El administrador infiel
Hace unas semanas este diario informaba de la decisi¨®n del consejero de Industria del Gobierno de CiU de anticipar la renovaci¨®n de las concesiones que disfrutan un reducido grupo de empresas (dos oligopolios) relacionadas con la inspecci¨®n t¨¦cnica de veh¨ªculos (ITV) y con la inspecci¨®n y control industrial (EIC), prorrog¨¢ndoles graciosamente la concesi¨®n, que no venc¨ªa hasta 2006, por otros ocho a?os m¨¢s, hasta 2014. Seg¨²n la misma noticia, la explicaci¨®n dada por el consejero fue que estaba obligado a tomar una decisi¨®n antes del 15 de enero y consider¨® mejor prorrogar ahora esas concesiones que esperar a la decisi¨®n de un posible "Gobierno en funciones".
No s¨¦ a ustedes, pero a m¨ª la decisi¨®n me parece, cuando menos, pol¨ªticamente inoportuna y econ¨®micamente discutible, por lo que ahora dir¨¦; pero lo que me deja estupefacto es el argumento utilizado para justificarla. Me ha tra¨ªdo a la memoria, debilitada en estas cosas de la religi¨®n, la par¨¢bola del administrador infiel que relata el evangelio de san Lucas. Si recuerdan, se trataba de un propietario que ten¨ªa un administrador a quien acusaron ante ¨¦l de no administrar bien sus intereses; le llam¨® y le dijo: "?Qu¨¦ oigo decir? Dame cuenta de tu gesti¨®n, porque ya no podr¨¢s seguir administrando". En esa tesitura, el administrador se pregunt¨® que podr¨ªa hacer en el futuro si perd¨ªa el empleo. "Cavar no puedo", se dijo, "y mendigar me da verg¨¹enza". No tard¨® en idear una astuta artima?a para lograr que en cuanto fuese despedido pudiese encontrar otras casas que le cobijasen. Fue convocando uno a uno a los deudores de su patr¨®n. Al primero le dijo: "?Cu¨¢nto debes a mi se?or?". "Ochenta medidas de aceite", contest¨®. El administrador le dijo: "Toma tu recibo, si¨¦ntate y firma por 40". Despu¨¦s dijo al siguiente: "T¨², ?cu¨¢nto debes?". Contest¨® el deudor: "Cien cargas de trigo". Y el administrador le dijo: "Toma tu recibo y escribe 50".
Viniendo al caso que nos ocupa, parece como si el administrador auton¨®mico, temeroso de que en las elecciones de noviembre le retiren el mando, hubiese llamado a los concesionarios de esos servicios y les hubiese preguntado: "?Cu¨¢nto a?os ten¨ªas de concesi¨®n?". "Ocho", habr¨ªan respondido. "Pues sentaos y firmad por ocho m¨¢s".
No obstante, no hay que cargar las tintas contra el administrador. Una cosa que siempre me ha dejado desconcertado es que, una vez conocida la artima?a, el se?or alab¨® al administrador infiel porque hab¨ªa obrado astutamente, demostrando que los hijos de este mundo son m¨¢s astutos que los hijos de la luz (Lc. 16, 1-8). Espero que alg¨²n exegeta de los textos b¨ªblicos venga en mi ayuda. Pero, dado que la astucia es vista como virtud y no como pecado, debemos preguntarnos qu¨¦ astucias esconde esta decisi¨®n. Encuentro dos.
La primera es la intenci¨®n oculta detr¨¢s de esta decisi¨®n de cerrar el paso a la liberalizaci¨®n de este tipo de actividades, de modo que cualquiera de ustedes que quisiera dedicarse a ellas pueda hacerlo libremente, sin m¨¢s exigencia que la de que sus instalaciones cumplan los requisitos t¨¦cnicos que se fijen para estas actividades. Vamos, lo mismo que si quisieran dedicarse a la fabricaci¨®n y venta de pan. Esta liberalizaci¨®n ha sido abierta por un real decreto reciente del Gobierno central, que determina que todos los establecimientos que cumplan esos requisitos t¨¦cnicos deben ser autorizados de forma autom¨¢tica por las comunidades aut¨®nomas. Ese real decreto se?ala, adem¨¢s, que el nuevo sistema liberalizado comenzar¨¢ a regir a los seis meses de su entrada en vigor, es decir, el 15 de enero pr¨®ximo, siempre y cuando la comunidad aut¨®noma no haya fijado antes plazos dentro de los cuales quedar¨¢ limitado el otorgamiento de nuevas autorizaciones. La astucia del administrador auton¨®mico ha sido anticiparse a esa fecha, y a las de las elecciones de noviembre, para consolidar la situaci¨®n de poder de mercado que tienen las actuales concesionarias y cerrar el paso a cualquier otro competidor.
La segunda astucia que esconde esta decisi¨®n es la tendencia cada vez m¨¢s intensa a sustituir los impuestos, como fuentes de ingresos para financiar los servicios p¨²blicos o las infraestructuras, por instrumentos recaudatorios del tipo canon, tarifas o peajes. Seg¨²n el consejero, las concesionarios pagar¨¢n una cantidad (canon) mayor por disfrutar de la pr¨®rroga de ese privilegio, con lo que, en principio, se beneficia la hacienda auton¨®mica. Pero quienes realmente pagar¨¢ finalmente ese canon ser¨¢n los usuarios, ya que lo que har¨¢n las empresas ser¨¢ trasladarlo a la tarifa. Estamos, por tanto, ante un impuesto oculto, que a?adir a los que ya pagamos por disponer de un veh¨ªculo.
Como se ve, la elecci¨®n entre uno y otro sistema tiene consecuencias importantes, tanto para la libertad de iniciativa y la competencia como para los usuarios. Sin duda, el optar entre el sistema de privilegio y el sistema liberalizado es asunto discutible. Pero aqu¨ª no se ha discutido; m¨¢s bien se ha actuado con alevos¨ªa y premeditaci¨®n.
Tengo la impresi¨®n de que CiU tiene un sesgo demasiado fuerte y no del todo explicado hacia el modelo de concesi¨®n. De hecho, en los ¨²ltimos a?os ha renovado y prorrogado concesiones en ¨¢mbitos como el transporte por carretera y peajes de autopistas. En alg¨²n caso, como fue el de la medici¨®n del control de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica en grandes empresas y compa?¨ªas el¨¦ctricas, los tribunales declararon ilegal ese sistema de privilegios hacia determinadas empresas. Estamos probablemente ante otra limitaci¨®n discrecional de la competencia, que perjudica a los consumidores.
Soy partidario de la prohibici¨®n general, con excepciones muy justificadas, del sistema de concesi¨®n. Es un sistema con tufo propio del viejo sistema feudal de privilegios para ganarse la vida a cuenta del inter¨¦s general. Algo inaceptable en los tiempos que corren.
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