Dec¨¢logo
En esta cultura de iconos, liturgias, gestos y ceremoniales en que nos movemos, que la declaraci¨®n fuera en Ares -puerta de la ocupaci¨®n catalano-aragonesa de la taifa valenciana en el siglo XIII-, que se produjese en v¨ªsperas del 9 d'octubre, y que el conseller Esteban Gonz¨¢lez Pons reuniese a los subsecretarios de las diferentes conselleries, a la secretaria de la AVL y a su director general de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica, David Serra, no puede significar sino que el Gobierno Valenciano daba un paso decidido al frente en el largo camino de la normalizaci¨®n de la lengua propia de los valencianos como veh¨ªculo de comunicaci¨®n entre nosotros.
Un paso que sigue al important¨ªsimo dado en la anterior legislatura para establecer una instituci¨®n capaz de enjugar el enfrentamiento a prop¨®sito de la identidad de nuestra lengua, la AVL, y que supuso la devoluci¨®n por parte del ¨¢mbito de la pol¨ªtica al de la ciencia del debate que tantos sinsabores y retrasos produjo en el establecimiento de un estatus digno para el valenciano, propiciando una salida cient¨ªfica sin sobresaltos.
Si la AVL nac¨ªa en un clima de di¨¢logo entre los dos grandes partidos (con el apoyo externo entonces del BNV y el concurso de las Universidades p¨²blicas valencianas y de no pocas entidades culturales de nuestro pa¨ªs), y a su creaci¨®n se adosaba un acuerdo a prop¨®sito de otras medidas a adoptar por el Gobierno para conseguir el cumplimiento de las disposiciones del Estatut de Autonomia y las de la Llei d'Us i Ensenyament del Valenci¨¤, lo bien cierto es que el cumplimiento estricto del resto de compromisos fue m¨¢s bien escaso.
Fruto de la lentitud con que el Gobierno habr¨ªa asumido parte de los acuerdos suscritos entonces fue la continuaci¨®n de la campa?a a favor del establecimiento del requisit ling¨¹¨ªstic como instrumento de normalizaci¨®n de la lengua en las Administraciones p¨²blicas y el alineamiento creciente de colectivos ciudadanos y personas en torno a una serie de iniciativas que recuerdan que sin compromiso en favor de la exigencia del requisito ling¨¹¨ªstico en la Administraci¨®n las pol¨ªticas que se dise?en para la normalidad se encontrar¨¢n con un escollo insalvable: el desconocimiento del valenciano por parte de quienes han de hacer posible su uso oral y escrito en aquella.
Por eso, debe entenderse el Dec¨¤leg d'Ares como una respuesta ¨¢gil de un Gobierno que apenas si hab¨ªa consumido sus primeros cien d¨ªas a lo m¨¢s perentorio por cumplir de los acuerdos que dieron vida a la AVL, y como una tabla de compromisos inaudita en otras latitudes, y -esto es lo m¨¢s denotativo-, como un paso que se da tarde a causa de una historia jalonada de lamentables desencuentros.
Algunos pueden pensar y alegrarse de ello que las recientes cr¨ªticas contra el Dec¨¤leg por parte de ciertos responsables del PP en Alacant demuestran que el Gobierno no lo tiene f¨¢cil en su apuesta por cumplir lo que en su d¨ªa firm¨® y que lo que demandan colectivos que no tienen nada que ver con la clientela habitual del PP ser¨¢ dif¨ªcil que el PP lo lleve adelante en serio.
A estos, y a quienes desean que haga lo que haga el PP, lo procedente es que fracase, se les deber¨ªa recordar que sea de quien sea el ¨¦xito o el fracaso, lo que realmente importa es que nuestra lengua tenga el rango que le corresponde en nuestra propia casa, y cuanto antes mejor. Y en este asunto, los usuarios leales del valenciano deber¨ªamos estar con y aplaudir al Gobierno valenciano. ?O no?
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