Una nueva resistencia
Peter Handke habita en el centro de la controversia. Esto siempre fue as¨ª. Pero desde hace una d¨¦cada, el anta?o escritor de culto de la izquierda intelectual occidental est¨¢ condenado al ostracismo, por su no muy afortunada defensa de un espacio de nostalgia, la Yugoslavia unida, y de los serbios no alineados a Mil¨®sevic. Desde entonces, denostar al autor austriaco de profascista, fijarse exclusivamente en los aspectos criticables de su obra, se ha convertido en una pr¨¢ctica habitual de sus antiguos defensores, como G¨¹nter Grass, Alain Finkielkraut o Susan Sontag. La progresiva retirada de la v¨ªctima del ¨¢mbito p¨²blico es proporcional a la eficacia de una campa?a de castigo, en la que el an¨¢lisis de la obra se ha sustituido por un rastreo superficial de claves conocidas (contradichas siempre por la obra de Handke) y por el cuestionamiento a priori de sus apuestas est¨¦ticas.
LA P?RDIDA DE LA IMAGEN O POR LA SIERRA DE GREDOS
PETER HANDKE
TRADUCCI?N DE EUSTAQUIO BARJAU
ALIANZA. MADRID, 2003
562 P?GINAS. 29 EUROSC. D.
Al leer La p¨¦rdida de la imagen, sin embargo, uno enseguida se da cuenta de que las simplificaciones no prenden aqu¨ª. El universo narrativo de Peter Handke se resiste a la lectura unidireccional, aparte de que repele directamente al lector aferrado a un relato conciso y continuo o a una representaci¨®n realista. El nuevo libro es una antinovela declarada en la que la protagonista discute con el personaje del escritor las condiciones de la redacci¨®n del texto que se est¨¢ leyendo, y argumenta a favor del desprendimiento de tiempo, lugar y causalidad. De hecho, la anacr¨®nica traves¨ªa a pie de esta mujer poderosa de la banca por un paraje monta?oso aislado, es un mero pretexto para acoger los t¨®picos literarios del viaje, del peligro y de la aventura. Fiel al lema de El Quijote que precede al relato ("Pero tal vez la caballer¨ªa y los encantamientos toman caminos distintos de los que tomaron antiguamente"), desde la primera p¨¢gina se cruzan realidades, se confunden ¨¦pocas, pueblos y figuras, y se acaba creando una dimensi¨®n m¨¢gica, l¨²dica, contradictoria, que exalta una singular experiencia interior: la p¨¦rdida de la imagen o, en otras palabras, la p¨¦rdida de la capacidad individual de crear y conservar un mundo imaginario propio, en medio de la avalancha de im¨¢genes procedente de los medios de comunicaci¨®n.
Handke demuestra que la ficci¨®n narrativa sigue ofreciendo un terreno s¨®lido, tanto para la reflexi¨®n de cuestiones de envergadura -entre otras, la cr¨ªtica de la civilizaci¨®n-, como para exponer visiones de un mundo diferente. Esto no significa, sin embargo, que estamos ante un texto hinchado de carga te¨®rica. Todo lo contrario, el procedimiento de Handke se ajusta a la frase de Paul Celan de que "la verdad est¨¢ en el detalle", al centrar la atenci¨®n en lo aparentemente irrelevante, los objetos cotidianos, los gestos, los colores y los sonidos. De este modo, la lectura de La p¨¦rdida de la imagen depara un aprendizaje de la percepci¨®n, fundamentado en el signo de interrogaci¨®n y el avance dubitativo (ciertamente dif¨ªcil de traducir; no acaba de sonar a castellano, a pesar de la pericia de Eustaquio Barjau).
De ah¨ª la riqueza y fuerza dial¨¦ctica de la "no-historia" que parece querer abarcarlo todo. Handke lanza una multitud apabullante de ideas, an¨¦cdotas, sue?os, instant¨¢neas de gran formato, y produce as¨ª el mismo efecto que denuncia: una avalancha de im¨¢genes. Haber separado las estrictamente personales, resentidas algunas, sentimentales otras, habr¨ªa beneficiado notablemente el conjunto. De todos modos, lo que diferencia el "banco de im¨¢genes" del presente libro de la producci¨®n est¨¦ril de la televisi¨®n, el omnipresente instrumento de uniformaci¨®n mental, es su factura artesanal. Y su ¨ªmpetu redentor; un gran salto fuera de la l¨®gica interna del libro hacia el acto de fe. De la recuperaci¨®n de las im¨¢genes se espera todo; la entrega c¨¢ndida a su contemplaci¨®n restablece la fe en la bondad del ser humano y conduce a una sorprendente resoluci¨®n sobre nuestro mundo maltrecho y confuso: "En mi vida a menudo condenadamente fracasada y a veces indigna de todo, asombr¨¢ndome de nuevo y reasombr¨¢ndome, veo brillar, como si fuese un rayo, un mundo enorme, un mundo grande, un mundo incontestablemente pac¨ªfico que no voy a dejar de considerar el verdadero". Se puede comulgar o no con esta exaltaci¨®n salvadora, con el esp¨ªritu idealista que la impulsa. La postura y el gesto son lo de menos. Lo que vale es el proyecto: complejo, antidogm¨¢tico, y, en algunos momentos, de una ins¨®lita hermosura.
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