Algo pasa en Puertollano
Puertollano. M¨¢s de cincuenta mil almas, casi todas ellas encendidas por la mecha de Repsol-YPF. "Si no fuera por la refiner¨ªa", dice su preocupado alcalde, el socialista Casimiro S¨¢nchez Calder¨®n, "no llegar¨ªamos ni a dos mil habitantes". Primero las minas, y despu¨¦s el complejo petroqu¨ªmico, han hecho crecer una ciudad que sin industria no pasar¨ªa de ser un pueblo manchego m¨¢s, por el que quiz¨¢ ni siquiera circular¨ªa el AVE. A pesar de contar con instalaciones de ¨²ltima tecnolog¨ªa, como el proyecto Mild Hydrocracker, la planta de Puertollano es la m¨¢s antigua de las cinco que posee Repsol en Espa?a.
Tambi¨¦n la m¨¢s conflictiva y la que cuenta con un triste r¨¦cord de accidentes laborales: seis siniestros en diez a?os. "Todo pasa en Puertollano", dicen, escamadas, personas cercanas a la multinacional. Hace un par de a?os hubo dos muertos por inhalaci¨®n de ¨¢cido sulfh¨ªdrico. No se hab¨ªan puesto m¨¢scara ni equipo protector. Hasta ahora, como dicen algunos, quien comet¨ªa un error lo pagaba con su propia vida.
El accidente fue dram¨¢ticamente espectacular. Dice un vecino de la ciudad: "Cuando el complejo peg¨® el petardazo, el pueblo se qued¨® vac¨ªo"
La rabia popular ha estado dirigida hacia los l¨ªderes sindicales y los pol¨ªticos. Los familiares de las v¨ªctimas no tienen, en general, reproches para la empresa
Pero no fue as¨ª el 14 de agosto pasado, cuando se produjo una explosi¨®n en el cubeto C-2, del parque de tanques de combustible, y dos furgonetas llenas con obreros de las contratas que se dirig¨ªan a su trabajo se abrasaron entre las llamas. Ellos "pasaban por all¨ª". Esta vez, ninguno de esos nueve muertos fue el que se hab¨ªa equivocado.
Incendio en la dehesa
Todo comenz¨® con el incendio, d¨ªas antes, de la dehesa donde se sit¨²an las instalaciones de la compa?¨ªa el¨¦ctrica (los cortes de luz parecen haber sido los protagonistas de este verano abrasador en el mundo entero, s¨ªntomas alarmantes de nuestra absoluta dependencia del suministro energ¨¦tico). Las unidades de la refiner¨ªa se vieron obligadas a parar por falta de fluido el¨¦ctrico, y despu¨¦s del paro las cosas se complicaron hasta que una bolsa de gases escap¨® por el techo ligero de uno de los tanques de gasolina, cay¨® hacia el suelo, roz¨® con un punto caliente -algunos apuntan a los propios veh¨ªculos de los trabajadores- y explosion¨®, propagando el fuego a otros tanques de alrededor.
El accidente fue dram¨¢ticamente espectacular. "Todav¨ªa tengo las persianas de casa abolladas", dice Carlos, un taxista que vive relativamente cerca de la planta; "cuando el complejo peg¨® el petardazo, el pueblo se qued¨® vac¨ªo, y desde entonces todos tenemos m¨¢s miedo que verg¨¹enza".
Es evidente que el clima social, moral y laboral de la ciudad est¨¢ que arde despu¨¦s del suceso. Los trabajadores se sienten desmoralizados; el miedo, el enojo y la sensaci¨®n de agravio econ¨®mico les ha impulsado a una huelga que va degenerando en conflicto serio. Hablan, sin querer dar sus nombres, de presiones laborales por parte de algunas de las empresas contratadas: "Amenazas de despido, de rebaja de categor¨ªa... Repsol paga bien las horas a los empresarios, pero a nosotros los empresarios nos pagan lo justito", asegura un obrero. La red de relaciones profesionales alrededor de la refiner¨ªa es muy compleja. La mezcla de sindicatos y obreros ajenos a la multinacional est¨¢ creando una estructura piramidal repleta de intereses enfrentados. "El problema es del nuevo modelo de producci¨®n", asegura Francisca S¨¢nchez, de UGT; "las empresas van externalizando los servicios para abaratar sus costes, y por tanto las condiciones de trabajo no se pueden controlar. Adem¨¢s, empresas como Repsol, que antes eran p¨²blicas, ahora pertenecen totalmente al capital privado. Eso genera temporalidad y falta de control laboral".
A pesar de la aparente avalancha de solidaridad que los sindicatos han volcado sobre sus compa?eros no sindicados -los trabajadores de empresas contratadas por Repsol, entre los que se contaban todas las v¨ªctimas del siniestro-, no se ve demasiada simpat¨ªa entre ellos. La rabia popular ha estado dirigida hacia los l¨ªderes sindicales y los pol¨ªticos.
Los familiares de las v¨ªctimas no tienen, en general, reproches para la multinacional: "Repsol nos puso un hotel de cuatro estrellas en Madrid mientras est¨¢bamos en el hospital acompa?ando a nuestro familiar herido, hasta que muri¨®. Nos pagaban las comidas y todos los gastos, y ten¨ªamos cuatro psic¨®logos a nuestra disposici¨®n, uno de ellos toda la noche de guardia", dice la compa?era de uno de los fallecidos, "pero de los sindicatos no quiero saber nada".
Cada familia est¨¢ negociando con Repsol las indemnizaciones correspondientes. "Antes", dice el alcalde, "les daban 60 millones de pesetas y, si el fallecido ten¨ªa un hijo en edad de trabajar, lo colocaban de fijo en la planta". Al d¨ªa de hoy, las negociaciones son individuales y secretas entre las familias afectadas y la empresa.
Miedo a dar la cara
Todos tienen miedo de dar la cara p¨²blicamente cuando se les pregunta por este asunto, aunque hablan, y mucho, escud¨¢ndose en el anonimato. Se cruzan acusaciones muy graves, no siempre f¨¢ciles de demostrar; se exagera, se mitifica, se critica, se teme. Quiz¨¢ no todo, pero s¨ª que algo raro pasa en Puertollano. Algo que est¨¢ a medio camino entre los problemas de la globalizaci¨®n, la seguridad de las personas y el inter¨¦s econ¨®mico. "Aqu¨ª hay algo que no es sano", dice Indre, la camarera lituana del bar La Gamba. Mientras se averigua qu¨¦ es, la huelga contin¨²a y, al no poder trabajar, los empresarios y sus obreros contratados comienzan a irse de la ciudad por centenares. "Tenemos que humanizar el dinero", dice el alcalde. Pero el dinero no es humano.
Al d¨ªa de hoy, la situaci¨®n es lamentable: por los fallecidos, sus familias, los obreros -sean de contratas o no-, los sindicatos, y hasta la empresa... Y lo es fundamentalmente para Puertollano, que es una buena tierra llena de buena gente. Desde el gabinete de prensa del Ayuntamiento, Pepe reconoce con tristeza que la ciudad "est¨¢ sufriendo una p¨¦rdida de imagen tremenda. Da la sensaci¨®n de que en algunas cosas vamos para atr¨¢s. Yo pertenezco a una generaci¨®n para la que todo era avanzar y, claro, no me puedo creer lo que estoy viendo".
Rodar¨¢n cabezas
ANTE LA DIMENSI?N DE LA CAT?STROFE, y tras la confusi¨®n inicial, surgi¨® un af¨¢n esclarecedor que se concret¨® en varias comisiones de investigaci¨®n, de las cuales no han formado parte los representantes de la plataforma constituida tras el accidente por los obreros de las contratas. Todos los informes se han sido hecho p¨²blicos, y de ellos se derivan conclusiones que, seg¨²n qui¨¦n sea el informante, es l¨®gico esperar. El de Repsol-YPF hace sospechar que el fallo fue humano; que, a pesar de la alta cualificaci¨®n y probada experiencia de los operarios, durante los ¨²ltimos turnos de trabajo no se llev¨® a antorcha (no se quem¨®) la gasolina que se ven¨ªa quemando los d¨ªas anteriores -con lo que se habr¨ªa podido mantener controlado el peligro hasta ese momento-, y no se atendieron los sistemas de alarma, quiz¨¢ porque la atenci¨®n estaba concentrada en el mayor riesgo que supon¨ªa el n¨²cleo de la planta (el reactor / regenerador, que ten¨ªa un problema en el sistema de alimentaci¨®n del catalizador). Mientras que, para los sindicatos, en los procedimientos escritos no se advert¨ªa del riesgo que supone producir gasolina fuera de especificaci¨®n. Falta por hacerse p¨²blico el informe de la Junta de Castilla-La Mancha, que, seg¨²n su vicepresidente, Jos¨¦ Mar¨ªa Barreda, derivar¨¢ en la petici¨®n de algunas responsabilidades penales.
Todos quieren saber qu¨¦ pas¨®. Incluso un crimin¨®logo madrile?o se ha personado como acusaci¨®n particular en el juzgado encargado de esclarecer los hechos: asegura que hay muchos conflictos de intereses que enturbian este caso.
En lo que s¨ª hay unanimidad es en que tienen que rodar cabezas. No se sabe de qui¨¦n ni cu¨¢ndo, pero alguien debe pagar por lo que ha ocurrido para que todos respiren tranquilos de una vez y puedan seguir confiando en que un accidente as¨ª no se repetir¨¢ jam¨¢s en Puertollano.
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