?Al abordaje!, o la importancia de una buena espada
EL PIRATA NEGRO (Douglas Fairbanks) o La isla de las cabezas cortadas (Geena Davis) pasando por cl¨¢sicos como El capit¨¢n Blood (Errol Flynn), El temible burl¨®n (Burt Lancaster), El cisne negro (Tyrone Power) o La mujer pirata (Jean Peters) evocan un tiempo en que aventureros de toda ralea surcaban los siete mares. En nuestra ¨¦poca, en la que proliferan los tiburones de las finanzas y el pirateo se realiza desde los despachos, tesoros, duelos a espada y abordajes parec¨ªan haber pasado a mejor vida.
No es as¨ª. Piratas del Caribe: La maldici¨®n de la Perla Negra, de Gore Verbinski, es una nueva recreaci¨®n de esos filmes de piratas que animaron nuestra ni?ez. La historia acontece en el mar Caribe del siglo XVIII y narra las andanzas del pirata Jack Sparrow (Johnny Depp) por recuperar su barco, la Perla Negra, robado por el malvado capit¨¢n Barbossa. De por medio un rapto: el de Elisabeth, la hija del gobernador ingl¨¦s de Port Royal, prometida del comodoro Norrington, y una maldici¨®n: Barbossa y su tripulaci¨®n est¨¢n condenados a vagar eternamente. El conjuro s¨®lo puede romperse si restituyen lo robado: las piezas de oro del fabuloso tesoro azteca de Moctezuma. Curiosamente, los filibusteros anhelan, en este caso, deshacerse del tesoro y descansar en paz.
"La hoja es de acero forjado con una filigrana de oro en la empu?adura. Perfectamente equilibrada. El engaste tiene el mismo ancho que la hoja". Alaba el gal¨¢n Orlando las virtudes de una espada reci¨¦n forjada, y es que todo corsario que se precie debe ser un buen espadach¨ªn. Ya nos dir¨¢n, si no, qu¨¦ ser¨ªa de estos filmes sin esos interminables e impagables duelos.
Quien emplea una espada, sea un soldado romano, un pirata o un sedicioso del Imperio gal¨¢ctico, desea, por lo general, transmitir la m¨¢xima energ¨ªa durante el choque y evitar, a su vez, los contragolpes en la mano. Cuando dos espadas colisionan, intercambian, como en todo choque, cantidad de movimiento (Ciberp@a¨ªs, 8-7-1999). A estos efectos, es lo mismo golpear con una espada de 2 kg que se mueve a una velocidad de 5 m/s que hacerlo con una espada de 1 kg a 10 m/s. Aunque la cantidad de movimiento transmitida es la misma, el resultado final puede diferir debido a que intervienen otras magnitudes como la energ¨ªa. La energ¨ªa cin¨¦tica de la espada de 2 kg es de 25 julios, mientras que la de la espada de 1 kg, de 50 julios. Si no hay rebote, la energ¨ªa suministrada por la espada m¨¢s ligera duplica la de la pesada. Seg¨²n la acci¨®n a realizar interesar¨¢ elegir un tipo u otro. As¨ª, el uso de una espada pesada aumentar¨¢ la precisi¨®n del golpe al poderla manejar con m¨¢s lentitud que una m¨¢s ligera. Si se desea producir el m¨¢ximo da?o, escogeremos una espada ligera con un r¨¢pido movimiento.
Por otra parte, para eliminar la molesta sacudida transmitida desde la empu?adura hasta la mano tras el choque, es indispensable que la colisi¨®n ocurra justamente en el centro de percusi¨®n. En este caso, la espada gira en torno a la empu?adura y la mu?eca no recibe impacto alguno. En las espadas debe controlarse tambi¨¦n el centro de gravedad o punto donde puede considerarse concentrado su peso. En objetos sim¨¦tricos y de densidad uniforme, los centros de gravedad coinciden con sus centros geom¨¦tricos. Para el resto, el centro de gravedad puede calcularse matem¨¢ticamente o localizarse experimentalmente. Colgado por uno cualquiera de sus extremos el centro de gravedad del objeto cae en la vertical que pasa por el punto de suspensi¨®n.
Para que una espada pueda manejarse bien, el centro de gravedad debe hallarse cerca de la mano que la empu?a. Algo que puede conseguirse recargando el pomo o eliminando masa de la hoja, estrech¨¢ndola hacia el extremo. Como hemos dicho, para evitar que la espada salte de la mano a cada golpe, es menester golpear al adversario a la altura del centro de percusi¨®n. Si el espadach¨ªn no quiere arriesgarse m¨¢s de lo necesario desear¨¢ que el centro de percusi¨®n est¨¦ lo m¨¢s lejos posible de su mano, a lo largo de la hoja. Un dise?o que, como explica J. M. Courty en Investigaci¨®n y Ciencia (julio 2003), empleaban, ya en el siglo XV, los mercenarios suizos y alemanes (lansquenetes). Sus espadas de dos manos (montantes) estaban provistas de unas varillas laterales (gavilanes) que alargaban la guarnici¨®n alejando el centro de percusi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.