Los dirigentes de la revuelta de Bolivia conceden a Mesa una fr¨¢gil tregua
El nuevo presidente asegura que las muertes durante las protestas no quedar¨¢n impunes
Las espadas siguen en alto en Bolivia. Las movilizaciones han sido desconvocadas en la mayor parte del pa¨ªs para dar un voto de confianza al nuevo presidente, Carlos Mesa, pero los l¨ªderes de la revuelta aseguran, con distintos matices, que la tregua es fr¨¢gil. Los primeros pasos del gobernante han sido bien acogidos, especialmente su promesa de justicia por las muertes en los recientes choques, pero los dirigentes m¨¢s radicales apuntan que Bolivia est¨¢ lejos de haber recuperado la paz. La normalidad se respira de nuevo en las ciudades, que muestran huellas de la violencia.
"En el campo no hay tranquilidad todav¨ªa. Los bloqueos siguen en el altiplano, los Yungas y otros puntos del pa¨ªs", dijo ayer a este diario Felipe Quispe, l¨ªder del Movimiento Ind¨ªgena Pachakuti (MIP), que no acepta la tregua. Roberto de la Cruz, dirigente sindical de El Alto, ciudad dormitorio que rodea La Paz, se?al¨® que espera acciones tangibles del nuevo presidente, mientras que los l¨ªderes campesinos de la zona cocalera del Chapare condicionaron su apoyo al nuevo Gobierno a una soluci¨®n al tema de la exportaci¨®n de gas.
En la primera reuni¨®n que mantuvo con la prensa extranjera, el presidente Mesa admiti¨® que corre el riesgo de un "naufragio total", al describir la situaci¨®n en estos t¨¦rminos: "Si Bolivia pierde esta oportunidad, si el presidente, el Parlamento y la sociedad no entienden que nos estamos jugando el destino, podr¨ªamos entrar r¨¢pidamente en una grave crisis".
El nuevo gobernante se dispon¨ªa a anunciar la composici¨®n del nuevo Gabinete, formado exclusivamente por personalidades sin militancia pol¨ªtica. Previamente, asisti¨® a un acto de las Fuerzas Armadas, en el que no rehuy¨® referirse indirectamente a los efectos de la violenta represi¨®n de las protestas por las fuerzas militares. En su discurso, el presidente dijo que el norte de la actuaci¨®n de quienes tienen las armas debe ser "la defensa de la patria, el orden, la democracia, la Constituci¨®n y la soberan¨ªa". Y a?adi¨®: "Pero tambi¨¦n la defensa de la patria es la garant¨ªa de la vida de nuestros compatriotas". Estas palabras iban dirigidas a una instituci¨®n que tuvo una directa participaci¨®n en el ba?o de sangre de las ¨²ltimas semanas, y que en los 157 a?os de independencia del pa¨ªs ha protagonizado m¨¢s de 170 golpes de Estado.
Sin impunidad
El presidente ha transmitido en las ¨²ltimas horas el mensaje de que las muertes no quedar¨¢n impunes. Lo dijo en una visita a El Alto, la localidad que llev¨® la peor parte de la represi¨®n, y lo reiter¨® ante la prensa internacional. Carlos Mesa confes¨® sentir "un profundo dolor" porque el presidente en aquellas circunstancias fuera S¨¢nchez de Lozada, con quien le un¨ªa "una relaci¨®n muy estrecha, de respeto, de consideraci¨®n y de proyecto com¨²n". La pasi¨®n por el cine un¨ªa a estos dos dirigentes pol¨ªticos, que compartieron el Gobierno durante 14 meses. "Tengo una sensaci¨®n terrible en estos momentos. Es muy doloroso para m¨ª. Mantengo mi consideraci¨®n personal para el ex presidente", subray¨® Mesa. Pero como hombre de Estado, habla de otra manera. Asegur¨® que hay que investigar y esclarecer los hechos, y que el Congreso decidir¨¢ la responsabilidad que pueda tener el ex jefe de Estado y sus m¨¢s importantes colaboradores, porque as¨ª lo establece la Constituci¨®n.
En la grave situaci¨®n econ¨®mica de Bolivia, el presidente Mesa estim¨® que "apostar a la ortodoxia es una locura. El modelo econ¨®mico ortodoxo no tiene m¨¢s sustentabilidad". Abog¨® por la flexibilidad en la aplicaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica, y rechaza un alineamiento, que, seg¨²n dijo, "contribuir¨ªa a la polarizaci¨®n". Dej¨® bien sentado que en las condiciones actuales el pa¨ªs no est¨¢ en condiciones de lanzarse "a decisiones ideol¨®gicas espectaculares" cuando se han de resolver "problemas inmediatos de unidad nacional y de resta?ar heridas que est¨¢n muy candentes".
El nuevo mandatario ha recibido apoyo de numerosos pa¨ªses de la regi¨®n, de Europa y de organizaciones internacionales, como la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) y el Grupo de R¨ªo. Estados Unidos, a trav¨¦s de su embajador en La Paz, David Greenlee, dio finalmente su respaldo a Mesa, despu¨¦s de apostar hasta el ¨²ltimo momento por la permanencia de S¨¢nchez de Lozada en el poder. "La relaci¨®n del Gobierno de Bolivia con el de Estados Unidos es inalterable, esencial y muy buena", manifest¨® Mesa. "El embajador me ha ratificado el apoyo de su Gobierno y eso es un dato de c¨®mo est¨¢n las relaciones". El presidente precis¨® que en Bolivia, "como en muchas otras partes del mundo", hay visiones cr¨ªticas hacia Estados Unidas que son leg¨ªtimas y merecen respeto.
?Y para qu¨¦ una Asamblea Constituyente? "La irrupci¨®n de posiciones muy profundas, de muchos siglos que se han ido acumulando; el contraste de experiencias culturales, como la quechua y la aimara, con la emergencia de un mundo de modernidad entre comillas en el oriente, nos hace pensar que hay cosas esenciales que tenemos que discutir. El pa¨ªs quiere debatirlo de manera amplia", afirm¨® Mesa.
El nuevo mandatario reconoce los peligros de despertar expectativas que luego no pueda cumplir. "Espero orientar la discusi¨®n para que Bolivia encare este debate de manera racional". Es hora de discutir temas de fondo.
La Paz, una ciudad atrapada
Los ¨²ltimos d¨ªas vividos por La Paz, con el aeropuerto internacional cerrado, los accesos terrestres bloqueados y con serios problemas de desabastecimiento de alimentos y energ¨ªa han demostrado lo f¨¢cil que es bloquear la capital boliviana, que se encuentra a 3.600 metros de altitud.
El cerco impuesto por los indios del altiplano, aimaras en una gran mayor¨ªa, ha servido para que los historiadores recuerden el asedio que impuso a La Paz en 1780 el l¨ªder ind¨ªgena T¨²pac Katari. La topograf¨ªa de la ciudad la hace m¨¢s vulnerable al aislamiento, seg¨²n coinciden los especialistas. La ciudad de La Paz creci¨® a la largo de una sola cuenca, la carretera a Oruro, hacia el sur, con lo que basta cerrar la entrada de esta v¨ªa para dejar a la ciudad incomunicada con relativa facilidad.
El problema m¨¢s grave, seg¨²n explica el urbanista Jorge R¨ªos Barr¨®n, es la precariedad de las formas de conexi¨®n que tiene la capital boliviana. El aeropuerto est¨¢ en El Alto (4.100 metros de altitud), que es una jurisdicci¨®n municipal distinta. La conexi¨®n fluvial no existe y la f¨¦rrea ha desaparecido pr¨¢cticamente. Queda s¨®lo la salida por carretera para trasladarse a otros puntos del pa¨ªs andino. Lamentablemente, todas las v¨ªas pasan por El Alto, la ciudad dormitorio a escasos kil¨®metros de La Paz, que se ha convertido en la llave para llegar a otros departamentos.
Las m¨¢s de 800.000 personas que residen en El Alto tienen la capacidad de cerrar la entrada de la ciudad o de tomarla si deciden bajar. Esto es lo que ha ocurrido durante estos d¨ªas de violentas revueltas. El aeropuerto estaba formalmente abierto al tr¨¢fico a¨¦reo, pero las l¨ªneas regulares suspendieron los vuelos porque nadie garantizaba el traslado de los pasajeros desde la terminal a la ciudad.
Los aviones privados que volaban hasta El Alto dejaban en la pista a los pasajeros. Desde all¨ª ten¨ªan que recorrer por sus propios medios los 14 kil¨®metros hasta el centro urbano, despu¨¦s de sortear barricadas y la agresividad de no pocos pobladores, que en m¨¢s de una ocasi¨®n recibieron al visitante a pedradas.
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