Menores inmigrantes
La presencia, cada vez en mayor n¨²mero, de menores de edad -adolescentes y j¨®venes de 12 a 18 a?os- entre la masa de inmigrantes indocumentados que pugnan por entrar en Espa?a acrecienta si cabe el drama humano de la inmigraci¨®n irregular. La llegada creciente de inmigrantes menores de edad plantea a los pa¨ªses receptores responsabilidades muy espec¨ªficas sobre su guarda y protecci¨®n que no pueden darse de lado.
El problema ya no se circunscribe a los dos o tres centenares de menores marroqu¨ªes acogidos en Ceuta y Melilla, sino a los m¨¢s de 6.000 menores inmigrantes llegados a diversos puntos de Espa?a en 2002, una cifra en clara progresi¨®n en lo que va de a?o, de lo que es muestra la patera con 29 menores
, sobre un total de 56 inmigrantes indocumentados, interceptada ayer en aguas de Tarifa (C¨¢diz). Si los centros de menores, pisos tutelados u hogares regentados por distintas organizaciones, son insuficientes para acoger a los menores aut¨®ctonos en situaci¨®n de desamparo, cabe deducir los problemas que plantea dar hospitalidad a los nuevos llegados mientras se intenta contactar con sus familias o con los servicios de protecci¨®n de menores de los pa¨ªses de origen, como exige la ley para proceder a su expulsi¨®n.
La responsabilidad del Gobierno espa?ol en la materia es evidente, y as¨ª se lo recordaron hace poco m¨¢s de un a?o el Comit¨¦ para los Derechos del Ni?o de la ONU y el propio Defensor del Pueblo espa?ol respecto de los menores inmigrantes no acompa?ados que llegan desde Marruecos a Ceuta y Melilla. Pero la responsabilidad marroqu¨ª no es menos evidente si se tiene en cuenta que el 75% -4.738- de los menores inmigrantes llegados a Espa?a en 2002 son de esta nacionalidad. A las numerosas peticiones de devoluci¨®n de menores planteadas por las autoridades espa?olas en 2003, las autoridades de Rabat s¨®lo han respondido positivamente en 13 casos. Es la estrategia inaceptable de dar la callada por respuesta.
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