Jacques Brel
Jueves, 9 de octubre, seis de la ma?ana. Me preparo un desayuno de forquilla: fricand¨® de ternera con llanegues -que sobr¨® de ayer- y un buen pedazo de reblochon con membrillo. Para beber, a falta de una buena cerveza belga, descorcho una botella de margaux, un Ch?teau Richet 1999. Me preparo un caf¨¦ negro con unas gotas de ron de la Martinica, enciendo un Lusitania de Partagas y pongo un disco. Tras los aplausos del p¨²blico que llena el Olimpia de Par¨ªs en aquella noche de mediados de octubre de 1964, la voz del cantante llega clara y potente: "Dans le port d'Amsterdam / Y a des marins qui chanten / Les r¨ºves qui les hanten / Au large d'Amsterdam...".
El pasado jueves se cumplieron 25 a?os de la muerte de Jacques Brel en un hospital de Bobigny, en la periferia de Par¨ªs, a las tres de la madrugada, como consecuencia de un c¨¢ncer de pulm¨®n. Nada mejor que un op¨ªparo desayuno para rendir homenaje a aquel eterno adolescente que seleccionaba las localidades de sus bolos en funci¨®n de lo pr¨®ximas que ¨¦stas se hallasen de las estrelladas cocinas que figuraban en la gu¨ªa Michelin. As¨ª pues, cantaba en Tours, a pesar del meapilas de su alcalde (a finales de la d¨¦cada de 1950), para luego saborear un lucio au beurre blanc, y cantaba en Roanne para luego zamparse los pat¨¦s de Troisgros. Jurar¨ªa que mi fricand¨® le hubiese complacido, mientras su voz se perd¨ªa por un paseo de Sant Joan oscuro y vac¨ªo -los perros empiezan a salir a las siete-, entre la estatua, todav¨ªa iluminada, de Anselm Clav¨¦ y la de nuestro mos¨¦n Cinto, que sigue vergonzantemente tapada, ocultada, posant-se guapa.
Jacques Brel hab¨ªa nacido en Bruselas en 1929 (el mismo a?o en que naci¨® Jaime Gil de Biedma). Era, pues, belga, franc¨®fono, aunque la familia del padre era flamenca. Poco antes de retirarse de la escena, en 1967 -se retir¨®, entre otras razones, para no verse como Charles Aznavour cantando La mamma-, Brel era uno de los belgas m¨¢s universales del momento (los otros dos eran Georges Simenon y Herg¨¦; Eddy Merckx corr¨ªa tras ellos y Jean-Claude Fran?oise Camille Van Varenberg, m¨¢s conocido por Van Damme, The muscles from Brussels, todav¨ªa iba al colegio). A Brel no le resultaba nada f¨¢cil el sentirse belga. "Elle est dure ¨¤ chanter ma belgitude", sol¨ªa decir. Eso de un pa¨ªs con dos culturas era algo que no le cab¨ªa en la cabeza. De hecho, el t¨¦rmino cultura le fastidiaba soberanamente. "?a me fait penser ¨¤ des pommes de terre... Ensuite ¨¤ une proth¨¨se...", dec¨ªa. Y conclu¨ªa: "Tous les hommes sont infirmes". Total, que Brel no tragaba a los flamencos, en especial a las flamencas. Los tildaba de nazis, seguramente acord¨¢ndose de aquella famosa legi¨®n SS Vlaanderen de la que hab¨ªa o¨ªdo hablar durante la guerra, siendo un chaval de 12 a?os, pero olvid¨¢ndose de aquella otra legi¨®n, valona, franc¨®fona, al mando del rexista L¨¦on Degrelle (exiliado en Espa?a, bajo la protecci¨®n del Caudillo). "Le flamand, la langue... c'est de la rocaille", dec¨ªa el cantautor (pero terminaba cantando y grabando en flamenco, por mala conciencia o, lo m¨¢s probable, por dinero).
Esta semana ha aparecido en La Vanguardia la carta de un lector que afirmaba que Brel no pis¨® jam¨¢s tierra espa?ola como muestra de su rechazo a Franco. Mentira podrida. Brel cant¨® en Barcelona, en el Emporium, a finales de los a?os cincuenta. Fui a escucharle (y al d¨ªa siguiente Javier Coma y un servidor estuvimos charlando con ¨¦l un par de horas en el vest¨ªbulo del hotel Avenida Palace). El Brel que vino a Barcelona era todav¨ªa bastante boy-scout. Cantaba aquello de "Quand on n'a que l'amour ¨¤ offrir aux canons..." y se llenaba la boca con versos sobre la caridad y la fraternidad. Todav¨ªa se acompa?aba a la guitarra y a¨²n no hab¨ªa descubierto su cuerpo, sus manos, sus brazos, sus piernas..., con los que no tardar¨ªa en meterse al p¨²blico en el bolsillo. De los tres grandes cantautores de su ¨¦poca, L¨¦o Ferr¨¦, Georges Brassens y Jacques Brel, ¨¦l fue, sobre el escenario, el mejor int¨¦rprete de sus canciones. Para disfrutar con Brel, no basta su voz: hay que verle, hay que haberle visto interpretar sus canciones.
Los chicos del Teatre Lliure le preparan un homenaje para finales del pr¨®ximo mes. Algo as¨ª como aquel c¨¦lebre Jacques Brel is alive and well and living in Paris (o in Hiva-Oa), pero a la catalana (conf¨ªo en que no falten los mejillones, las patatas fritas y la cerveza, a ser posible belga: Brel beb¨ªa la Maes Pils, de entre ocho y nueve grados). Ser¨¢ una buena ocasi¨®n para volver a escuchar al viejo anarquista Ram¨®n Muns cantando Els burgesos y a N¨²ria Feliu atacando la bonita y libre versi¨®n catalana de Le plat pays -"Quan la parla ¨¦s un clam!"- que en su d¨ªa escribi¨® el poeta Joan Argent¨¦. L¨¢stima que ya se habr¨¢n celebrado las elecciones porque en caso contrario a¨²n hubi¨¦semos podido escuchar a Maragall cantando un Brel interruptus (como su Hamlet del pasado a?o) y preferentemente en flamenco. Como dec¨ªa Brel: "On ne peut pas ne pas ¨ºtre de gauche". En cuanto al Instituto Franc¨¦s, por el momento no se anuncia ning¨²n homenaje, pero podr¨ªa celebrarse. El nuevo director, Christopher Miles, un enarca como su predecesor, nos llega del Th¨¦?tre de l'Od¨¦on, donde ha ejercido de administrador general durante seis a?os, y parece una persona muy favorable a las artes esc¨¦nicas en general (en el Od¨¦on escuch¨¦ cantar a la Greco no hace mucho). Monsieur Miles, ?por qu¨¦ no nos proyecta Franz (1972), el filme de Brel, con Brel y Barbara? Ser¨ªa un buen homenaje.
Jacques Brel is and alive well... ?a sent la bi¨¨re de Londres ¨¤ Berlin / ?a sent la bi¨¨re, Dieu qu'on est bien.
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