Puedo prometer y prometo...
La est¨¦tica electoral casi siempre se viste de Inserso. Cuando una empieza a ver autocares con ciudadanos de la tercera edad paseando sus cansadas vidas por los meetings de la pol¨ªtica, una sabe que empez¨® la batalla. No entrar¨¦ en los razonables motivos del respetable para ir a tales eventos, porque un bocadillo gratis no le sobra a nadie, y menos cuando la jubilaci¨®n no llega ni para bajar al panadero. As¨ª pues, si les regalan un bocata, o les ponen a Josep Carreras para que les cante un aria, o les pasean por Barcelona, bien que hacen yendo a escuchar a candidatos repeinados, vestidos de promesa exultante y sin otro atractivo que el que da enga?ar un ratito al hast¨ªo. ?Vivan los abueletes que van de paseo mitinero! Igual que las golondrinas primaverales, cuando ellos llegan, llegan las elecciones. Pero si lo de la tercera edad forma parte de la l¨®gica -muchos de ellos no est¨¢n para rechazar un peine-, lo que hacen con ellos los candidatos de turno me parece una inmoralidad, tanto de forma como de fondo. Una inmoralidad muy parecida al jugueteo barato de promesas electorales sobre temas sensibles, que tambi¨¦n conforma la est¨¦tica electoral. Los abuelos son, por as¨ª decirlo, el decorado de la demagogia, y las promesas sin futuro, su gram¨¢tica: el uso de ambos dos es el abuso de la pol¨ªtica.
En una sola semana hemos tenido el doblete en manos de un candidato que aspira no s¨®lo a ganar, sino tambi¨¦n a entronizar la herencia que ha recibido, donaci¨®n suprema en mano. Artur Mas nos ameniz¨® el fin de semana con una de esas promesas tan altisonantes que a¨²n resuenan en las cavidades de nuestra perpleja conciencia. Uno de los problemas m¨¢s graves que nos preocupan, ocupan y martirizan, el asfixiante problema de la vivienda, se convirti¨®, por arte y magia de Mas, en una promesa prometible, y aunque los expertos hablan de "sandez monumental" respecto a su planteamiento, ¨¦l ya consigui¨® lo que buscaba: un titular de los de cinemascope, un tema de fondo y un espejismo de futuro. Si la semana acab¨® con esa ret¨®rica electoral, la siguiente comenz¨® con el acto de masas que, con dinero p¨²blico, se pag¨® el candidato en nombre de la tercera edad. Por supuesto que la carta de los derechos y los deberes de la tercera edad es importante, por supuesto que algunas reivindicaciones -como la del complemento de pensiones por viudedad- est¨¢n tan cargadas de raz¨®n que da verg¨¹enza, por supuesto que es importante el papel que hacen todos los colectivos que trabajan por y para la tercera edad, y por supuesto que todo ello bien merece un d¨ªa de reflexi¨®n. Pero ?todo ello ?merec¨ªa un uso partidista, sectario y, por ende, desalmado? Digo desalmado porque manipular para uso propio los problemas graves de la gente me parece falto de toda alma. As¨ª pues, con escasa diferencia y antes de entrar en la m¨¦dula espinal de la campa?a, uno de los candidatos con m¨¢s posibles se ha balanceado, sin ning¨²n pudor, en el columpio de la demagogia.
Hablemos de la tercera edad. ?Somos conscientes del drama humano que hay detr¨¢s de cada anciana sola que, muchos d¨ªas del mes, no puede abrir el monedero si no es para llorar? ?Lo somos del drama humano que significa haber trabajado toda una vida para tener que volver a luchar para comer? ?Lo somos del problema que tienen las familias con padres o madres impedidos y sin recursos econ¨®micos suficientes? ?Hablamos de la soledad? ?Lo hacemos del derecho a una vida digna? Y, puestos a preguntarnos lo feo, ?nuestra tercera edad puede estar contenta de la pol¨ªtica que le ha dedicado, con escasos recursos y menos intenciones, la Generalitat de Catalu?a? ?Algunos se pueden mirar al espejo cuando vuelven a prometer y prometen que se preocupar¨¢n de las viudas? La promesa de un candidato, a menudo, ?qu¨¦ poco vale en manos de un presidente! ?O habr¨¢ que recordarle a Artur Mas que su partido ha sido decisivo durante los ¨²ltimos tiempos y que nunca ha convertido el tema de la pensi¨®n por viudedad en una prioridad pol¨ªtica? Sin embargo, con esa pol¨ªtica, o m¨¢s claramente, con esa ausencia de pol¨ªtica, se atreven a montar un espect¨¢culo de la tercera edad grandilocuente, bien nutrido de recursos p¨²blicos y perfectamente amenizado con los consejos paternalistas del candidato convergente. ?Qu¨¦ dolor de verg¨¹enza!
Y mientras paseamos a los abuelos en un acto de campa?a y nos re¨ªmos de su mala suerte desde la tribuna del poder, puestos a ir fuertes, hasta nos atrevemos a prometer lo imposible. El tema de la vivienda es de calado, especialmente en un pa¨ªs que padece una escandalosa burbuja urban¨ªstica, que ha sido secuestrado por los promotores y secuaces varios, y que obliga a la gente a hipotecar su vida para poder vivir entre cuatro paredes. Un tema cuya problem¨¢tica esclaviza el futuro de nuestros j¨®venes, obliga a los padres a ser asistentes sociales y, d¨ªa a d¨ªa, convierte en m¨¢s ricos a la nueva clase social surgida del reino de la especulaci¨®n. Esos nombres del famoseo, con sus mujeres j¨®venes y bellas sonrientes en los Hola de las peluquer¨ªas, con sus largos tent¨¢culos de poder en los entresijos del poder, con sus elecciones pervertidas en los parlamentos madrile?os, con sus prestigiosos abogados y sus amigos de la prensa... Todo eso, que es, hoy por hoy, el esc¨¢ndalo m¨¢s importante que vive nuestra sociedad, que secuestra nuestra capacidad econ¨®mica y vital durante d¨¦cadas, y que contamina a la clase pol¨ªtica de forma directa, todo eso es papel higi¨¦nico en boca de una promesa electoral. Artur Mas sabe que promete nada, pero juega con el todo con total impunidad.
?Qu¨¦ campa?a nos espera! De momento nos han dado un poco de peronismo. La pregunta es, ?ser¨¢ esto Argentina?
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