Irresuelto Kosovo
Que serbios y albanokosovares se hayan encontrado durante tres horas en Viena, despu¨¦s de cuatro a?os y una guerra de exterminio concluida por la OTAN, es una buena noticia en s¨ª misma, aunque a la reuni¨®n, impulsada por la UE, s¨®lo hayan asistido representantes de segundo orden y la agenda haya sido b¨¢sicamente t¨¦cnica. Las delegaciones volver¨¢n a reunirse el mes pr¨®ximo para tratar de avanzar en temas como las personas desaparecidas o desplazadas o el ca¨®tico suministro el¨¦ctrico en Kosovo.
Europa y Estados Unidos mantienen la patata caliente de Kosovo en el t¨²nel del tiempo. T¨¦cnicamente sigue siendo una provincia serbia, pero desde 1999 es de hecho un protectorado de la ONU. Mientras tanto, los pa¨ªses balc¨¢nicos surgidos de la deflagraci¨®n balc¨¢nica anudan lentamente lazos con la UE. Con su Parlamento y Gobierno elegidos, se han hecho progresos en Kosovo, pero las instituciones son d¨¦biles, acuciantes los problemas de sus dos millones de habitantes y casi tan marcadas como siempre las divisiones ¨¦tnicas entre albaneses y serbios. El futuro del territorio depende de un acuerdo con Belgrado, pero a su vez las rep¨²blicas de Serbia y Montenegro, restos inestables de la antigua Yugoslavia, deben resolver en un par de a?os el alcance de su languideciente uni¨®n.
Las dificultades fundamentales de Kosovo no pueden ser resueltas mientras no se adopte una decisi¨®n final sobre su estatuto. La doctrina oficial serbia, plasmada por ¨²ltima vez en una declaraci¨®n de agosto pasado, reitera que Belgrado quiere retomar el control de su antiguo feudo y promete a los albaneses una "autonom¨ªa sustancial". Aunque muchas cosas han cambiado en Serbia tras el derrocamiento de Slobodan Milosevic, el mensaje suena demasiado parecido a los que el genocida -ahora en el banquillo del Tribunal de La Haya- repitiera antes de intentar limpiar ¨¦tnicamente a sangre y fuego la provincia sure?a.
Aunque el futuro de Kosovo no se decidir¨¢ en Belgrado ni Pristina, sino en el Consejo de Seguridad de la ONU, ning¨²n pol¨ªtico serbio quiere asociar su firma con la p¨¦rdida definitiva del territorio. Pero es un hecho que los albanokosovares, con las heridas a¨²n frescas, piensan un¨¢nimemente en t¨¦rminos de independencia y consideran impensable volver a cualquier tipo de sometimiento respecto de Serbia, por liviano que fuese. Ahora que los dos bandos enemigos han retomado el di¨¢logo para resolver algunos de sus problemas menos espinosos, es el momento de que los aliados occidentales retomen el dossier Kosovo y preparen sin ambig¨¹edades el futuro del territorio. La lecci¨®n tr¨¢gicamente aprendida es que en esa parte de Europa los malentendidos suelen saldarse con sangre.
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