Chirac, 'El Alau¨ª'
Espa?a linda al norte con Francia, y, al sur, tambi¨¦n". Uno de los diplom¨¢ticos espa?oles con m¨¢s experiencia en el Magreb bromeaba sobre la influencia de Par¨ªs sobre Rabat despu¨¦s de la triunfal visita de Estado que el presidente Jacques Chirac acaba de hacer a Marruecos.
Si a Val¨¦ry Giscard d'Estaing, jefe de Estado franc¨¦s en los setenta, se le lleg¨® a apodar
El
Africano, por sus v¨ªnculos con algunos reg¨ªmenes de ?frica central, a Chirac la prensa sat¨ªrica le empieza a describir como El Alau¨ª.
El colof¨®n, a¨²n provisional, de la pasi¨®n marroqu¨ª de Chirac ha sido su viaje por Fez, T¨¢nger y Rabat. En cada una de esas etapas el presidente se deshizo en elogios del rey Mohamed VI: "Es natural que Francia est¨¦ a su lado, le apoye y le anime a ahondar la v¨ªa que ha elegido (...), la de la libertad, la responsabilidad y la consolidaci¨®n del Estado de derecho".
Algunos de los reproches que se formulan bajo cuerda contra Driss Jettu est¨¢n relacionados con su apuesta por estrechar la relaci¨®n con el Gobierno espa?ol
Los diplom¨¢ticos franceses reconocen en privado que a Marruecos le queda un largu¨ªsimo trecho por recorrer, pero el pa¨ªs es, pese a todo, uno de los m¨¢s presentables entre los Estados franc¨®fonos del Tercer Mundo.
Chirac lleg¨® a asumir en T¨¢nger la tesis marroqu¨ª sobre la inmigraci¨®n ilegal -"es una responsabilidad compartida"-, y en Rabat anunci¨® de antemano que "en la pr¨®xima reuni¨®n del Consejo de Seguridad, (...) respaldar¨¢ una vez m¨¢s la posici¨®n marroqu¨ª".
"Al o¨ªrle da la impresi¨®n de que Par¨ªs no vot¨®, en julio, a favor de la resoluci¨®n 1495, que respalda el Plan Baker" y que tanto disgusta a Rabat porque prev¨¦ un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n en el S¨¢hara, ironiza otro diplom¨¢tico.
El grado de intimidad de Chirac con su anfitri¨®n fue tal que no s¨®lo anticip¨® cu¨¢l ser¨¢ la actitud de Francia en la ONU, sino que el presidente franc¨¦s revel¨® en T¨¢nger que el monarca iba a mejorar el estatuto de la mujer. Poco despu¨¦s el rey anunci¨® la reforma que su hu¨¦sped se apresur¨® a alabar.
Frecuentes llamadas
Esta escenificaci¨®n de los lazos que unen a ambos jefes de Estado no es ninguna sorpresa. "Mohamed VI mantiene una relaci¨®n casi filial con el presidente franc¨¦s, que le prodiga consejos", escribe el periodista de Le
Monde Jean-Pierre Tuquoi en su libro El ¨²ltimo
rey, publicado en Espa?a por Galaxia Gutenberg.
"Ambos se llaman por tel¨¦fono con frecuencia", prosigue Tuquoi. Chirac ha llegado incluso a mediar en las peque?as trifulcas de la familia real. "Mohamed VI recibe m¨¢s honores que la mayor parte de los jefes de Estado que visitan Par¨ªs". El presidente pasa adem¨¢s sus vacaciones navide?as en Tarudant (sur de Marruecos).
Chirac ha ido algo m¨¢s lejos que sus predecesores, pero la apuesta por Marruecos ha sido permanente en Francia. "(...) es el pa¨ªs extranjero m¨¢s visitado por los sucesivos Gobiernos de la V Rep¨²blica", recordaba Le Monde en v¨ªsperas del viaje presidencial.
Buena parte de la clase pol¨ªtica francesa tiene adem¨¢s una relaci¨®n afectiva con Marruecos. Dos de los seis ministros que acompa?aron a Chirac, Dominique de Villepin y Dominique Versini, nacieron en Rabat. Muchos pol¨ªticos franceses disfrutan de d¨ªas de vacaciones, invitados por el palacio real, en el c¨¦lebre hotel La Mamounia, de Marraquech.
Par¨ªs cuenta tambi¨¦n con sus hombres en el entorno del soberano, empezando por Andr¨¦ Azulay, consejero real que vivi¨® 25 a?os en Francia y posee adem¨¢s la nacionalidad francesa. Azulay niega formar parte del lobby franc¨¦s -"s¨®lo me preocupa el inter¨¦s de Marruecos", asegur¨® a este peri¨®dico-, pero algunos empresarios espa?oles que han solicitado su mediaci¨®n en diversos contenciosos, para evitar recurrir a la lenta justicia marroqu¨ª, han salido escaldados. "S¨®lo nos dio buenas palabras", recuerda uno de ellos.
Por si no bastase este lobby, el embajador franc¨¦s en Rabat tiene permanentemente abiertas las puertas de palacio. La diplomacia espa?ola est¨¢ convencida de que Michel de Bonnecorse, actual consejero de Chirac para ?frica y previamente embajador en Marruecos, ech¨® le?a al fuego durante la crisis hispano-marroqu¨ª.
Josep Piqu¨¦, entonces ministro de Exteriores, aprovech¨®, en el oto?o de 2001, un Consejo de Ministros de la UE en Luxemburgo para coger aparte a su hom¨®logo franc¨¦s, Hubert V¨¦drine, y pedirle que frenase el ardor antiespa?ol de su representante.
En la cumbre europea de Sevilla, en junio de 2002, Chirac contribuy¨® a abortar el proyecto del presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar de supeditar la cooperaci¨®n a los esfuerzos que hagan los pa¨ªses de la orilla sur por controlar la emigraci¨®n clandestina.
Al mes siguiente, Par¨ªs mantuvo una actitud equidistante entre Rabat y Madrid durante la crisis de Perejil. No logr¨® impedir una condena de Marruecos por la presidencia danesa de la UE, pero s¨ª logr¨® que ¨¦sta no fuese m¨¢s all¨¢.
Por mucho que Madrid se empe?e en agradar a su vecino meridional, su entrega nunca ser¨¢ comparable a la de Par¨ªs. No s¨®lo Espa?a tiene contenciosos con Marruecos -sobre el S¨¢hara, Ceuta y Melilla, inmigraci¨®n etc¨¦tera-, sino que su clase pol¨ªtica carece de sensibilidad hacia el vecino del sur.
A casi ning¨²n pol¨ªtico espa?ol se le ocurre veranear en Marruecos -las escapadas de Felipe Gonz¨¢lez a T¨¢nger fueron criticadas- y el entorno del monarca alau¨ª est¨¢ todav¨ªa esperando que alguna plaza de Galicia lleve el nombre de Mohamed VI en agradecimiento al gesto que hizo en diciembre hacia los pescadores afectados por la cat¨¢strofe del Prestige.
Si se except¨²a a Fadel Benaich, de madre granadina y adscrito al gabinete real, el Gobierno espa?ol no cuenta con con valedores en palacio. Cuando ¨¦ste hizo, en la primavera de 2002, un viaje secreto a Madrid para resolver la crisis, s¨®lo fue recibido en La Moncloa por un funcionario de bajo nivel. La relaci¨®n entre Mohamed VI y su "t¨ªo", como le llam¨® en julio de 1999 a don Juan Carlos, no es ni mucho menos tan fluida como la que mantuvo con Hassan II.
El embajador en Espa?a, Abdesalam Baraka, es otro de los hispan¨®filos, pero en su ministerio abundan las an¨¦cdotas sobre c¨®mo sus jefes le hacen la vida imposible. Desde Madrid se apunta a Taieb Fassi-Fihri, viceministro de Exteriores, como el que torpedea la labor de Baraka.
El primer ministro, Driss Jettu, del que los hombres de negocios espa?oles exaltan la ecuanimidad, ha intentado estrechar lazos con Espa?a. Hace 11 meses declar¨® a este peri¨®dico que, con el tiempo, Espa?a deber¨ªa convertirse en el primer socio de Marruecos, por delante de Francia. Nada m¨¢s tomar posesi¨®n sac¨® de los cajones contratos pendientes de firma con empresas espa?olas.
Cuando, en septiembre, la coalici¨®n de partidos integrados en su Gobierno se resquebraj¨® tras las elecciones municipales, Jettu fue criticado con dureza. El diario Aujourd'hui
Le Maroc, que suele hacerse eco del punto de vista del Ministerio del Interior, lleg¨® a exigir su dimisi¨®n por su incapacidad en mantener unida a la coalici¨®n.
Detr¨¢s de esa censura hay otros reproches que en los mentideros de Rabat se formulan contra Jettu. Algunos est¨¢n relacionados con su apuesta espa?ola; con la cordialidad de su encuentro con Aznar, en junio, en Quintos de Mora; etc¨¦tera. ?Caer¨¢ Jettu por querer llevarse bien con Espa?a?
Espa?a pisa los talones a Francia
FRANCIA ES EL primer proveedor, el primer cliente, el primer inversor extranjero y el pa¨ªs que proporciona a Marruecos m¨¢s ayuda al desarrollo, pero esas estad¨ªsticas oficiales, de las que alardearon Par¨ªs y Rabat durante la visita de Jacques Chirac, requieren algunos matices.
El comercio de Francia con Marruecos est¨¢ desde hace a?os en ligero declive, mientras que el que mantiene Espa?a crece, pese a la prolongada crisis diplom¨¢tica. Las exportaciones francesas ascendieron el a?o pasado a 2.668 millones de euros, muy por encima de las espa?olas, que alcanzaron los 1.684 millones.
Si a esta cantidad se le a?ade, sin embargo, el contrabando con Marruecos, a trav¨¦s de Ceuta y Melilla -evaluado en unos 1.500 millones anuales por el ministro delegado marroqu¨ª de Econom¨ªa, Abderazzak el Mossadeq-, las ventas espa?olas rebasan en 517 millones a las francesas.
Francia supera de lejos a Espa?a como inversor al sur del Estrecho. En el Ministerio de Econom¨ªa espa?ol se precisa, no obstante, que Espa?a es el segundo inversor extranjero, pero los marroqu¨ªes insisten en que s¨®lo est¨¢ colocada en quinto lugar.
La inversi¨®n extranjera en Marruecos es, como en casi todos los pa¨ªses ¨¢rabes, escasa. En los a?os de esplendor, a finales de la d¨¦cada pasada, supuso menos del 1% de los flujos de capital que desde Espa?a o Francia salieron al extranjero. La estrechez del mercado local -el PIB marroqu¨ª equivale al de Galicia- y la burocracia administrativa explican este escaso inter¨¦s.
Para los empresarios espa?oles la supuesta rivalidad econ¨®mica entre Francia y Espa?a en su antigua colonia es marginal. "Dej¨¦monos de bromas; donde s¨ª se ha competido en serio con las empresas francesas para obtener contratos ha sido, por ejemplo, en Argentina, porque Francia nos pisaba los talones, pero Marruecos es marginal", asegura un hombre de negocios espa?ol cuya empresa est¨¢ implantada en Casablanca y Buenos Aires.
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