Un AVE alicorto
No tiene el Gobierno demasiados motivos para tirar cohetes de entusiasmo por el hecho de que el viaje oficial de inauguraci¨®n del AVE Madrid-Zaragoza-Lleida transcurriera ayer sin problemas y que este servicio quede abierto para el p¨²blico a partir de hoy. Este hito llega m¨¢s de diez a?os despu¨¦s del nacimiento del primer tren espa?ol de alta velocidad, el Madrid-Sevilla, y a este ritmo va a transcurrir una eternidad antes de que se materialice el gran objetivo de conectar con AVE las grandes ciudades y zonas de nuestro territorio; conectarlas entre s¨ª y con Europa. Tampoco es causa de regocijo el que la inauguraci¨®n se haya producido con nueve meses de retraso, 147 millones de euros de coste suplementario, pol¨¦micas sobre la seguridad a su paso por terrenos yes¨ªferos de Arag¨®n y a una velocidad media de 175 kil¨®metros por hora, lejos de los 300 anunciados.
Con los Reyes y varios ministros a bordo y la acogida sucesiva que le dieron los presidentes de Castilla-La Mancha, Arag¨®n y Catalu?a, el viaje de ayer quiso estar revestido de la solemnidad de las grandes ocasiones. Fue, no obstante, lamentable que la descortes¨ªa del Gobierno, que s¨®lo le invit¨® con 20 horas de antelaci¨®n y a trav¨¦s de un confuso fax, impidiera al l¨ªder de la oposici¨®n, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, participar en el viaje. Pero, aunque sea con las sombras ya mencionadas y otras adicionales como las se?aladas ayer por Jos¨¦ Bono -el elevado precio del billete y la incertidumbre sobre cu¨¢ndo y c¨®mo se materializar¨¢ la continuidad de este servicio hasta Barcelona y la frontera francesa-, el comienzo del nacimiento de este segundo AVE es una excelente noticia. Zaragoza, como indic¨® su alcalde, Juan Alberto Belloch, puede ahora sacar mayores beneficios de su situaci¨®n estrat¨¦gica, en el centro del din¨¢mico tri¨¢ngulo nororiental de la Pen¨ªnsula, y el objetivo final de esta l¨ªnea -la llegada a Barcelona y la uni¨®n con Francia- est¨¢ m¨¢s pr¨®ximo.
A trancas y barrancas, el Ministerio de Fomento de Francisco ?lvarez Cascos ha logrado que un tren r¨¢pido y c¨®modo una desde hoy Madrid, Zaragoza y Lleida, pero no puede, en absoluto, cantar victoria. El segundo AVE espa?ol no existir¨¢ de veras hasta que circule a esos 300 kil¨®metros por hora previstos y, como m¨ªnimo, llegue a la capital de Catalu?a. El Gobierno debe extraer conclusiones serias de esta experiencia. No puede pasar otra d¨¦cada para que nuevos AVE lleguen a M¨¢laga, Valencia, Segovia, Valladolid y otras ciudades a las que les ha sido prometido. La urgencia de la modernizaci¨®n ferrovaria de Espa?a no deber¨ªa admitir nuevas chapuzas ni retrasos.
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