Andorra como paraguas
El jueves por la noche, un periodista me dio la noticia. El conseller en cap, Artur Mas, hab¨ªa propuesto al presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional que las selecciones deportivas de Catalu?a puedan participar en competiciones internacionales -incluidos los Juegos Ol¨ªmpicos- desfilando bajo la bandera andorrana, ya que no pueden hacerlo bajo la catalana, habida cuenta de que en ambos pa¨ªses se habla catal¨¢n. El conseller dijo: "Si lleg¨¢semos a encontrar una v¨ªa con el paraguas de Andorra y pudi¨¦semos crear selecciones conjuntas, entonces podr¨ªamos competir a nivel internacional m¨¢s f¨¢cilmente". Qued¨¦ perplejo. E interrogado acerca de mi opini¨®n, respond¨ª que la idea me parec¨ªa descabellada por la existencia de obst¨¢culos jur¨ªdicos insalvables, sin perjuicio de la leg¨ªtima defensa -que comparto- de las selecciones catalanas, con el fin de garantizar la presencia internacional del deporte catal¨¢n.
Siempre me ha parecido magn¨ªfica -por ejemplo- la coexistencia en Gran Breta?a de las selecciones de Inglaterra, Escocia y Gales. Pero lo cierto es que call¨¦, sin manifestarlo, que lo que m¨¢s me sorprend¨ªa de la propuesta de Mas era que el Gobierno y el Comit¨¦ Ol¨ªmpico andorranos hubiesen dado su aquiescencia a un plan que -o yo no conozco a los andorranos- habr¨ªa de resultarles cuando menos sorprendente y arriesgado. Ni por un instante pens¨¦ que Mas hubiese tenido el desahogo de dar este paso sin el conocimiento y el benepl¨¢cito previo de las autoridades andorranas. Reconozco mi ingenuidad, pues luego se ha sabido que Mas actu¨® unilateralmente -lo que est¨¢ de moda-, como lo demuestra el hecho de que la primera reacci¨®n andorrana, al enterarse de tan s¨²bita propuesta de matrimonio, haya sido negativa. A nadie le gusta ser usado como un paraguas, y menos sin que le avisen. No hablo por hablar. Tengo una vieja relaci¨®n con Andorra, debido a que el Principado acostumbra designar extranjeros para el desempe?o de ciertas funciones jurisdiccionales con la finalidad de asegurar su imparcialidad. As¨ª, desde 1987 hasta 2001, he estado vinculado primero al Tribunal Superior de Justicia y luego al Tribunal Constitucional, siempre nombrado por el copr¨ªncipe episcopal Joan Mart¨ª. Pues bien, a lo largo de todo este tiempo, aprend¨ª primero de quienes me hab¨ªan precedido y consolid¨¦ luego con mis colegas dos cosas fundamentales para entender el universo andorrano.
1. La celos¨ªsima y cerrada defensa que los ciudadanos de Andorra hacen de su exclusivo car¨¢cter de andorranos. Los andorranos no son catalanes, ni franceses, ni espa?oles. Son andorranos. Y ah¨ª descansa la raz¨®n profunda de su existencia independiente como naci¨®n y la ra¨ªz ¨²ltima de su soberan¨ªa. Es cierto que comparten con los catalanes lengua, cultura y derecho. A fin de cuentas, las aguas de Andorra vierten en r¨ªos catalanes. Pero todo este patrimonio compartido no impide que los andorranos tengan muy claro, como dice el refr¨¢n, que cada uno en su casa y Dios en la de todos.
2. Los andorranos suelen tolerar muy mal las injerencias extra?as. Temen ser instrumentalizados. Siglos de vecindad y convivencia con dos de los m¨¢s antiguos Estados de Europa -Espa?a y Francia- les han ense?ado a nadar y guardar la ropa. Los andorranos saben, en suma, que el milagro de su independencia se debe hist¨®ricamente a un doble equilibrio fin¨ªsimo: uno interno, entre los dos copr¨ªncipes, y otro externo, con sus grandes vecinos. Si uno de los dos copr¨ªncipes no hubiese sido el obispo de La Seu, con el respaldo de la Sede Apost¨®lica Romana, Andorra posiblemente no habr¨ªa superado las apetencias anexionistas de Francia y Espa?a. Y si Andorra no hubiese cuidado de mantener una buena relaci¨®n, silenciosa y discreta, con los dos Estados entre los que est¨¢ enclavada, su vida habr¨ªa sido mucho menos placentera y productiva. De ah¨ª que Andorra haya procurado preservar su andamiaje institucional -copr¨ªncipes incluidos-, incluso despu¨¦s de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n, que extrajo al pa¨ªs de una situaci¨®n propia del Antiguo R¨¦gimen para instalarlo en la modernidad. Por eso, la exposici¨®n de motivos de la Constituci¨®n proclama que "el Pueblo Andorrano, con plana libertad e independencia, y en el ejercicio de su propia soberan¨ªa" quiere "mantener y reforzar unas relaciones arm¨®nicas (...) especialmente con los pa¨ªses vecinos, sobre la base del respeto mutuo, de la convivencia y de la paz". Respeto mutuo, que excluye la injerencia. Convivencia, que exige cooperar. Y paz, que s¨®lo es posible si se contemplan con sensibilidad los problemas ajenos.
Al defender la plena soberan¨ªa de Andorra, que no debe ser paraguas de nadie, no pretendo marcar distancias con Catalu?a, sino s¨®lo reafirmar la independencia andorrana frente a todos, tambi¨¦n frente a Espa?a. Por esta raz¨®n hay que destacar el disparate que supone la reciente afirmaci¨®n de un conocido periodista madrile?o -reveladora de un estado de opini¨®n- acerca de que la soberan¨ªa andorrana es compartida por Espa?a y Francia. No s¨®lo no es as¨ª, sino que cualquier intento de hallar una f¨®rmula de futuro mediante la cual una instituci¨®n espa?ola se subrogue en la posici¨®n que hoy ocupa el copr¨ªncipe episcopal, ser¨ªa sin duda rechazada por los andorranos, que saben lo que se juegan con cualquier cambio. Nunca hab¨ªa escrito sobre Andorra. Pero hoy, cuando ya no tengo m¨¢s ligamen con este pa¨ªs que la gratitud y el afecto, quiero defender -desde fuera- el derecho de Andorra a seguir siendo ella misma sin que nadie la mediatice.
Juan-Jos¨¦ L¨®pez Burniol es notario y miembro de la candidatura socialista al Parlament.
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