse las vestiduras como si no tuvieran nada que ver? Las autoridades pol¨ªticas, ?propondr¨¢n nuevas reformas legales o se decidir¨¢n a aplicarlas? Lamentablemente, dentro de una semana nadie se acordar¨¢ y las cosas seguir¨¢n como siempre: hasta la pr¨®xima.
No faltan normas. Existe un paquete de ellas para sancionar a los clubes que no cumplen ciertas medidas de seguridad y tambi¨¦n pautas para prevenir peligros potenciales. Pero su aplicaci¨®n es bastante laxa. La tragedia ocurrida ayer tras el encuentro Compostela-Deportivo tuvo lugar tres d¨ªas despu¨¦s de que dos aficionados fueran apu?alados en el encuentro entre el Langreo y el Oviedo, y el mismo d¨ªa en que tuvo que suspenderse el Castell¨®n-Valencia tras la agresi¨®n sufrida por el ¨¢rbitro. Los tres encuentros estaban calificados como "de rivalidad regional": partidos en los que la proximidad geogr¨¢fica favorece desplazamientos en grupo y comportamientos gregarios.
Algunos de los incidentes m¨¢s graves de los ¨²ltimos a?os se han producido a consecuencia o como derivaci¨®n de enfrentamientos entre hinchadas rivales y vecinas. Sin embargo, en el estadio del Compostela y sus inmediaciones s¨®lo hab¨ªa 34 polic¨ªas. La comisi¨®n Antiviolencia ha anunciado sanciones contra el club, pero el problema es sobre todo de falta de previsi¨®n. A nadie se le ocurri¨® calificarlo preventivamente como de "alto riesgo". Y aunque es cierto que el homicidio se produjo fuera del campo, los incidentes entre aficionados se iniciaron en las gradas. Parece necesario, por tanto, afinar m¨¢s en el tratamiento de este tipo de partidos, empezando por estimular el desarme emocional de las hinchadas. La idea de que la proximidad aumenta la rivalidad es m¨¢s bien propia de tribus salvajes, aunque no faltan los hechiceros que la alimentan.
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