Ramon Vilad¨¤s, 'in mem¨®riam'
Conoc¨ª a Ramon Vilad¨¤s un domingo, a primeros de diciembre de 1973. De Andorra se desplazaron los amigos Joan Rosanas y Marc Vila para acompa?arme en una gesti¨®n. Terminada ¨¦sta, Rosanas telefone¨® a Vilad¨¤s por si pod¨ªa unirse a nosotros en la cena.
El profesor Sureda me hab¨ªa hablado de ¨¦l y de su exilio. En uno de mis viajes a Par¨ªs me dio la direcci¨®n de la oficina de la Rue Pasquier donde podr¨ªa conocerlo as¨ª como a su inseparable amigo Paco Farreras. No fue posible: era el mes de agosto y en la oficina s¨®lo estaba la secretaria. Pero desde 1973, mi trato con Vilad¨¤s ha sido frecuente; en algunas ocasiones muy frecuente, como en los a?os que van desde la muerte del dictador hasta el retorno del presidente. Ya en Barcelona, Tarradellas quer¨ªa incorporarlo como colaborador en la Administraci¨®n de la Generalitat; con pesar, rehus¨® esta oferta. El presidente se hizo cargo de las preocupaciones que le ocasionar¨ªa abandonar su despacho profesional de abogado. Colaborar¨ªa con entusiasmo en la puesta en funcionamiento de la Comisi¨®n Jur¨ªdica Asesora de la Generalitat que pronto iba a restaurarse. All¨ª tuvo ocasi¨®n de expresar sus dudas como jurista ante el nuevo estatuto que se nos ven¨ªa encima.
El abogado Ramon Vilad¨¤s muri¨® el pasado 3 de octubre. Defensor de sindicalistas, intervino en la creaci¨®n de las fundaciones Mir¨® y T¨¤pies
Estos d¨ªas he hablado con su amigo Paco Farrerras sobre Vilad¨¤s, que le conoci¨® desde los a?os cuarenta. Farreras lo define como un hombre de presencia y de concordia. Estuvo presente en muchas iniciativas o se sum¨® a ellas en el momento en que de ellas supo, sobre todo si ve¨ªa la ocasi¨®n de enderezarlas. Entonces se compromet¨ªa hasta el final, hasta conseguir una soluci¨®n de aceptaci¨®n general. Su presencia era, pues, una garant¨ªa de acercamiento de posiciones y de fin a recelos injustificados. Gran causeur -como persona de estimable curiosidad-, la conversaci¨®n ha sido para ¨¦l no s¨®lo el instrumento directo y seguro para convencer y para razonar, sino tambi¨¦n para crear o cultivar una amistad. Los clientes de su despacho -en su dilatado ejercicio como abogado, asesor¨® a artistas como Joan Mir¨°, a empresarios como Mr. Riboud y a sindicalistas- lo consideraron su amigo y su hombre de confianza. Adem¨¢s de su colaboraci¨®n profesional, Vilad¨¤s brindaba en ocasiones su apoyo moral y siempre una c¨¢lida relaci¨®n de confianza.
Pero por encima de todo estaba su entrega a la profesi¨®n, a su despacho de abogado. Su extraordinaria capacidad tuvo ocasi¨®n de ejercerla en las oportunidades que le deparaba una vida que frecuentemente le opuso dificultades. A pesar de todo, consegu¨ªa superarlas. Cuando en su exilio -huyendo en 1958 de las previsibles consecuencias de un proceso que se agravaba por momentos- residi¨® en Par¨ªs, no cambi¨® su actividad profesional y logr¨® seguir ejerciendo la abogac¨ªa en los mismos t¨¦rminos en que despu¨¦s la reanudar¨ªa ya en Barcelona.
Hablaba poco de su vida. A veces en la conversaci¨®n alud¨ªa a sus amistades y a sus relaciones personales o se refer¨ªa a sus intervenciones. No precisamente para vanagloriarse de sus actividades, sino para aclarar un punto de la conversaci¨®n. Por esto se desconoce mucho de su actividad como defensor de sindicalistas en la temible pos-guerra. Oriol Mall¨® habla de ¨¦l en La revolta dels Quixots. "Mai anarquista per¨° sempre va defensar sindicalistes sense demanar res a canvi... Al govern militar o, si calia, en una sala de la mateixa Model. R¨¤pid, sempre r¨¤pid, Vilad¨¤s intentava mantenir les aparences en processos que els tribunals es prenien com un acte de just¨ªcia vindicativa, aquest terme tan prec¨ªs que encara fa arrugar les celles al bregat senyor Vilad¨¤s i que significa, en termes clars, venjan?a indiscriminada sota pretextos formals". S¨ª, r¨¢pido, puntual, diligente y dispuesto. En su despacho pudo conocer y tratar a los sindicalistas m¨¢s radicales, activos en el maquis, situados en otras galaxias pol¨ªticas, pero Vilad¨¤s nunca racion¨® la generosa oferta de confianza que supon¨ªa el ejercicio de su profesi¨®n.
Pocas trayectorias son tan apasionantes como la de Ramon Vilad¨¤s. Presente en mil iniciativas, de las que nunca alardeaba y en las que rehu¨ªa cualquier protagonismo (tan frecuente en nuestro pa¨ªs), su labor ha sido decisiva en la evoluci¨®n, por ejemplo, de Edicions 62, en la constituci¨®n de la Fundaci¨®n Mir¨® y de la Fundaci¨®n T¨¤pies, en la elaboraci¨®n del plan de obras de la Universidad de Barcelona en el campus de Pedralbes (coincidiendo con la apertura que permit¨ªa el paso de Ruiz Gim¨¦nez por el ministerio de Educaci¨®n y el rectorado del profesor Buscarons), en el origen y posterior desarrollo de Ruedo Ib¨¦rico junto a Pepe Mart¨ªnez. Su actitud ha sido de una extraordinaria generosidad, alejada por completo de la pr¨¢ctica de envidias habituales entre algunos profesionales del catalanismo nostrat. Tambi¨¦n Mall¨® observa atinadamente esta "colla de barcelonautes postfalangistes, vencedors despla?ats als quaranta i perdedors imprevistos dels vuitanta quan el pujolisme entra en escena".
Es dif¨ªcil no acudir a las memorias (Gosar no mentir) de Farreras para obtener un retrato preciso y breve de su amigo Vilad¨¤s. "Inquieto, atento a todo, con una curiosidad polivalente, trabajador incansable hasta desafiar el infarto, pero siempre dispuesto para dar un buen consejo y para dedicar su tiempo y su clara inteligencia racionalizadora a aquellas iniciativas nobles, ambiciosas y sobre todo desinteresadas que se le propon¨ªan. Su temperamento, resuelto y decidido, esconde una generosidad sin l¨ªmites que se derrama en una atenci¨®n hacia el pr¨®jimo" Quienes lo hemos conocido sabemos la amistad que guardaba para sus amigos.
Me parece que Vilad¨¤s tuvo siempre dos debilidades particulares. Ten¨ªa una pasi¨®n por la vida pol¨ªtica, una preocupaci¨®n por los problemas colectivos. Admirador incondicional de la cultura francesa, siempre sigui¨® con pasi¨®n la pol¨ªtica de este pa¨ªs desde Barcelona. Recientemente segu¨ªa preocupado por la doblez de la pol¨ªtica internacional y la insensatez de la pol¨ªtica econ¨®mica que nos est¨¢ amenazando. No entend¨ªa la falta de generosidad de la pol¨ªtica social. Me comentaba recientemente que cuando su hija Laura se gradu¨® en la Facultad de Medicina, tuvo una gran satisfacci¨®n cuando comprob¨® que las familias que acud¨ªan al acto acad¨¦mico en el paraninfo de la plaza de la Universitat no eran ¨²nicamente de la burgues¨ªa y de profesiones liberales. La universidad acog¨ªa por fin toda clase de estudiantes.
Pero Vilad¨¤s tuvo una especial debilidad por el mundo cultural y por la Universidad. ?l mismo profesor de Econom¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad -con su amigo Sureda- hasta su exilio, ya en Par¨ªs acud¨ªa cada s¨¢bado sin falta a los seminarios que Pierre Vilar impart¨ªa en la Sorbona. Su dedicaci¨®n al mundo del libro y del arte no era sino un aspecto m¨¢s de esta inquietud que finalmente manifestaba el compromiso de Vilad¨¤s con lo que de m¨¢s noble ofrece la humanidad.
Su despedida, en silencio, como ¨¦l hab¨ªa deseado, ha sido un ¨²ltimo homenaje a este compromiso.
Josep M. Bricall es economista y ex rector de la UB.
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