La semana m¨¢s penosa de Kluivert
Satanizado por la afici¨®n del Bar?a, el holand¨¦s busca redimirse antes de que sea tarde del todo
"?Gooool!". Rom¨¢n se ha levantado de su asiento para celebrar el tanto que pone en ventaja al Barcelona sobre Osasuna. El hincha azulgrana aprieta los pu?os y chilla hasta que la boca le come la cara. Tal y como estaba el partido de complicado, el tanto merece el m¨¢s sentido agradecimiento. La alegr¨ªa, sin embargo, dura hasta que abre los ojos. Hay quietud en el campo y sus vecinos de la grada le perdonan la vida con la mirada. "?No has visto que es fuera de juego?", le recrimina uno. "El linier ten¨ªa el bander¨ªn levantado", observa un segundo. "?C¨®mo quieres que sea gol si ha rematado Kluivert?", tercia de forma definitiva un tercero. Rom¨¢n se sienta y, entre avergonzado y resignado por su entrega irracional a unos colores, acepta con la fatalidad propia del barcelonismo que el partido muera con un empate.
N¨²meros en la Liga: ning¨²n gol, cinco remates (uno a puerta) y ninguna asistencia
En ¨¦poca de lamentaciones, ser un socio barcelonista que festeja un gol de Kluivert, sin reparar antes en si es v¨¢lido y la pelota ha entrado, es m¨¢s grave que renegar de la fe barcelonista. La figura de Kluivert se ha satanizado, como s¨®lo se perjura de los jugadores en el Camp Nou, y hoy aparece m¨¢s que nada como un futbolista nocivo, que resta m¨¢s que suma, expuesto en cada encuentro al mismo juicio sumar¨ªsimo del estadio por el que han pasado arietes de distinta condici¨®n.
A Kluivert ya no le redime de la cr¨ªtica ni su ausencia en la derrota. Pese a no participar en el partido contra el Deportivo, ha sido el hilo conductor de la actualidad barcelonista de la semana. El pasado s¨¢bado, los dirigentes del Newcastle preguntaron por su precio y la directiva del Bar?a se hizo la disimulada, como diciendo que siguieran preguntando mientras medita ahorrarse su ficha anual y venderle antes de que vuelva a valer 1,8 millones como el verano ¨²ltimo, cuando nadie le quiso. El domingo, el entrenador, Frank Rijkaard, declar¨® que es imposible que su compatriota juegue con la rechifla que le cae de la hinchada. El martes, fue el propio Kluivert el que amenaz¨®: "Si me pitan, me voy". Y, al d¨ªa siguiente, desde su web, a?adi¨® m¨¢s le?a al fuego: "La gente no parece saber que me rebaj¨¦ el sueldo" a ocho millones de euros.
Extremista como ha sido siempre Kluivert, tanto en el campo como en la calle, no hay espacio para los esc¨¦pticos en el desencuentro entre el jugador y una parte de la afici¨®n, que le silba por igual en Barcelona que en Santa Coloma de Gramanet. La inquina parece desmesurada, aunque el futbolista tampoco ha puesto mucho de su parte para atemperarla. El martes pasado, por ejemplo, mientras la plantilla cenaba para animarse, Kluivert comentaba para la cadena Sky Sports el partido Glasgow Rangers-Manchester United.
Tampoco llegaban buenas noticias desde Holanda. La prensa de su pa¨ªs ha aireado que Kluivert tiene serios problemas matrimoniales, agravados desde que abri¨® un bar en Barcelona, y se le acusa de jugar m¨¢s fuera que dentro de la cancha. Pese a ser el m¨¢ximo goleador de su selecci¨®n, con 40 goles en 73 partidos, la mayor¨ªa de los seguidores naranjas prefiere que se quede de por vida en los pubs y los campos de Inglaterra, donde parecen comprenderle mejor que en ning¨²n otro sitio.
A sus 27 a?os, Kluivert quiere sentirse querido y el Bar?a le pide goles a cambio de besos. Sus n¨²meros en la Liga son malos: cero goles, cinco remates (uno entre los tres palos) y cero asistencias (siete pases sin gol). Pocas veces se recuerda, sin embargo, que, por sanci¨®n o lesi¨®n, se haya perdido tres de los siete partidos disputados, en los que el Bar?a suma m¨¢s goles en contra (seis) que a favor (cinco). M¨¢s que un problema exclusivo de Kluivert, que promedia entre 18 y 20 goles por ejercicio (suma 82 en 165 partidos con el Bar?a), o de la ausencia de un delantero centro (¨¦l no lo es), parece un asunto a resolver tambi¨¦n entre los extremos, la segunda l¨ªnea y los defensas.
Afectado como parece, a la intemperie como se siente en su casa, para Kluivert puede ser un alivio jugar hoy en Mallorca para intentar recuperar su figura de delantero extravertido y feliz, genial e imaginativo.
A excepci¨®n de Joan Laporta, el presidente, y Ronaldinho, que han crecido un palmo, en el Bar?a todos parecen haber empeque?ecido, comenzando por el grand¨ªsimo Kluivert.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.