Ley y pol¨ªtica
Una definici¨®n de Estados Unidos del imperio de la Ley es ¨¦sta: "Todos tienen el derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad, y nadie tiene el derecho de arrebatarle a otro su derecho a la vida, libertad y propiedad por la fuerza f¨ªsica o con fraude" (Richard Rahn). Cientos de miles de leyes, articuladas y mil veces enmendadas, confunden en Espa?a esta definici¨®n tan sencilla. Es f¨¢cil convenir en que las leyes son para "todos": pero las hacen quienes tienen el poder legislativo, y no siempre legislan para todos. La intenci¨®n de Mayor Oreja, que transmite a su partido, es modificar el C¨®digo Penal para que el presidente del Parlamento vasco pueda ir a la c¨¢rcel por no obedecer una sentencia, y resolver de manera tan dr¨¢stica un conflicto de jurisdicciones.
Dos series principales de problemas. Una de ellas es pol¨ªtica y, por lo tanto, admisible: la pol¨ªtica es impura, circunstancial, contradictoria y se aplica sin m¨¢s ¨¦tica que la del que manda: se puede discutir si esa acci¨®n puede ayudar a la lucha contra el terrorismo e inclinar al Pa¨ªs Vasco hacia Espa?a. Mi respuesta es que no, y que redundar¨ªa en lo que lleva haciendo el PP desde hace a?os: trasladar el terrorismo al terreno de la autonom¨ªa, del Estatuto y de la poblaci¨®n vasca. Creo que la pol¨ªtica de Aznar es la peor que se ha hecho frente al problema vasco. Hoy los cr¨ªmenes terroristas han descendido voluntariamente y la oposici¨®n al Gobierno espa?ol ha aumentado.
La otra serie es moral, corresponde a la sociedad y las definiciones de ¨¦tica, o formas de convivencia: si algo que hiere al cuerpo legislativo organizado en partido de gobierno no es delito, no se puede convertir en delito modificando el C¨®digo Penal; si se modifica, la negaci¨®n de la retroactividad es un principio b¨¢sico. Esta posible violaci¨®n, tan fuerte que quiz¨¢ no se produzca ni siquiera en este caso, es mala para la sociedad en general y para la idea del respeto a las leyes que existen.
En todo lo que est¨¢ haciendo Aznar para dar al final voluntario de su mandato una apoteosis wagneriana hay un testamento de fuerza, coacci¨®n y represi¨®n. Hay una contradicci¨®n flagrante entre su promesa civil de dimisi¨®n, m¨¢s all¨¢ de lo necesario en democracia, y la psicolog¨ªa del dictador que quiere cambiar el pa¨ªs despu¨¦s de irse: atado y bien atado. La esperanza de que esto se advierta antes de las urnas es muy tenue.
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