Ilusionante I

La imaginaci¨®n del dibujante bilba¨ªno Juan Carlos Eguillor se inspir¨® en la tenaz pr¨¦dica del lehendakari Ibarretxe para crear en sus tiras un zepel¨ªn bautizado Ilusionante I. Entelado con las t¨ªpicas ikurri?as remendadas de Eguillor, el dirigible sobrevuela a la deriva paisajes yermos y desolados, haciendo de su nombre, Ilusionante I, su parad¨®jico mensaje.

"Ilusi¨®n" es uno de los t¨¦rminos que m¨¢s utiliza el lehendakari para vender el estatuto de libre adhesi¨®n a Espa?a. Lo volvi¨® a utilizar varias veces en la declaraci¨®n institucional con que present¨® su criatura, acompa?ado de otros muchos de contenido positivo y traquilizador. Habl¨® Ibarretxe de una "nueva etapa", de "soluciones", "esperanza", "convivencia", "di¨¢logo", "paz", "bienestar", "decisi¨®n propia", "sin rupturas" ni "insultos"; de "abrir el t¨²nel" a la "luz" y al "amanecer", de "altura de miras" y de que "querer es poder". Parec¨ªa que m¨¢s que de un proyecto pol¨ªtico que altera radicalmente los fundamentos de la autonom¨ªa vasca estuviera el lehendakari promocionando un nuevo plan de jubilaci¨®n.

No se entiende que Ibarretxe, que siempre ha defendido que todo es planteable si se presenta de forma democr¨¢tica -?"qu¨¦ hay de malo en ello?", suele decir- recurra a tanta cosm¨¦tica verbal para envolver su plan-proyecto-propuesta. O s¨ª se entiende. Porque si se expone "con naturalidad" a la sociedad vasca lo que realmente implica la "libre adhesi¨®n", habr¨ªa que retirar bastantes de las expresiones edulcorantes con que lo vende el lehendakari.

Lo que se omite de la propuesta es tan importante como lo que se dice de ella. Afirma Ibarretxe que el texto constituye una "base de partida para el di¨¢logo", pero su configuraci¨®n acabada apenas admite otra cosa que el asentimiento o el rechazo. De hecho, algunos de los contenidos y el calendario-procedimiento de tramitaci¨®n que expuso el lehendakari el 26 de septiembre parecen enfocados a que su plan no pueda recibir otra respuesta que el "no" por parte de socialistas y populares, el Gobierno central y las Cortes Generales. Y no s¨®lo por discrepancia ideol¨®gica, sino por imposibilidad material y jur¨ªdica de encajar en el casillero de una reforma estatutaria lo que, a juicio de numerosos juristas, encierra una reforma constitucional de gran calado.

Se ha marcado Ibarretxe el desaf¨ªo de alcanzar para su estatuto un consenso superior al que tuvo el de Gernika. Orilla el detalle de que la elaboraci¨®n del Estatuto de 1979 fue fruto de un debate abierto entre al menos ocho partidos de muy distinta sensibilidad, no un plato precocinado. Pero tampoco est¨¢ de m¨¢s recordar que en el refer¨¦ndum estatutario de hace 24 a?os particip¨® el 58,8% del censo electoral y se alcanz¨® un 90,3% de s¨ªes. El voto r¨¦cord de PNV y EA en las auton¨®micas de 2001 signific¨® el 33,3% del censo (el 40,9% si se suman los votos de Batasuna). Har¨¢ falta m¨¢s que ilusi¨®n para conseguir ese 17,8% que les falta.