Mar¨ªa Pag¨¦s pide la creaci¨®n de un centro de producci¨®n de flamenco permanente en Sevilla
La bailaora, que es Premio Nacional de Danza, participa en la Feria Mundial en Fibes
La Feria Mundial del Flamenco, que se celebra hasta ma?ana en el Palacio de Congresos de Sevilla, es la ¨²nica en su g¨¦nero en Espa?a y, quiz¨¢s por eso a sus protagonistas les sabe a poco. Para la bailaora sevillana Mar¨ªa Pag¨¦s, Premio Nacional de Danza 2002, la feria es s¨®lo el punto de partida. "Deber¨ªa formar parte de un proyecto m¨¢s ambicioso que incluyera un centro de producci¨®n y exhibici¨®n permanente en Sevilla", dice Pag¨¦s. La provocaci¨®n de Ojos de Brujo, fusi¨®n de flamenco y hip hop, y el cante de Marina Heredia y Rafael de Utrera sonaron ayer en Fibes. Esta edici¨®n cuenta con el aliciente de los vecinos de pabell¨®n: los programadores extranjeros que participan en el Womex.
"La Feria del Flamenco es una iniciativa que tiene mucho futuro, pero no se puede solucionar todo en cuatro d¨ªas. Creo que la Bienal de Flamenco, que ha impulsado el nacimiento de la feria, deber¨ªa estar presente durante todo el a?o", coment¨® ayer la bailaora y core¨®grafa Mar¨ªa Pag¨¦s, quien tiene un stand en la feria en el que muestra las producciones de su propia compa?¨ªa.
"La Bienal deb¨ªa ser el s¨²mmum, pero despu¨¦s durante el resto del tiempo Sevilla necesita un centro de producci¨®n permanente para que el p¨²blico pueda ver flamenco de calidad durante todo el a?o. Estoy segura de que somos capaces de hacerlo, s¨®lo falta la voluntad pol¨ªtica", a?adi¨® Mar¨ªa Pag¨¦s, quien el pr¨®ximo 18 de noviembre recoger¨¢ el Premio Nacional de Danza 2002 en Madrid, un galard¨®n que concede el Ministerio de Cultura y que comparte con el bailar¨ªn ?ngel Corella.
Para la productora madrile?a Mariana Gyalui, representante de la bailaora Sara Baras, ¨¦ste es el primer a?o que participa en la feria. "Creo que estar aqu¨ª es primordial para establecer contactos internacionales, especialmente este a?o que en le pabell¨®n de al lado tenemos a programadores y directores de festivales de todo el mundo y es una buena oportunidad para que el flamenco se venda mejor", comenta Mariana Gyalui.
Instituciones y pe?as tambi¨¦n tienen su espacio. Presentan proyectos desde la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y el Ayuntamiento de Carmona, que han colaborado para crear cursos especializados; hasta la Pe?a Lo Ferro, un municipio de Torre Pacheco (Murcia) con apenas 300 habitantes que tiene un reputado festival.
El Lebrijano a contracorriente
"Ha sido una de las figuras m¨¢s importantes del flamenco del siglo XX y lo est¨¢ siendo tambi¨¦n en el siglo XXI. Ha sabido seguir adelante abri¨¦ndole fronteras al flamenco y sin olvidar nunca sus ra¨ªces".
Manuel Herrera, flamenc¨®logo y exdirector de la Bienal de Flamenco de Sevilla, defin¨ªa ayer as¨ª a El Lebrijano, el cantaor que ha querido afirmar su nombre y su sitio en la m¨²sica con un nuevo trabajo: Yo me llamo Juan. El disco, que el cantaor present¨® ayer en Sevilla en la Feria Mundial del Flamenco, es el segundo que publica con la discogr¨¢fica sevillana Senador e incluye All¨ª un tema con letra y m¨²sica del pianista y compositor Dorantes, su sobrino. El primer ¨¢lbum con Senador, Sue?os al aire, sali¨® hace tres a?os tambi¨¦n en la colecci¨®n El ¨¢rbol vivo del flamenco.
Juan Pe?a El Lebrijano, de 62 a?os, lleva desde los 16 a?os cantando y siempre a "contracorriente".
"He tenido buenos y malos momentos, pero he seguido adelante. Cuando hice La palabra de Dios a un gitano no me entendi¨® nadie. Si te sales de la foto ya no te llaman para cantar; despu¨¦s saqu¨¦ Historia de los gitanos y Persecuci¨®n, algo que los gitanos tampoco entendieron. Estuve discriminado por todos sitios", comenta El Lebrijano que ha hecho en este nuevo trabajo una especie de revisi¨®n de sus sentimientos.
"No contento esto, hace 20 a?os fui el primero que fusion¨¦ el flamenco con la m¨²sica andalus¨ª; aunque eso ya estaba hecho cinco siglos antes. 'Canta con los moros', me reprochaban, pero yo siempre he seguido mi camino", a?ade el cantaor.
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