Hugh Thomas cree que el imperio espa?ol se forj¨® por azar, curiosidad, fe y fiebre del oro
El historiador relata las primeras d¨¦cadas de la expansi¨®n en Am¨¦rica, desde 1492 a 1522
Hugh Thomas (Windsor, 1931), el autor de las ya m¨ªticas La guerra civil espa?ola (dos tomos), Cuba, la lucha por la libertad (tres) y La conquista de M¨¦xico, ha viajado de nuevo 500 a?os atr¨¢s para relatar los primeros 30 a?os de la construcci¨®n del imperio cat¨®lico espa?ol, de 1492 a 1522. El imperio espa?ol. De Col¨®n a Magallanes (Planeta) narra con ameno rigor los hechos y traza los perfiles de los h¨¦roes y villanos que los protagonizaron. El imperio, dijo ayer el historiador brit¨¢nico, se forj¨® con una extra?a combinaci¨®n de "curiosidad, patriotismo, suerte, fe y fiebre del oro".
A lo largo de 700 p¨¢ginas, divididas en 10 libros, 38 cap¨ªtulos, 22 mapas y varios ¨¢rboles geneal¨®gicos de las familias m¨¢s importantes de la ¨¦poca, Thomas se detiene, con claridad entre ir¨®nica y did¨¢ctica, en los antecedentes pol¨ªticos, la ca¨ªda de Granada, la expulsi¨®n de los jud¨ªos, la enorme importancia de Isabel la Cat¨®lica en la unificaci¨®n interior y la posterior expansi¨®n exterior, la oscura llegada a Espa?a del oscuro marino Crist¨®bal Col¨®n, la decisiva recomendaci¨®n de sus exc¨¦ntricas ideas por el visionario cardenal Mendoza, la conquista de casi todas las islas del Caribe, el principio de la dominaci¨®n del continente en Dari¨¦n (Colombia), la involuntaria utilizaci¨®n de la s¨ªfilis local como arma de destrucci¨®n masiva del invasor, las primeras protestas de los dominicos por los malos tratos a los ind¨ªgenas, el inicio de la tarea pacificadora de fray Bartolom¨¦ de las Casas, las primeras tratas de esclavos (primero los americanos, luego los africanos), la llegada del emperador Carlos V al poder, la conquista de Cuba por Diego Vel¨¢zquez y de M¨¦xico por el "sutil" Hern¨¢n Cort¨¦s...
En la introducci¨®n, el autor cuenta que ha viajado por todos los sitios cruciales donde sucedi¨® (salvo Dari¨¦n, en manos de la guerrilla colombiana) y donde se cont¨® la historia, tanto de ac¨¢ como de all¨¢. En directo, explica que el imperio se forj¨®, sobre todo, gracias a la combinaci¨®n simult¨¢nea y m¨¢s o menos azarosa de cuatro o cinco elementos: "La curiosidad, el deseo de ver qu¨¦ hab¨ªa m¨¢s all¨¢ de ese cabo; la voluntad de gloria individual de muchos exploradores y el sentido patri¨®tico de otros; la b¨²squeda de fortuna, es decir, la fiebre del oro [el t¨ªtulo original de la obra, en ingl¨¦s, es Rivers of gold, R¨ªos de oro]; la pervivencia entre los militares del esp¨ªritu de novelas de caballer¨ªas como el Amad¨ªs de Gaula, y la evidente voluntad de ganar alg¨²n ind¨ªgena para el cristianismo".
Algunos de esos aspectos se cumplieron m¨¢s que otros, pero, sobre todo, en el resultado final, la conquista, influy¨® lo suyo la (mala) suerte: "Col¨®n fue mucho mejor marino que gobernador, y al principio s¨®lo quiso establecer algunos puntos comerciales, no colonizar nada. Tuvo que hacerlo porque perdi¨® la Santa Mar¨ªa. Naufrag¨®, y no le qued¨® m¨¢s remedio que asentarse en la ciudad de Navidad", cuenta Thomas.
?Conquista por accidente, entonces? "Alguien dijo que el Imperio Brit¨¢nico naci¨® en un momento de despiste colectivo de la naci¨®n, de ausencia de cerebro, y de hecho Col¨®n pens¨®, durante muchos a?os, que estaba en Indochina, Asia, y no en Am¨¦rica".
El libro de Thomas concede un papel fundamental a Isabel la Cat¨®lica, y llega a decir que ninguna mujer en la era del feminismo ha alcanzado logros tan grandes como los suyos: "Igual que pasa con Margaret Thatcher, las feministas quiz¨¢ no est¨¦n muy orgullosas de ella, pero lo cierto es que fue bastante m¨¢s eficaz que otra mujeres importantes, como la t¨ªa de Carlos V, la fascinante archiduquesa Margarita, o algunas princesas francesas. Isabel fue una gran mujer, de enorme voluntad y determinaci¨®n y gran inteligencia pol¨ªtica. Fernando era m¨¢s c¨ªnico, y aunque a la muerte de Isabel sigui¨® apoyando la aventura americana, s¨®lo ten¨ªa ojos para la Vieja Europa, N¨¢poles y Sicilia, feudos tradicionales de la familia. Ella prefiri¨® siempre el Nuevo Mundo. Cuando le hablaban de Am¨¦rica, Fernando sol¨ªa decir: "Eso son cosas de Isabel".
"Son un caso ¨²nico", a?ade, "un matrimonio que tuvo gran ¨¦xito en el poder. Y es curioso que no se haya repetido, pero quiz¨¢ los europeos podr¨ªamos copiar esa f¨®rmula tan imaginativa". Atenci¨®n especial merece tambi¨¦n en la obra el "ins¨®lito debate sobre los derechos de los indios". "?Extraordinario!", dice Thomas en su despacioso y bastante correcto espa?ol. "Los ingleses jam¨¢s hemos hablado de eso, siempre pensamos que est¨¢bamos involucrados en el imperio por razones filantr¨®picas. Nunca hubo discusiones por eso entre anglicanos y cat¨®licos o entre empresarios y pol¨ªticos. Y aunque los dominicos ganaron la batalla intelectual, los colonos triunfaron en la batalla f¨ªsica".
En ese debate tuvo un rol conocido el padre Bartolom¨¦ de las Casas, para Thomas el h¨¦roe del ¨²ltimo cuarto del libro. "Uno de sus secretos es que ten¨ªa gran encanto personal. Insist¨ªa en que el rey le recibiera y dec¨ªa: 'No me importa esperar, no tengo prisa, me da igual si es a las tres de la ma?ana, tengo mis libros, puedo leer'. Fue un gran viajero adem¨¢s, cruz¨® el charco muchas veces, y sus cr¨®nicas son muy importantes, aunque confusas y difusas".
Babelia
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