Pilar
Nunca he ocultado que mi vocaci¨®n por las letras qued¨® determinada all¨¢ por el 78, cuando cursaba COU en el instituto Figueras Pacheco de Alicante. Fueron dos mujeres las que provocaron aquella inflexi¨®n que me condujo derecho a la Filolog¨ªa y a los avatares por los que ahora me muevo para ganarme el pan. De la primera, M? ?ngeles Claramunt, he dado amplia cuenta a lo largo de los a?os, entre otras cosas porque sus clases de literatura fueron el preludio de esa fascinaci¨®n que a¨²n me despierta la lectura de un buen libro, incluso la raz¨®n de buena parte de mi vida. Sin embargo, de la segunda, aunque no haya expresado p¨²blicamente mi deuda, existe un magisterio secreto, soterrado y seguro que me ha marcado m¨¢s all¨¢ de lo que yo mismo he llegado a suponer. Pilar Maestro irrumpi¨® en mi tiempo de aprendiz con una contundencia demoledora. Hasta aquel curso 78/79 mi estudio de la asignatura de Historia se hab¨ªa reducido a una paciente labor mnemot¨¦cnica en la que todo era l¨ªcito con tal de memorizar el nombre de las batallas, de sus h¨¦roes, sus monarcas y los m¨¢s suculentos episodios de ese pasado embutido en un libro de texto profil¨¢cticamente homologado para el uso escolar. Pero ella hizo a?icos la norma y nos arranc¨® aquella mansedumbre con que fuimos adiestrados. Le importaba bien poco nuestra aptitud para la repetici¨®n y la mimesis, para el empolle met¨®dico. La cuesti¨®n era tan otra como empezar a emplear interrogantes, no responder al c¨®mo sino al porqu¨¦, utilizar desinhibidamente el pensamiento, indagar en la Historia, s¨ª, pero sobre todo en la mano que la escribe y que la sirve en raciones sazonadas al gusto. Lo record¨® hace unos d¨ªas Pedro Ruiz, ex rector de la Universidad de Valencia y ex alumno asimismo de Pilar. Estuvo como yo en el homenaje que le brindamos en la Sede Universitaria de Alicante y la vimos emocionarse como entonces, sin que la voz le temblara en ning¨²n momento del discurso. No me cabe ninguna duda de que sin ella y sin todos los que han hecho de la democracia y la pedagog¨ªa una labor sin precio, una arriesgada forma de existir, el presente ser¨ªa un valle de corderos educados para el silencio.
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