Mil
El semanario El Temps acaba de rebasar su n¨²mero mil estos d¨ªas, y lo ha celebrado con un n¨²mero extraordinario que re¨²ne algunas de las entrevistas que ha publicado en sus 19 a?os de existencia. No se suelen -ni quiz¨¢ se deban- glosar este tipo de consecuciones en los medios de comunicaci¨®n normales, puesto que se trata apenas de una confluencia de cifras en la progresi¨®n de la rutina, pero ¨¦ste no lo es, aunque acaso su anomal¨ªa tambi¨¦n ha propiciado a menudo una rutinaria cadena de compasivas ret¨®ricas a cada logro o efem¨¦ride, y lo que es peor: especialistas en ellas. El caso es que este semanario en valenciano ha llegado m¨¢s all¨¢ de lo que impon¨ªa la realidad, con m¨¢s calidad que hero¨ªsmo y, pese a todo, m¨¢s pendiente del horizonte que de sus ecos g¨¢stricos. Haber alcanzado esa estabilidad no es poca cosa, sobre todo si se tiene en cuenta que el poder, en cualquiera de sus expresiones y tonalidades, le ha puesto zancadillas a lo largo de su irregular recorrido. La m¨¢s reciente y feroz, la del PP y a instancias del liberal y medi¨¢tico Eduardo Zaplana, que lo declar¨® un "medio lesivo para los intereses valencianos", le retir¨® las ayudas publicitarias e incluso le arrebat¨® las que no deb¨ªa. Y hasta dio instrucciones para que no fuese convocado a las ruedas de prensa de la Generalitat ante silencios muy sospechosos, injustificables e imposibles en un pa¨ªs normal, aunque puede que estuvieran muy acreditados en su malformaci¨®n cong¨¦nita y en sus turbulencias interiores, que han llegado a producir cismas mayores que la propia causa compartida antes de la refriega. De cualquier modo El Temps no ha faltado a su cita con los quioscos en todos estos a?os, ha conseguido algunos hitos particulares y adem¨¢s se ha demostrado como una eficaz escuela de periodismo. Muchos de nosotros fuimos grumetes en esa Bounty con la bandera negra de Ramon Barnils en lo alto del m¨¢stil, la bodega llena de ca?ones de agua, sin carta de navegaci¨®n y la deriva como ¨²nico rumbo, que muy a menudo confund¨ªamos con la libertad. Aprend¨ªamos mientras lo hac¨ªamos, aunque algunos alcanzar¨ªan tanta pericia que con el tiempo llegar¨ªan a conquistar cimas muy profundas. Los menos, estamos en ¨¦sas todav¨ªa.
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