La vida invisible de Marcelo Novoa
M¨¢s de un tercio de los 610.000 inmigrantes empadronados en la regi¨®n carece de 'papeles'
La falta de papeles es una losa que aplasta la vida de Marcelo Novoa, ecuatoriano de 44 a?os. Cada d¨ªa escucha con avidez las noticias sobre extranjer¨ªa para ver si, por fin, el Gobierno toma alguna medida para documentar a los numerosos irregulares que, como ¨¦l, trabajan y viven en la regi¨®n convertidos en ciudadanos de segunda. Existen, generan riqueza y tambi¨¦n reciben algunas ayudas de emergencia, pero a nivel oficial son invisibles.
Pero la ansiada noticia nunca llega y ¨¦l, que lleva ya dos a?os en Madrid, siente impotencia porque est¨¢ convencido de que con un permiso de trabajo y residencia encontrar¨ªa un empleo y podr¨ªa alquilar una vivienda m¨¢s digna que el piso de San Ferm¨ªn (Usera) que comparten entre 12 compatriotas. Al igual que otros sinpapeles observa at¨®nito c¨®mo cada a?o el Gobierno trae a otros inmigrantes desde sus pa¨ªses para trabajar en Espa?a a trav¨¦s del contingente sin buscar una soluci¨®n para los irregulares como ¨¦l. De los 610.744 inmigrantes empadronados en Madrid, en torno a unos 200.000 o 300.000 carecen de papeles, seg¨²n estimaciones del Gobierno regional y las ONG.
"Los que vinimos hace a?os tuvimos menos problemas para obtener trabajo", dice una mujer
Novoa estudi¨® Psicolog¨ªa y planeaba iniciar su tesis, pero la vida se le complic¨® y acab¨® regentando una carnicer¨ªa con su esposa en su Quito natal. "?bamos tirando con el negocio, pero cada vez peor, porque la crisis econ¨®mica y social del Ecuador se ha agudizado mucho en los ¨²ltimos a?os", explica este padre de dos hijos, un de 20 a?os, ya casado, y otro de 15. "Primero se vino mi esposa, que ten¨ªa una hermana en Tortosa, y dos meses despu¨¦s me vine yo. A mis dos hijos y a mi nuera los trajimos un a?o despu¨¦s cuando conseguimos ahorrar para el pasaje", explica.
Ellos emigraron para mejorar sus condiciones de vida y las de sus hijos. Pero por ahora no lo han conseguido. Los cinco viven hacinados en una misma habitaci¨®n, por la que pagan 270 euros, cuando en Quito ten¨ªan una casa de alquiler s¨®lo para ellos. Su esposa trabaja limpiando varios pisos de Majadahonda, Alcorc¨®n y Moncloa y ¨¦l y su hijo mayor hacen lo que pueden: un mes ayudan en la reforma de una casa, otro d¨ªa les llaman para una mudanza... Pero todo a salto de mata, con sueldos bajos y sin estabilidad alguna.
"Cada vez hay menos empleos para los que carecemos de papeles, porque hasta para repartir publicidad te los piden. Y cuando consigues algo cobras menos que los dem¨¢s; por ejemplo, en las obras te dan de 24 a 30 euros al d¨ªa por jornadas que nunca son de 8 horas, sino de 9, 10 y 11", asegura desesperado este hombre, que ve c¨®mo sus tres hermanos, que tambi¨¦n viven en Madrid pero como residentes legales, tienen sus empleos como guardas de seguridad y en la hosteler¨ªa. Ahora est¨¢ acudiendo a un curso de cuidado de ancianos esperando que le salga alg¨²n empleo en ese sector, en el que no se suelen exigir papeles.
"Con la vivienda sucede lo mismo, que sin papeles no hay nada que hacer. Vi en mi barrio un piso de dos habitaciones en el que por 360 euros al mes podr¨ªamos vivir dignamente sin compartir casa con tanta gente, pero nadie alquila pisos a los inmigrantes sin permiso de residencia, as¨ª que seguimos donde siempre sin tener derecho ni a un poco de intimidad", a?ade y explica que en una misma habitaci¨®n duermen ¨¦l y su esposa en una cama, su hijo mayor y su nuera en un sof¨¢ y su hijo peque?o tumbado sobre un colch¨®n en el suelo. Lo ¨²nico que les permite soportar este hacinamiento al que no estaban acostumbrados es pensar que, si las cosas les van bien, podr¨¢n ahorrar algo para construirse una casita en un terreno que tienen en Ecuador.
Pese a su condici¨®n de irregular nunca ha tenido problemas con la polic¨ªa. "Nunca me han pedido los papeles, pero, adem¨¢s, estoy tranquilo porque no estoy delinquiendo", argumenta.
Novoa reconoce que hay momentos de angustia en los que ¨¦l y su esposa se desesperan porque sienten que han metido la pata emigrando a Espa?a. Pero no se dan por vencidos, porque ven que algunos familiares y amigos emprendieron el mismo camino y, tras pasar ¨¦pocas muy duras, han salido adelante. Conf¨ªan en que con ellos se repita la historia.
Uno de los asuntos que m¨¢s preocupa al matrimonio Novoa es el futuro de su hijo de 15 a?os, estudiante de cuarto curso de la ESO en el instituto Ciudad de Ja¨¦n. "Al chico se le dan bien los estudios y le gustar¨ªa hacer alguna carrera t¨¦cnica, pero sabemos que la Ley de Extranjer¨ªa s¨®lo garantiza la educaci¨®n a los hijos de inmigrantes sinpapeles como nosotros hasta que cumplen los 18 a?os. Podr¨ªa cursar el bachillerato, pero de ah¨ª no le dejar¨ªan pasar, no por el profesorado, que est¨¢ haciendo todo lo que puede, sino porque as¨ª lo dice la norma", se queja este hombre, al que le pesa no haber llegado a Espa?a un a?o antes porque hubiera podido entrar al ¨²ltimo proceso de regularizaci¨®n, en 2001.
Ha solicitado el permiso de trabajo y residencia, pero se los han denegado. Y anda como loco buscando una soluci¨®n sin encontrarla. Lo ¨²nico que ha podido hacer es recurrir la denegaci¨®n. "La Ley de Extranjer¨ªa no va a frenar la llegada de inmigrantes, pero condena a situaciones de casi esclavitud a los que estamos aqu¨ª con la ¨²nica pretensi¨®n de trabajar", concluye este hombre que cada d¨ªa, mientras busca empleo, da vueltas a una situaci¨®n que considera injusta.
Entre esos 610.000 inmigrantes empadronados (una d¨¦cima parte de la poblaci¨®n madrile?a) se dan todo tipo de situaciones. Existen numerosos casos de penuria como el de la familia Novoa. Pero tambi¨¦n hay inmigrantes que, con los a?os, han ido estabiliz¨¢ndose y alcanzando unas buenas condiciones de vida. En esa situaci¨®n se encuentra Natividad Rodr¨ªguez. Esta dominicana de 32 a?os lleg¨® a Madrid hace 14 para cuidar a los hijos de su t¨ªa, emigrada a Espa?a tiempo atr¨¢s. Ahora trabaja como administrativa en una asociaci¨®n de inmigrantes de su pa¨ªs, est¨¢ casada con un espa?ol y es madre de un beb¨¦ de siete meses.
"Los inmigrantes que vinimos hace una d¨¦cada, como ¨¦ramos pocos, ten¨ªamos menos problemas para conseguir trabajo, vivienda y papeles; ahora es todo mucho m¨¢s dif¨ªcil", explica esta mujer, que se encontr¨® con la suerte de cara ya que, al poco de llegar a Madrid, pudo acogerse a la primera amnist¨ªa para inmigrantes irregulares, la de 1991.
"Adem¨¢s, en lugar de darme un permiso de residencia para un a?o como correspond¨ªa, se debieron de equivocar y me lo dieron de cinco, as¨ª que s¨®lo tuve que meter los papeles de extranjer¨ªa una vez porque luego ya solicit¨¦ la nacionalidad espa?ola", explica, y a?ade que, en estos a?os, se ha relacionado m¨¢s con espa?oles que con dominicanos. "Me apunt¨¦ a una academia de corte y confecci¨®n, ah¨ª conoc¨ª a una chica espa?ola y a trav¨¦s de ella fui haciendo otras amistades", asegura esta vecina de Boadilla del Monte, que se siente plenamente integrada en Madrid. Ella, por suerte, no ha sido nunca invisible.
La Quito del otro lado del oc¨¦ano
Hablar de poblaci¨®n extranjera en Madrid es hablar de ecuatorianos. No en vano una cuarta parte de los inmigrantes empadronados en la regi¨®n procede de ese pa¨ªs andino. Madrid es como la Quito del otro lado del oc¨¦ano. Les siguen, en n¨²mero, los colombianos, marroqu¨ªes y rumanos.
Seis de cada diez inmigrantes afincados en la regi¨®n proceden de Iberoam¨¦rica. La presencia hispanoamericana es evidente en las calles de muchos barrios y pueblos, con la apertura de numerosos colmados, discotecas, restaurantes y locutorios.
En Madrid existieron guetos de inmigrantes marroqu¨ªes como los poblados chabolistas de Pe?agrande (Fuencarral) y de Boadilla del Monte. Ahora no existe ninguno, pero s¨ª hay barrios y pueblos en los que la poblaci¨®n extranjera tiene un gran peso. Eso ocurre en peque?as localidades como Fresnedillas de la Oliva, donde un tercio de sus 1.000 habitantes procede de otros pa¨ªses, y en distritos de la capital como Centro, con un 26% de inmigrantes.
Los ciudadanos de un pa¨ªs suelen afincarse en una u otra zona en funci¨®n de que exista ya un grupo de compatriotas residiendo en ella. El reci¨¦n llegado busca quien le aconseje y le arrope en la b¨²squeda de trabajo, vivienda y papeles (aunque a menudo tambi¨¦n encuentra quien le time). En la capital y municipios del norte como Alcobendas la colonia m¨¢s numerosa es la ecuatoriana; la marroqu¨ª, en localidades sure?as como Getafe; la rumana, en el Corredor del Henares, y la colombiana, en el oeste.
Los trabajadores extranjeros tienen una fuerte presencia en sectores como la construcci¨®n, la hosteler¨ªa, el comercio y el servicio dom¨¦stico y suponen el 8,5% de los afiliados a la Seguridad Social. Asimismo, el 15% de los reci¨¦n nacidos son hijos de inmigrantes.
La Comunidad, igual que todos los gobiernos aut¨®nomos, carece de competencias en materia de regularizaci¨®n de extranjeros, algo que es atribuci¨®n exclusiva del Estado. Pero s¨ª puede trabajar por favorecer la igualdad entre inmigrantes y aut¨®ctonos a trav¨¦s de pol¨ªticas de vivienda, educaci¨®n, empleo, concienciaci¨®n e integraci¨®n social.
Para ello puso en marcha un Plan de Inmigraci¨®n (2001-2003) por el que se han creado, entre otros recursos, 16 centros de atenci¨®n social, psicol¨®gica y laboral a inmigrantes, cada uno de ellos de 15 plazas de alojamiento de emergencia. El nuevo Plan que dise?e el Gobierno que salga de las urnas tendr¨¢ un reto mayor, ya que la poblaci¨®n extranjera ha crecido un 30% en estos tres ¨²ltimos a?os.
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