?Demasiados anglicismos?
?Guerra al ingl¨¦s! As¨ª titula su carta un lector catal¨¢n, ?ngel Zaragoza Tafalla, profesor de la Universidad de Barcelona, en la que muestra su indignaci¨®n por los repetidos anglicismos que aparecen en EL PA?S, y que, en esta ocasi¨®n, ha centrado en el suplemento Negocios del 5 de octubre. No es la primera vez que este lector, al igual que otros, se dirige a la Defensora por este motivo.
Zaragoza hace un detenido recorrido por cuatro reportajes del suplemento en los que, dice, los redactores, "una vez m¨¢s, han demostrado su pobreza sem¨¢ntica", y denuncia las palabras inglesas "que empobrecen el castellano y que no s¨®lo tienen alternativas, sino que muchas veces los lectores no saben lo que significan". Los t¨¦rminos utilizados, entre otros, fueron outsourcing, back office, grid computing, hardware, software, hedge funds, holding, ranking, managing partner... Queja que se suma a otra previa por una informaci¨®n, publicada en las p¨¢ginas de Econom¨ªa del diario el pasado 13 de septiembre, en la que aparec¨ªa tres veces repetida la palabra clase business, adem¨¢s de catering y fast food. "Si no fuera porque son un medio importante en castellano y porque tienen una escuela de periodismo con la Universidad Aut¨®noma de Madrid, la cosa no tendr¨ªa demasiada importancia. Pero la realidad es la que es y no hay m¨¢s remedio que denunciarles p¨²blica y sistem¨¢ticamente como corruptores ling¨¹¨ªsticos. Un servidor les hace saber a sus alumnas y alumnos que escribir como lo hacen en EL PA?S constituye un p¨¦simo estilo literario y que yo lo penalizo en los ex¨¢menes".
El lector confiesa que no ha logrado enterarse de lo que es back office (actividades bancarias que no se realizan de cara al p¨²blico) y que tradujo hedge funds como "fondos de alto riesgo".
Los barbarismos, extranjerismos, o palabras en otros idiomas, son algo habitual en las lenguas, y la nuestra tiene una amplia tradici¨®n de incorporarlos a lo largo de los siglos, como bien asegura el conocido ling¨¹ista y ex director de la Real Academia Espa?ola Fernando L¨¢zaro Carreter, que recuerda los 4.000 arabismos que pasaron a nuestra lengua. M¨¢s tarde pasaron galicismos, y ahora, anglicismos. "Los idiomas cambian, inventando voces, introduciendo las de otros o modificando las propias. La lengua nos permite vivir en la ¨¦poca moderna, y los anglicismos pueden ser enriquecedores siempre y cuando se tenga conciencia clara de la propia lengua, aunque hay cosas estremecedoras. Pero no hay que escandalizarse; s¨®lo hay que escandalizarse del desconocimiento de la lengua que hemos mamado. Hay que resignarse a los cambios", dice el acad¨¦mico.
As¨ª que no hay que rasgarse las vestiduras. Ya se sabe que las lenguas son algo vivo, en permanente evoluci¨®n, y que se contaminan en cada momento del idioma dominante. El problema puede estar en el uso desmedido y gratuito de extranjerismos, en este caso de anglicismos. ?Es desmedido el uso que hace EL PA?S?
Si contamos las palabras en ingl¨¦s aparecidas en los cuatro reportajes a los que se refiere el lector, un total de 61, el resultado parece excesivo. En ellos se repet¨ªan los t¨¦rminos outsourcing (subcontratas bancarias) 7 veces; grid computing (inform¨¢tica distribuida), 10 veces; hedge funds (fondos de inversi¨®n), 11 veces, y ranking, 9 veces. ?Son imprescindibles tantos anglicismos? ?Se trata de utilizar una jerga de especialistas que otorga, supuestamente, un tono de conocimientos exclusivos? ?O es simplemente una cuesti¨®n de pura comodidad?
El redactor jefe, Jes¨²s Mota, responsable del suplemento Negocios, contesta: "Uno de los criterios de redacci¨®n del suplemento es evitar en lo posible las expresiones en ingl¨¦s, que se extienden sin medida en el lenguaje de la comunidad econ¨®mica y de gesti¨®n empresarial; y, cuando no es posible evitarlas, es obligatorio explicar cuidadosamente el significado de cada una. En los art¨ªculos mencionados tienen un car¨¢cter funcional para evitar repeticiones enojosas. No obstante, es verdad que la percepci¨®n que se obtiene al leer algunos textos econ¨®micos en Negocios es de exceso de palabras inglesas que procuraremos corregir".
Batalla perdida
Patricia Fern¨¢ndez de Lis, autora de Ordenadores apagados, a trabajar, justifica el uso de grid computing: "Es un t¨¦rmino de gesti¨®n inform¨¢tica muy reciente, y las empresas que lo venden, las que lo utilizan y los analistas hablan de grid computing. Creo que mencionar esta expresi¨®n y explicarla es una obligaci¨®n hacia el lector porque le permite averiguar m¨¢s cosas sobre esta tecnolog¨ªa, y saber de qu¨¦ le habla el tipo de IBM cuando insiste en que con el grid ahorrar¨¢ dinero".
Por su parte, Luis Aparicio, que firmaba el reportaje La moda de no seguir la moda, al hablar de los hedge funds, explica que, al margen de que son fondos nacidos y desarrollados en los mercados anglosajones, mencionados por todo el mundo en ingl¨¦s, "en Espa?a ni siquiera se comercializa este tipo de fondos de inversi¨®n, aunque existe una legislaci¨®n pendiente que va a empezar a regularlos. En los borradores del proyecto de ley se utiliza en ocasiones el t¨¦rmino en ingl¨¦s para identificar lo que se quiere regular".
Y Bel¨¦n Cebri¨¢n, autora de la informaci¨®n titulada Iberia cobrar¨¢ el men¨² de clase turista en los vuelos a Europa a partir de 2004, publicada en las p¨¢ginas de Econom¨ªa, matiza: "La clase business, para bien o para mal, se llama as¨ª oficialmente, y no 'preferente', como dice el lector, denominaci¨®n que Iberia dej¨® de utilizar hace ya a?os. Es un ejemplo del dominio del ingl¨¦s en el sector". En cuanto a los t¨¦rminos catering y fast food, Cebri¨¢n dice haber utilizado catering una sola vez, frente a las seis de "men¨²" o "men¨² a bordo". "De ninguna manera creo que haya que dejar de utilizar el castellano; todo lo contrario, hay que defenderlo; pero en casos donde existen t¨¦rminos ingleses tan extendidos como el citado, ?no es l¨ªcito utilizarlos alguna vez como sin¨®nimo para facilitar la lectura de un texto largo, siempre y cuando quede claro a qu¨¦ se refieren?".
El Libro de estilo de EL PA?S establece que el peri¨®dico se escribe en castellano, y la regla general es que no deben usarse palabras de otras lenguas mientras existan sin¨®nimos en castellano. Admite excepciones, entre ellas palabras en ingl¨¦s, en su mayor parte relativas a tecnolog¨ªa, inform¨¢tica, deportes y econom¨ªa. Por ejemplo, permite -aunque en cursiva- algunas de las criticadas por el lector como hacker o hardware, pero rechaza otras, como airbag y r¨¦flex, ya admitidas en el diccionario de la Lengua Espa?ola (DRAE), que en su ¨²ltima edici¨®n contiene 223 extranjerismos, muchos de ellos anglicismos.
En el Libro de estilo no figuran las expresiones denunciadas por el lector, con excepci¨®n de ranking, catering, software y holding. Las tres primeras, admitidas por el DRAE, para rechazarlas, y la tercera, aunque no proh¨ªbe su uso si previamente se ha explicado el significado, aconseja la sustituci¨®n por "grupo".
?Es la del ingl¨¦s una batalla perdida? ?Estamos exagerando el purismo anticontaminante, o tienen raz¨®n los que reaccionan contra cualquier intrusi¨®n de voces nuevas? Fernando L¨¢zaro Carreter, autor de libros tan populares y poco puristas como El dardo en la palabra y El nuevo dardo en la palabra, que recogen los art¨ªculos publicados en este diario sobre el uso del espa?ol, se muestra resignado: "Yo creo que es una batalla absolutamente perdida. Puede que sea una visi¨®n muy pesimista, pero mientras el modelo de vida norteamericano no s¨®lo sea aceptado, sino asumido con entusiasmo por la sociedad -desde el calco del 'cuarto de estar' a la 'luna de miel'-, mientras nuestra vida social no sea m¨¢s s¨®lida, estamos a merced de los anglicismos americanos, es una guerra perdida... La ciencia, la t¨¦cnica y tambi¨¦n otros aspectos de la vida los est¨¢n marcando las personas de lengua angl¨®fona".
El acad¨¦mico se?ala que el mundo de la econom¨ªa est¨¢ produciendo muchas palabras nuevas. "Es la m¨¢s innovadora de las nuevas ciencias, y la econom¨ªa la hacen los anglosajones... Lo que nos queda es resignaci¨®n y dejar que la lengua viva".
Esta Defensora tambi¨¦n cree que los anglicismos son hoy en d¨ªa dif¨ªciles de evitar, aunque conviene vigilarlos de cerca. Pero ya lo dec¨ªa Horacio en su Arte po¨¦tica: "Muchas palabras que ya han ca¨ªdo renacer¨¢n, y caer¨¢n las que ahora tienen vigencia, si es que as¨ª lo quiere el uso, que es ¨¢rbitro, ley y norma del habla".
Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensora@elpais.es), o telefonearla al n¨²mero 913 377 836.
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