Madrid post
La noche de escrutinio electoral madrile?o pareci¨® dise?ada, m¨¢s que por Hitchcock, por el marqu¨¦s de Sade: por alguien empe?ado en administrar con sadismo goces y dolores a las personas interesadas en los resultados. Al final se volvi¨® al punto de partida, confirmando los pron¨®sticos de los sondeos: mayor¨ªa corta pero suficiente del PP, sin derrumbe de la izquierda. Pero faltan todav¨ªa explicaciones precisas sobre un recuento tan ins¨®lito, y sobran, en cambio, propuestas tan imaginativas como la de Rajoy de secuestrar la informaci¨®n hasta escrutar el 100% de las papeletas.
El PP jug¨® al fallo del contrario. Esperanza Aguirre se neg¨® a entrar en debates (o trifulcas) cuerpo a cuerpo, lo que seguramente le ha agradecido un electorado harto de la excesiva agresividad de la pol¨ªtica espa?ola. Simancas reconoci¨® con elegancia la victoria del PP, a diferencia de la cicater¨ªa mostrada en mayo por su contrincante, que esta vez ha abogado por un cambio de clima en las relaciones con la oposici¨®n.
De los resultados del domingo no se deduce que Zapatero no pueda ganar en marzo, aunque lo tiene m¨¢s dif¨ªcil que antes del 25-M. Entonces se consider¨® que una victoria en Madrid, en v¨ªsperas de las catalanas, era la llave que pod¨ªa abrirle las puertas de La Moncloa. La jugada de los desertores frustr¨® el primer objetivo, pero la repetici¨®n electoral no ha confirmado el hundimiento que hac¨ªa presagiar la desmoralizaci¨®n que afect¨® a las filas socialistas. El PSOE ha perdido un punto porcentual, pero su 38,96% supera en m¨¢s de tres puntos la media de las tres anteriores elecciones. Y hasta es posible que el equipo de Zapatero, al que todo le hab¨ªa rodado demasiado f¨¢cil, necesitara una advertencia como la producida, para afinar algo m¨¢s actitudes, programas y discursos.
La advertencia tambi¨¦n sirve para Simancas. Su limpia victoria de mayo le fue arrebatada injustamente, pero puede sostenerse que tanto ¨¦l como algunos de sus colaboradores dados a conocer por la crisis necesiten algo m¨¢s de rodaje antes de gobernar una comunidad como la de Madrid. Del mismo modo que, por ejemplo, fue una suerte para Aznar su derrota de 1993. Simancas demostr¨® ser un buen pol¨ªtico en las batallas internas que le permitieron alcanzar el liderato del PSOE en Madrid, y lo confirm¨® con su decisi¨®n de no aceptar, como le aconsejaba un sector de su partido, el regalo envenenado de Tamayo: votarle en la investidura si acced¨ªa a hablar con ¨¦l. Sin embargo, no supo contrarrestar la tendencia al desistimiento del sector m¨¢s dubitativo de su electorado potencial.
La abstenci¨®n no ha sido tan elevada como se tem¨ªa, pero s¨ª lo suficiente como para inclinar la balanza. Estudios acad¨¦micos solventes han demostrado que la propensi¨®n a la abstenci¨®n aumenta cuando crece el escepticismo ciudadano respecto a los pol¨ªticos ("todos son iguales") y respecto a la utilidad de la labor de la oposici¨®n. Y tambi¨¦n, que la abstenci¨®n afecta proporcionalmente m¨¢s al electorado de izquierda cuando el debate gira en torno a cuestiones ajenas al eje derecha/izquierda. Todo ello ofrece al PSOE pistas sobre la forma de retomar el hilo que rompieron los dos felones.
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