Para el disfrute general

La famosa opereta de Rossini es aqu¨ª adaptada para un p¨²blico infantil, aunque menos, en los m¨¢s significativos de sus muy conocidos pasajes. La f¨¢bula se conoce sobradamente. Un barbero repleto de argucias har¨¢ de celestino para conseguir la uni¨®n de la bella Rosina y el duque de Almaviva, para lo que tendr¨¢ que recurrir a todo tipo de artima?as frente a los deseos del Doctor B¨¢rtolo. Es, una vez m¨¢s, el tema eterno de la joven bella que desea al doncel por amor mientras la conveniencia sugiere la uni¨®n con persona algo mayor, y etc¨¦tera.

Los enredos se suceden, conforme a una buena versi¨®n de Albert Roman¨ª y Miquel Desclot, con la m¨²sica en directo de un piano, una flauta y un contrabajo, abrigado todo por una excelente iluminaci¨®n de Roger Puiggener y una escenograf¨ªa polivalente que es, sin duda, lo que m¨¢s despert¨® la atenci¨®n del p¨²blico infantil que llenaba la sala, con los adultos de acompa?antes. El resultado es divertido en muchos de los gags esc¨¦nicos, marca sin duda de El Tricicle, que asume la direcci¨®n del espect¨¢culo, y por la presencia esc¨¦nica de una divertida Rosina que no duda en ning¨²n momento de cu¨¢l habr¨¢ de ser el resultado de este enredo bien resuelto que, como digo, quiz¨¢s sea m¨¢s propio de un p¨²blico adolescente que del infantil propiamente dicho.

Muchos ni?os de hasta seis a?os se durmieron (en la sesi¨®n de la siete de la tarde), pero los mayorcitos se lo pasaron en grande sin necesidad de recurrir a introducirse el pulgar en la boca. En cualquier caso, un buen ejemplo de lo que puede hacerse por acercar los cl¨¢sicos musicales esc¨¦nicos a los espectadores m¨¢s j¨®venes. Y a sus padres o adultos de compa?¨ªa. Una delicia, a ratos.