El amo de la roca
Alfaro encarna el espíritu del Sevilla de Caparrós
"Javi, ?cuál es la pierna que se lesionó éste?", preguntó con un más que intencionado grito Pablo Alfaro, el capitán del Sevilla, a su compa?ero en el centro de la zaga durante el pasado derby sevillano, en el estadio Ruiz de Lopera y que se saldó con una victoria sevillista. La frase iba dirigida al joven delantero bético Dani, que salió al campo para intentar dar la vuelta al partido después de varios meses de rehabilitación tras una grave lesión. La estrategia de Alfaro tuvo éxito y Dani se pasó el resto del encuentro tragando saliva y enervando al árbitro por sus faltas fingidas con un Alfaro, brazos en alto y cara de angelito, a su espalda. Un maestro del intrafútbol.
Alfaro es un jugador que ha pasado por equipos de todos los pelajes:Zaragoza, Barcelona, Racing, Atlético, Mérida y Sevilla. Ha sido cola de león, pero ahora se encuentra más que a gusto como cabeza de ratón en el Sevilla. Llegó al equipo andaluz en 2000 de la mano de Joaquín Caparrós y se ha convertido en el verdadero mascarón de proa del conjunto tanto dentro como fuera del campo.
El Sevilla eligió el estilo bronco, podría decirse feísta, de Caparrós para salir de Segunda, un lugar donde, por su historia, vivía como un castigo. Pero está elección significó también traicionar precisamente parte de su historia: la del juego alegre producido por los frutos de una de las canteras de mayor calidad de Europa.
Los canteranos se fueron con su talento a otra parte a cambio del dinero que permitió sanear las arcas del club. Los inteligentes fichajes a coste 0 del ex portero Monchi ayudaron a configurar un equipo rocoso que no duda en dar le?a cuando las cosas se ponen mal. Feo, pero vivo.
En estas circunstancias, Alfaro se ha convertido en casi una definición del Sevilla. Es el encargado de dar la patada o decir la chulería que rompe o interrumpe el ritmo adverso de un partido. También es el que recrimina a los compa?eros, como bien sabe la estrella sevillista Reyes, que se llevó una bronca enorme un día que fingió una lesión cuando las cosas iban mal dadas. Los aficionados le adoran -esta semana ha recibido varios homenajes- y le defienden a capa y espada.
Este hombre implacable en el terreno de juego y adorable fuera de él, está destinado a ser uno de los protagonistas del derby de esta noche. Su choque con el argentino Martín Palermo es una de esas cosas que ilusionan a aquellos aficionados que prefieren la parte de enfrentamiento a la artística en el deporte. Guste o enerve, es un verdadero líder.
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