De selecciones, liga y poder pol¨ªtico
En lo de la creaci¨®n de selecciones catalano-andorranas estoy de acuerdo con Jordi Pujol, que expres¨® el lunes 20 en la ejecutiva de CiU la conveniencia de dejar de hablar sobre este asunto, que ya ha ganado por m¨¦ritos innegables un lugar destacado en los anales de disparates preelectorales. Que descanse en paz la an¨¦cdota. Y vayamos a la categor¨ªa. Porque lo m¨¢s relevante de la extinta propuesta de Artur Mas es que quiz¨¢ sea uno de los ¨²ltimos estertores de un modelo fracasado -el de la Catalu?a aislada- para abordar un gran reto: el juego de la selecci¨®n catalana en la liga del poder pol¨ªtico en Espa?a. Este episodio a?ade uno m¨¢s a la larga serie de errores de relaci¨®n con nuestros vecinos: superioridad hacia los valencianos, paternalismo con los baleares, indiferencia hacia los aragoneses y, ahora, trato seudocolonial a los andorranos.
La t¨¢ctica del Gobierno catal¨¢n en la pol¨ªtica espa?ola ha puesto siempre un ¨¦nfasis exclusivo en el modelo bilateral de relaci¨®n con el poder central. Como si se tratara de un largo torneo que juegan siempre dos, y s¨®lo dos: los gobiernos catal¨¢n y central. Y cada partido lo gana quien tiene m¨¢s fuerza en cada momento. Puede que un enfoque de este tipo fuese inevitable en los a?os siguientes a la recuperaci¨®n del autogobierno. Pero tras m¨¢s de dos d¨¦cadas de jugar sin aliados la liga del poder pol¨ªtico en Espa?a, la experiencia ense?a una lecci¨®n grave: aunque en periodos de debilidad relativa del poder central pueden lograrse algunos avances en el poder pol¨ªtico de Catalu?a, ¨¦stos son muy inestables. Y en otros periodos, aunque sean breves, en que la fuerza relativa cambia de lugar, los retrocesos pueden barrer avances que no se hab¨ªan consolidado.
Veamos el actual periodo de mayor¨ªa absoluta del PP en Espa?a. El Gobierno central dice que nunca las autonom¨ªas han gestionado tantos recursos financieros como ahora. Y es cierto, sobre todo para las comunidades que han recibido recientemente la transferencia de la sanidad. Pero este aumento de la descentralizaci¨®n administrativa se ha realizado mediante episodios de imposici¨®n pol¨ªtica del poder central que muchos cre¨ªamos superados en Espa?a. Porque, por ejemplo, por primera vez en la historia de nuestro sistema auton¨®mico, a finales de 2001 el Gobierno central oblig¨® a algunas autonom¨ªas a asumir una transferencia que no deseaban en los t¨¦rminos financieros planteados (o, mejor, decididos unilateralmente) por el Gobierno.
Hay ejemplos m¨¢s recientes. El Gobierno central ha interpuesto conflictos constitucionales contra los complementos de pensi¨®n de viudedad aprobados en algunas autonom¨ªas, entre ellas Catalu?a, con el argumento de que las personas viudas no deben percibir pensiones diferentes en funci¨®n del territorio en que residan. Sin embargo, ahora el Gobierno central se niega a aplicar mediante legislaci¨®n estatal sus propuestas de supresi¨®n del impuesto de sucesiones, que deja reservadas a la voluntad de cada comunidad al tratarse de un impuesto cedido. O sea que las personas viudas no deben percibir pensiones diferentes, pero s¨ª pueden soportar diferentes cargas tributarias por enviudar, seg¨²n d¨®nde vivan.
Es l¨®gica la idea de que la regulaci¨®n del impuesto de sucesiones sea auton¨®mica y no estatal, pues eso es lo que da contenido a la corresponsabilidad fiscal. Pero no parece tan l¨®gica la arbitrariedad del poder central al decidir qu¨¦ pueden hacer y qu¨¦ no las autonom¨ªas. Por esto, si bien es cierto que la descentralizaci¨®n administrativa ha aumentado en los ¨²ltimos a?os, tambi¨¦n lo es que se est¨¢ produciendo un proceso intenso de recentralizaci¨®n del poder pol¨ªtico. O, dicho en t¨¦rminos de consecuencias, el Gobierno central realiza cada vez m¨¢s imposiciones pol¨ªticas arbitrarias a las autonom¨ªas, mientras que ¨¦stas participan cada vez menos en la formaci¨®n de la voluntad pol¨ªtica en el ¨¢mbito estatal. En fin, ahora tenemos descentralizaci¨®n en la ejecuci¨®n y recentralizaci¨®n en la decisi¨®n. Me parece bastante claro que la selecci¨®n catalana no puede continuar aislada y solitaria en la liga del poder pol¨ªtico en Espa?a. Y aunque no la ¨²nica, ¨¦sta es una de las prioridades inaplazables para la pol¨ªtica catalana. El poder pol¨ªtico de Catalu?a se juega b¨¢sicamente en el terreno del poder pol¨ªtico en Espa?a. Por m¨¢s que, bien por convicci¨®n, bien por escapismo, algunos se muestren displicentes en este asunto y exhiban sus preferencias porcompeticiones internacionales, cuando a¨²n no hemos resuelto adecuadamente nuestro encaje en Espa?a. Al final, la liga es la liga.
Claro que, para abordar adecuadamente este reto, la selecci¨®n catalana necesita algunos cambios del propio terreno de juego. De ah¨ª, por cierto, la importancia de una reforma en sentido federal del Senado. Y tambi¨¦n necesita un nuevo entrenador. Alguien con perspectiva de liderazgo y con vocaci¨®n de juego en equipo. As¨ª quiz¨¢ consigamos que otros perciban que compartimos similares problemas y oportunidades en materia de infraestructuras, de m¨¦todos de gesti¨®n de las nuevas necesidades derivadas de la inmigraci¨®n, de participaci¨®n tambi¨¦n en las instituciones europeas, etc¨¦tera. Ser¨ªa bueno conseguirlo, porque un adecuado juego de alianzas es la mejor f¨®rmula para que los progresos, que nunca son f¨¢ciles, sean m¨¢s s¨®lidos y, por tanto, menos reversibles.
Germ¨¤ Bel es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Barcelona.
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