"Me molesta mucho la comercialidad de los nombres, es decir, el renombre"
A sus 85 a?os, Gonzalo Rojas es probablemente el poeta m¨¢s joven de Chile. Adem¨¢s, es un verdadero personaje, un tipo tan gracioso como culto y nada pedante. Pero sobre todo es un poeta inmenso: metaf¨ªsico, amoroso, surrealista, vallejiano, m¨ªstico, todo a su peculiar¨ªsima manera, desinhibida, "inconclusa" y cachonda.
Rojas ha venido a Madrid para participar en el I Encuentro Internacional de Poes¨ªa, y hoy, lunes, imparte un seminario sobre el ejercicio po¨¦tico en la Residencia de Estudiantes, por cuyos jardines ha paseado estos d¨ªas su figura chaparra de duendecillo (por cierto, que el otro d¨ªa invoc¨® al de Lorca y apareci¨® en una cr¨®nica estrenando en Santiago de Chile, donde nunca estuvo).
Con su irreverente gorra nerudiana, su castellano del Siglo de Oro, su exquisita educaci¨®n de diplom¨¢tico (lo fue con Allende, en China y en Cuba), sus labios africanos y su humor sugerente, Rojas tiene el seso tan despierto que acaba de rematar un nuevo libro, Del amor loco (del cual se publica en esta p¨¢gina un in¨¦dito, titulado con su n¨²mero de m¨®vil). Adem¨¢s, la editorial catalana La Poes¨ªa Se?or Hidalgo va a editar su reuni¨®n de poemas No haya corrupci¨®n.
Pregunta. ?As¨ª que versos de amor a los 85 a?os?
Respuesta. Lo mismo de lo mismo. Funciona el mundo, funciona todo... Estos poemas remiten al Arcipreste de Hita, pero tambi¨¦n a Andr¨¦ Breton y su amour fou. Le conoc¨ª en el 53 y discutimos un poco, pero el amor loco es la preciosidad del encantamiento y el desollamiento a la vez. Esa lozan¨ªa, esa vivacidad, esa vibraci¨®n del encantamiento se me da a m¨ª de una manera muy intensa desde muy peque?o. Pero no hay poeta que no est¨¦ vuelto al amor, y casi dir¨ªa que Quevedo me gusta m¨¢s que B¨¦cquer, y Marcial m¨¢s que Catulo, porque se r¨ªe de su amor con un humor adelantado.
P. ?Y el humor dura m¨¢s que el amor?
R. La iron¨ªa es una categor¨ªa rom¨¢ntica de los alemanes y los ingleses sobre todo, y el humor enlaza esa categor¨ªa con las vanguardias del siglo XX, que hoy mueren vencidas de la edad, como dir¨ªa Quevedo. Pero s¨ª, el humor de repente dura m¨¢s que el amor, y eso se puede ver bien con un ejemplo nerudiano: ah¨ª est¨¢ Neruda, con 19 a?os, diciendo: "Puedo escribir los versos m¨¢s tristes esta noche". Y llega uno y dice: "Bueno, ?y qu¨¦?". En fin, la vertiente Eros es una de las m¨ªas, pero tambi¨¦n tengo la tan¨¢tica y la de la circunstancia inmediata.
P. ?Y es nerudiano en eso? ?O m¨¢s bien surrealista?
R. Bueno, yo soy parco y libre, pero tampoco me gusta contar todas las penas y las tormentas. Empec¨¦ a escribir en el 38, el a?o en que muri¨® el surrealismo. Y el ¨²nico surrealista verdadero fue Roberto Matta. Yo soy bien diferente, un animal po¨¦tico para el cual el antes y el despu¨¦s son lo mismo; trato de pensar adelante y atr¨¢s, de entrar, como dec¨ªa Apollinaire, en la larga lucha entre invenci¨®n y tradici¨®n. ?sa es una de mis din¨¢micas. Pero tengo m¨¢s: por un lado, parezco un poeta culto, en fin, de buenas lecturas, los cl¨¢sicos, los rom¨¢nticos, pero tambi¨¦n oigo la oralidad de los pueblos americanos, y me gusta injertar eso en lo culto, me gusta esa disipaci¨®n.
P. Dec¨ªa Claudio Rodr¨ªguez que prefer¨ªa hablar con el frutero que con el literato.
R. Por ah¨ª va el viento, hijo. Yo tengo un ayudante y ch¨®fer casi analfo, Panchito, que tiene los bigotes de Aznar y se r¨ªe de m¨ª y yo de ¨¦l, pero m¨¢s ¨¦l de m¨ª. Yendo al aeropuerto el otro d¨ªa, en auto por las monta?as, porque yo vivo en los Andes, me dijo con su voz de flauta: "As¨ª que va usted a ese congreso de poes¨ªa, don Gonzalo. ?Y qu¨¦ es la poes¨ªa?". "?sa es la parte que no me s¨¦, Panchito". "Pues cuando lo sepa me lo informa, don Gonzalo". ?Son sabios! Y su modo de decir es mucho m¨¢s hondo que el de los acad¨¦micos. Por la perplejidad, la iron¨ªa, la gracia, y por apuntar a lo que uno no sabe.
P. Usted dice que no se merece su poes¨ªa, que se la dan.
R. ?Y claro! Lo dijo ya Antonio Porchia, poeta italo-argentino: "De lo que escribe, uno no sabe". Sabe algo, pero poco. A la temprana edad de 85, reci¨¦n empiezo a descifrar algunos poemas remotos m¨ªos.
P. Rodr¨ªguez tambi¨¦n dec¨ªa que la buena poes¨ªa suena a imprecaci¨®n, a rezo laico.
R. Claudio sab¨ªa mucho m¨¢s de lo que aparentaba.
P. Le gustaba cultivar el paleto que fue. Usted tambi¨¦n presume de su padre minero.
R. ?se es mi abolengo, y siempre me gust¨® ese lenguaje, y la resonancia campesina. En cambio, me aburren las consignas partidarias y las devociones sociales. No pertenezco a la poes¨ªa militante, esa fanfarria verbal.
P. Casi nadie ha hablado bien de Neruda estos d¨ªas, salvo Seamus Heaney.
R. A m¨ª me molesta mucho la comercialidad de los nombres, es decir, el renombre. El ¨¦xito es pavoroso, ya se sabe. El poeta figura, sin quererlo o a veces s¨ª, acaba convertido en figur¨®n, y eso falta a todo lo recto, al pudor y a la gracia. Neruda es un poeta grande, sobre todo en sus fases tempranas. No hay que olvidar que tard¨® diez a?os en escribir Residencia en la tierra, del 25 al 35. ?Dicha, maravilla, eso hay que considerarlo! Pero era un ¨¢rbol que segregaba resina, y el ¨¢rbol hay que podarlo mucho. A veces le faltaba parquedad, freno, sobre todo al final era ya un derramamiento excesivo. Pero nadie lo juzga por eso.
P. Por eso dec¨ªa de usted que escrib¨ªa poco.
R. [Imita la voz de Neruda]. "Gonzalo no es malo, pero escribe poquito". Eso dijo, y yo le mand¨¦ decir de vuelta: "D¨ªganle a don Pablo que ¨¦l es un verdadero genio, pero que escribe demasiadito".
P. ?Usted poda mucho o la poes¨ªa le sale ya podada?
R. A veces viene la torrencialidad y se acepta, pero con sus podas imprescindibles. El que no poda est¨¢ frito. En lat¨ªn se dec¨ªa putare, pensar, la te se dulcific¨® y qued¨® podar. Mientras uno poda, piensa hondamente, se demora. Yo me demoro, no transo con la prisa, ¨¦sa es mi diferencia. Podr¨¦ parecer impaciente por fuera, pero soy muy paciente por dentro, soy un moroso, quiz¨¢ porque cuando chico me costaba vocalizar, era tartamudo y asm¨¢tico, y neur¨®tico. Aun antes del papel soy podador, luego dejo dormir los poemas. Deben dormir por lo menos nueve meses, como los ni?os en el vientre.
P. ?Su gusto por la disidencia le alej¨® del compromiso?
R. El compromiso es v¨¢lido, a veces es un testimonio que uno vierte hasta con urgencia fisiol¨®gica. No se puede dormir sin denunciar. Cuando mataron al Che intent¨¦ escribir un poema sobre esa figura prodigiosa, pero no me sal¨ªa, me sal¨ªa falseta, tir¨¦ cien pruebas a la basura y finalmente me fui a dormir. En la noche, el inconsciente, que para eso est¨¢, me hizo o¨ªr una voz que dec¨ªa "as¨ª que, as¨ª que": me dec¨ªa que yo no ten¨ªa que hablar de ¨¦l, sino que era ¨¦l el que ten¨ªa que hablar en el poema.
P. ?La vanidad es la ruina de la poes¨ªa?
R. La vanidad es un gran enemigo. Si no te abstraes de las trampas de la alabanza y el ¨¦xito, est¨¢s perdido. La poes¨ªa no se merece, te viene o no. Es un azar. La vibraci¨®n no le pertenece al poeta. Si le viene dada, ?de qu¨¦ presumir entonces? Los riesgos son enormes, y el mayor de ellos es seguramente el patetismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.