"Uno es a la vez padre e hijo de lo que ha escrito"
Leopoldo Urrutia de Luis (C¨®rdoba, 1917) es autor de una vasta obra que incluye t¨ªtulos como Alba del hijo, Hu¨¦sped de un tiempo sombr¨ªo, Juego limpio, La luz a nuestro lado, Igual que guantes grises (Premio Nacional de Literatura en 1979), Una muchacha mueve la cortina o Del temor y la miseria, entre otros. Afincado en Madrid desde los 17 a?os, colabor¨® con las hist¨®ricas revistas Garcilaso, Espada?a, C¨¢ntico, ?nsula, Poes¨ªa Espa?ola y Revista de Occidente. Visor acaba de editar el segundo volumen de su Obra po¨¦tica (1946-2003).
Pregunta. Muchos autores se resisten a recopilar en vida su obra po¨¦tica. ?Qu¨¦ le anim¨® a usted a hacerlo?
Respuesta. Reunir toda una obra tiene la ventaja de presentar el quehacer completo de un autor, poniendo de relieve una cierta evoluci¨®n que al estudioso o al interesado, si tiene curiosidad, puede resultar m¨¢s o menos reveladora. En el caso de la poes¨ªa est¨¢ tal vez m¨¢s justificado, porque los libros de este g¨¦nero suelen comprenderse en peque?as ediciones y casi siempre desaparecen enseguida.
"La visi¨®n actual de la poes¨ªa es muy variada. Quiz¨¢ no hay una l¨ªnea muy definida"
"Lo que hemos escrito nos condiciona y nos crea una personalidad"
P. ?Ha sentido alg¨²n v¨¦rtigo al ver reunidos poemas que tienen m¨¢s de 50 a?os con los m¨¢s recientes? ?Se sigue reconociendo en ellos?
R. Uno se considera padre de todo lo que ha escrito, y al mismo tiempo hijo. Lo que hemos escrito nos va condicionando, nos crea una personalidad, y de alg¨²n modo uno se debe a ello.
P. Nunca le ha abandonado la etiqueta de poeta social y testimonial. ?Se aviene a ostentarla?
R. El poeta no es nunca uniforme, no tiene una sola cuerda. Lo importante es quiz¨¢ la postura ante la poes¨ªa. Yo segu¨ª la tendencia de mi generaci¨®n, que pas¨® del Yo, del intimismo, al Nosotros. Pero el poeta es siempre testigo de su tiempo, expresa la situaci¨®n en la que vive. No s¨®lo como algo vinculado a un aqu¨ª y un ahora, sino toda una preocupaci¨®n sobre la condici¨®n humana. En ese sentido la poes¨ªa, adem¨¢s de ser testimonial, es tambi¨¦n existencial.
P. ?Reprocha a las nuevas generaciones de poetas espa?oles que hayan perdido ese sentido del compromiso?
R. La visi¨®n actual de la poes¨ªa es muy variada. Quiz¨¢ no hay una l¨ªnea muy definida. Existen grupos pero, a mi modo de ver, los poetas se significan mejor individualmente. Hoy conviven dos o tres generaciones en las que hay grandes poetas, a los que no tengo nada que reprochar. S¨®lo en Andaluc¨ªa, se me ocurren los nombres de Caballero Bonald en C¨¢diz, Garc¨ªa Baena y Rodr¨ªguez Jim¨¦nez en C¨®rdoba, Lupi¨¢?ez, Antonio Enrique, Rafael Guill¨¦n y Garc¨ªa Montero en Granada...
P. ?Sigue sinti¨¦ndose andaluz, despu¨¦s de tantos a?os?
R. Mi padre era un gran enamorado de C¨®rdoba y en casa hab¨ªa una simpat¨ªa general por todo lo andaluz. Adem¨¢s, mi mujer era tambi¨¦n andaluza, por lo que siempre he sido favorable a la cultura de esa tierra. Por si fuera poco, hay periodos en que la historia de la poes¨ªa andaluza es pr¨¢cticamente la historia de la poes¨ªa espa?ola. As¨ª fue en el 27, por ejemplo. Incluso tras la guerra, cuando hay una presencia m¨¢s significativa de poetas del norte, no faltan poetas como los de C¨¢ntico, que se insertan en la mejor tradici¨®n de la poes¨ªa andaluza. En mi manera de escribir se reflejan probablemente Aleixandre, por el que guardo mucha devoci¨®n, y Cernuda, Federico, Manuel Altolaguirre...
P. Su primer apellido es vasco. ?Tira tambi¨¦n de su sangre?
R. No, no tengo v¨ªnculos familiares conocidos con el Pa¨ªs Vasco. No puedo reivindicar esa ascendencia.
P. Entre sus amistades m¨¢s ilustres se cuentan Le¨®n Felipe y Miguel Hern¨¢ndez.
R. Con Le¨®n Felipe tuve una amistad simplemente literaria. Tenemos una correspondencia, estudi¨¦ a fondo su obra y tengo publicadas cinco conferencias que di sobre ¨¦l. Era un poeta de una generaci¨®n mucho m¨¢s avanzada que la m¨ªa, pr¨¢cticamente a caballo entre las preocupaciones del 98 y el 27. Con Hern¨¢ndez tuve un trato m¨¢s familiar, ya que s¨®lo nos llev¨¢bamos ocho a?os. He hecho lo que he podido no s¨®lo por recordarlo, sino tambi¨¦n por preocuparme de que su obra no se perdiera.
P. Usted fue condenado y recluido de 1939 a 1942. ?Qu¨¦ le aport¨® la experiencia del presidio como ser humano y como poeta?
R. La verdad es que no me gusta insistir en esa faceta de mi vida, no me gusta hacer ¨¦nfasis en ella personalmente, porque sobre todo fue un acontecer de la vida espa?ola y buena parte de mi generaci¨®n estuvo incursa en ella. La situaci¨®n de la Guerra Civil tiene que dejar huella forzosamente, repercute sobre la conciencia de todos nosotros. En mi manera de ver la vida tambi¨¦n, desde luego. Pero no tengo una especial voluntad de rese?arlo como un suceso privado. No es nada m¨ªo, sino un hecho muy duro, muy amargo, de todos los que lo vivimos.
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