La embestida nacionalista
Los que somos m¨¢s bien dalt¨®nicos para eso de las identidades nacionales tenemos siempre un cierto pudor a la hora de entrar a pronunciarnos sobre estos delicados temas. Quiz¨¢ porque, como les ocurre a los agn¨®sticos con la religi¨®n, tememos herir las sensibilidades de quienes comparten esas disposiciones tan profundamente sentidas. Hay momentos, sin embargo, en los que la delicadeza ya no puede ocultar un cierto malestar de fondo con tanto ondear de banderas -hasta en el espacio- y tanta soflama patri¨®tica. Este malestar se une, adem¨¢s, a una fundada indignaci¨®n por ver c¨®mo casi toda la vida pol¨ªtica se va impregnando de un discurso ¨²nico en el que la afirmaci¨®n de lo nacional -de una u otra patria- prevalece sobre cualquier otro tipo de consideraci¨®n menos primaria y metaf¨ªsica. La pol¨ªtica espa?ola se ha llenado ya del incienso y de las pr¨¦dicas de los que hablan en nombre del Ser de los pueblos y anatemizan a quienes no quieren escuchar su verdad. ?Ay de aquel que trate de escaparse de los nuevos dogmas nacionalistas en conflicto! Enseguida llover¨¢n sobre ¨¦l acusaciones de lesa patria y se le pondr¨¢ el sambenito de "equidistante", que es el nombre que reciben los nuevos apestados.
Que dicho ep¨ªteto se les aplique a algunos de los pocos comentaristas que no comienzan con el nuevo mantra de la correcci¨®n pol¨ªtica, el "yo estoy en contra del plan de Ibarretxe", podr¨ªa hasta entenderse en un pa¨ªs ya bastante hastiado del conflicto vasco. Pero que el calificativo de anti-espa?ol o el de "poco patriota" comience a ser utilizado alegremente por el Gobierno como instrumento deslegitimador de la oposici¨®n cada vez que se separa en lo m¨¢s m¨ªnimo de su propia definici¨®n de la ortodoxia nacional ya son palabras mayores. De entrada, equivale a una nueva y eficaz mordaza destinada a limitar los movimientos del adversario; son las nuevas fronteras destinadas a circunscribir su libertad de expresi¨®n. En una cuesti¨®n, adem¨¢s, que constituye el mayor conflicto pol¨ªtico que asuela al pa¨ªs. La pol¨ªtica, que deber¨ªa fundarse sobre la negociaci¨®n y el compromiso, se trasmuta en un credo identitario absolutizado, subvirti¨¦ndose as¨ª su dimensi¨®n de discusi¨®n racional.
Aparte de la violencia, m¨¢s grave a¨²n es la propia definici¨®n del ser vasco que nos encontramos en el plan Ibarretxe, que presupone una progresiva extirpaci¨®n, por plazos, de aquellos elementos de la identidad espa?ola que buenamente puedan conservar algunos de los habitantes de Euskadi. Casi por decreto legislativo se les ir¨ªa anulando dicha identidad o, a la larga, se les arrojar¨ªa de la propia comunidad pol¨ªtica. El nacionalismo no casa bien con identidades complejas y prefiere las m¨¢s simples y totalizadoras. Cuando si hay algo meridianamente claro es que no hay ning¨²n partido pol¨ªtico -ni el PP, ni el PNV, ni CiU- ni ning¨²n sacerdote patrio que tenga un acceso privilegiado a eso que constituya la esencia de su naci¨®n y a cu¨¢l haya de ser su futuro pol¨ªtico. Ni tampoco puede reducirse su expresi¨®n pol¨ªtica a lo que buenamente se decida incorporar a un texto articulado (ll¨¢mese Plan o Constituci¨®n, entendida como Ley Fundamental grabada con fuego sobre piedra).
La pol¨ªtica del Estado debe tratar de ser neutral y "laica" respecto a la cuesti¨®n de las identidades "culturales" particulares; no puede confrontarlas afirmando otro nacionalismo. Lo que s¨ª debe hacer es establecer un marco de convivencia apoyado sobre un sistema de derechos e instituciones con el que los miembros de las distintas nacionalidades puedan identificarse como ciudadanos. La inexorable interdependencia provocada por la historia com¨²n y la variabilidad e interpenetraci¨®n de la geometr¨ªa identitaria deber¨ªa reconducir nuestra pol¨ªtica a una mayor anomia nacional y a un criterio de integraci¨®n de la diversidad en la unidad m¨¢s apoyado sobre la lealtad y la comunicaci¨®n pol¨ªtica mutua. Y no hay que temer a las palabras. ?Por qu¨¦ no hablar abiertamente de "federalismo?". Me temo, sin embargo, que el "desarme nacionalista" no interesa a ninguna de las partes... a menos que el no hacerlo comience a ser la fuente de una incesante p¨¦rdida de votos. P¨®nganse a ello. Nunca viene mal un peque?o desahogo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Opini¨®n
- VII Legislatura Pa¨ªs Vasco
- Independentismo
- Vicepresidencia auton¨®mica
- Plan Ibarretxe
- Presidencia auton¨®mica
- Parlamentos auton¨®micos
- Comunidades aut¨®nomas
- Gobierno auton¨®mico
- Debates parlamentarios
- Gobierno Vasco
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Pa¨ªs Vasco
- Parlamento
- Ideolog¨ªas
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica