El auge de los movimientos
El Papa ha potenciado a Opus, legionarios, focolares o kikos frente a las ¨®rdenes cl¨¢sicas
"Por lo visto no basta el nombre de cristianos", se quejaba Erasmo ante la proliferaci¨®n de ¨®rdenes religiosas a¨²n antes de que Ignacio de Loyola fundase la Compa?¨ªa de Jes¨²s, en 1540. Benedictinos, franciscanos, agustinos, bernardos, recoletos, dominicos, carmelitas, mercedarios, betlemitas, filipenses, hip¨®litos, jesuitas... Con ese imponente ej¨¦rcito de tonsurados, m¨¢s la reforma de los seminarios para elevar la calidad del clero secular, inici¨® la Iglesia de Roma la recatolizaci¨®n tras la ruptura del protestante Mart¨ªn Lutero. El modelo clerical del interminable Concilio de Trento (1545-1563) estuvo vigente hasta el Vaticano II (1962-1965), donde Juan XXIII invit¨® a los laicos a conquistar sin complejos su propio territorio eclesi¨¢stico y a participar en primera persona en la vida de la Iglesia. La Constituci¨®n elaborada en el concilio -Lumen Gentium- lo concretaba m¨¢s: la Iglesia deb¨ªa ser una comunidad de iguales, y no una comunidad de desiguales como hasta entonces. Por cierto, la mujer segu¨ªa apartada de la primera l¨ªnea del poder y las ceremonias, y as¨ª permanece.
"Por lo visto no basta el nombre de cristianos", se quejaba Erasmo ante tantas fundaciones
El Opus Dei, de san Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, destaca por su preeminencia papal
La plasmaci¨®n de este protagonismo laical ha culminado con el auge de numerosos movimientos, pero no ha frenado el creciente retroceso de la pr¨¢ctica religiosa. Lo que en los comienzos del siglo XX se anunci¨® como el siglo de la Iglesia se ha traducido en Europa en una "crisis de fe gigantesca". Este calificativo lo utiliz¨® el cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco ante 300 miembros del movimiento de la Legi¨®n de Cristo, convocados el pasado 30 de septiembre en la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid.
Juan Pablo II se afan¨® en rectificar esa situaci¨®n de crisis que, a su juicio, ten¨ªa que ver con interpretaciones equivocadas del Vaticano II. Para la tarea, no pod¨ªa contar con las ¨®rdenes tradicionales, cuyos grandes te¨®logos fueron protagonistas de las reformas conciliares, sino que necesitar¨ªa de movimientos a su imagen y semejanza. El Papa m¨¢s visible de la historia -viajero, teatral, comunicador, carism¨¢tico- merec¨ªa un p¨²blico distinto al de los pont¨ªfices anteriores, recluidos en el Vaticano y ensimismados en su majestuosidad.
Los retrocesos de la pr¨¢ctica religiosa y, en paralelo, la falta de autoridad sobre los fieles, que a¨²n dici¨¦ndose practicantes deciden por su cuenta qu¨¦ preceptos van a cumplir y cu¨¢les no -sobre todo, en materia de sexo y costumbres-, provocaron, adem¨¢s, una indisimulada irritaci¨®n en la Iglesia. La contrarreforma ha sido ejecutada sin miramientos y supuso la pr¨¢ctica eliminaci¨®n de los te¨®logos de la liberaci¨®n y de las llamadas iglesias populares en Latinoam¨¦rica. En Europa, la consecuencia fue la forzosa desaparici¨®n de los curas obreros y una ofensiva inmisericorde contra el movimiento internacional Somos Iglesia y los numerosos te¨®logos que prosiguen el reformismo conciliar.
No todos los movimientos laicales est¨¢n conformes con el nombre de movimiento, porque el t¨¦rmino ha adquirido con los a?os inequ¨ªvocas connotaciones conservadoras. Pero la realidad es tozuda. Algunos sectores eclesi¨¢sticos incluso los han tachado de sectas, hasta el punto de que la revista Concilium public¨® el verano pasado un n¨²mero monogr¨¢fico para espantar tal acusaci¨®n por injusta.
Los nuevos movimientos re¨²nen a millones de cat¨®licos en todo el mundo (dos millones en Europa, seg¨²n la agencia romana Zenit). Los m¨¢s conocidos son el Movimiento de los Focolares, fundado en Trento (Italia) por Chiara Lubich; Camino Neocatecumenal, creado en 1964 por el madrile?o Kiko Arg¨¹ello; Comuni¨®n y Liberaci¨®n, del sacerdote italiano Luigi Giussani; los Legionarios de Cristo, una fundaci¨®n del mexicano Marcial Maciel; el Movimiento de Vida Cristiana, del peruano Luis Fernando Figari; las comunidades de San Egidio y de Emmanuel, los grupos de Renovaci¨®n Carism¨¢tica, el Movimiento de Vida Cristiana y un centenar m¨¢s de legiones de cat¨®licos de todas las edades que siguen, enfervorizados, al papa polaco all¨ª donde se desplace.
El Opus Dei, del aragon¨¦s san Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, destaca entre esos movimientos por su preeminencia ante el Papa, que elev¨® pronto al instituto secular a la categor¨ªa de Prelatura personal -¨²nica en la Iglesia- y aceler¨® de forma inusitada la elevaci¨®n a los altares del fundador, fallecido el 26 de junio de 1975.
En cambio, las ordenes religiosas tradicionales no han dejado de menguar, en medio de un marcaje implacable del Vaticano. El caso m¨¢s se?alado es la Compa?¨ªa de Jes¨²s, la orden m¨¢s grande del mundo en 1980, con 30.000 jesuitas, y propietaria de las mejores univesidades cat¨®licas. Juan Pablo II hab¨ªa sido rechazado como alumno por la imponente Gregoriana de Roma -por la insuficiencia de sus estudios en Polonia- y finalmente curs¨® la teolog¨ªa en el Angelicum, la universidad de los dominicos. Treinta a?os despu¨¦s tom¨® su revancha: nada m¨¢s ser elegido papa, orden¨® someter a su autoridad plena a la ¨®rden de Ignacio de Loyola, imponi¨¦ndola durante a?os, incluso, a un prep¨®sito general de su confianza, el anciano Paolo Dezza, como sustituto forzoso del bilbaino Pedro Arrupe. El sometimiento se extendi¨® sin contemplaciones a las dem¨¢s ¨®rdenes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.