Claro y luminoso hiperrealismo
"Los libros sobre el futuro me causan aburrimiento y exasperaci¨®n a la vez. ?A santo de qu¨¦ llenarse la cabeza de especulaciones acerca de lo que habr¨¢ de ser la humanidad en el a?o 20000, cuando lo m¨¢s f¨¢cil es que no sea en absoluto as¨ª?".
Como nos recuerda Doireann Macdermott en su excelente ensayo sobre la obra de Huxley, estas palabras fueron escritas por el autor de Un mundo feliz dos a?os antes de emprender la creaci¨®n de su novela m¨¢s popular, que para colmo iba a ser una novela de anticipaci¨®n.
Puede que, al hacerlo, Huxley cayera en una contradicci¨®n, pero la contradicci¨®n es una enfermedad end¨¦mica en los novelistas, como est¨¢ hist¨®ricamente demostrado. Da la impresi¨®n de que basta que un novelista diga que detesta cierto g¨¦nero de novela para que al a?o siguiente lo veamos empecinado en perpetrar una narraci¨®n de ese g¨¦nero que de forma tan manifiesta parec¨ªa aborrecer. Una tendencia gremial bastante inexplicable, a no ser que se tenga en cuenta que, para atacar un tema de verdad, antes hay que odiarlo con cierta virulencia como he llegado a pensar al acercarme a la vida de algunos escritores, y especialmente a la de Huxley.
Aunque vistas las cosas desde otra perspectiva, resultaba comprensible que Huxley acabara escribiendo una novela futurista. Le incitaba a ello su esp¨ªritu apocal¨ªptico, por no decir escatol¨®gico, detectable en casi todas sus novelas y muy especialmente en Contrapunto, que viene a ser una narraci¨®n sobre el presente existencial y el pasado biol¨®gico, ambos entremezclados y fundidos en una reflexi¨®n sobre la vida y la historia en la que se proyecta una visi¨®n m¨¢s bien sombr¨ªa del futuro y donde, como en Un mundo feliz, est¨¢ presente la utop¨ªa en uno o varios personajes que vienen a hacer de contrapunto a la normalidad enajenada.
La acci¨®n de Un mundo feliz se sit¨²a en el a?o 632 despu¨¦s de Ford, tras una guerra de Nueve A?os que ha acabado definitivamente con lo poco que quedaba de las antiguas costumbres y tradiciones, incluida la religi¨®n, y toda la reproducci¨®n humana se lleva a cabo in vitro.
Las criaturas ya no pasan por el vientre de la mujer: han dejado ese trabajo para los bi¨®logos, que, mediante manipulaciones gen¨¦ticas m¨¢s pr¨®ximas al mundo de las abejas que de los hombres, han ido creando cinco castas. La casta Alfa es la dominante, y la nutren los superdotados destinados a ser dirigentes; en cambio, la casta ?psilon est¨¢ compuesta por sujetos mentalmente disminuidos y que por lo mismo se encargan de los trabajos m¨¢s tediosos y serviles.
Como narraci¨®n en s¨ª, Un mundo feliz acusa los mismos problemas que otras novelas surgidas de la tradici¨®n sajona y germana que podr¨ªamos llamar de ciencia-ficci¨®n cr¨ªtica, y redunda en la misma fijaci¨®n: la tendencia a imaginar una humanidad demasiado homog¨¦nea y mecanicista en un futuro m¨¢s o menos medieval, con las mismas castas que en la Edad Media, si bien algo disfrazadas, y su mismo despotismo ecum¨¦nico, mezclado todo ello con los totalitarismos del siglo XX, que por razones evidentes aparecen impregnados de arca¨ªsmo.
Operaci¨®n narrativa que se observa tambi¨¦n en El juego de abalorios, de Hesse, y en Eumeswil, de J¨¹nger, si bien Huxley, como buen escritor ingl¨¦s, recurre m¨¢s al humor, aligera considerablemente el argumento huyendo de la figura del laberinto, y s¨®lo a veces la novela se convierte en ideolog¨ªa escatol¨®gica pura.
Otro elemento heredado de las visiones escatol¨®gicas de la Edad Media es el mito de la m¨¢quina como entidad diab¨®lica, que aqu¨ª se materializa en la "era Ford" y que sigue vigente en narraciones mucho m¨¢s recientes como 2001, una odisea del espacio.
Entre las virtudes que distinguen Un mundo feliz de otras novelas de anticipaci¨®n, puede que la m¨¢s notable sea su estilo, casi desenfadado y en la mejor tradici¨®n de la s¨¢tira inglesa, as¨ª como el riesgo que siempre supone aventurar situaciones futuras sin perder el pulso ni caer en delirios absolutos o simplemente obtusos, tan frecuentes en los cientos y cientos de novelas que surgen continuamente de la subcultura de la ciencia-ficci¨®n.
Por lo dem¨¢s, la relectura de Un mundo feliz sigue resultando estimulante, en parte porque Huxley la dot¨® de una especie de hiperrealismo de l¨ªnea clara y luminosa que hace muy visible todo lo que cuenta y que supone uno de los mayores aciertos de la novela. Si a eso a?adimos que Huxley estaba casi ciego, comprendemos mejor por qu¨¦ ese hiperrealismo al que me refiero preside buena parte de su obra y encuentra su campo m¨¢s abonado en Un mundo feliz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.