Un partido en ruinas
C¨®mo el partido de Winston Churchill, Harold Macmillan o Margaret Thatcher ha llegado a ser una casa en ruinas es uno de los procesos pol¨ªticos m¨¢s llamativos de la reciente historia brit¨¢nica. Por tercera vez en seis a?os, un l¨ªder tory -Iain Duncan Smith en este caso- ha sido destituido por sus colegas parlamentarios en una moci¨®n de confianza. Los conservadores ya han iniciado la selecci¨®n del sucesor, presumiblemente Michael Howard, ministro de Finanzas en la sombra, un proceso que tardar¨¢ en completarse. Pero m¨¢s que aspirar a un serio rival del laborista Tony Blair en las pr¨®ximas elecciones generales, la oposici¨®n deber¨¢ conformarse con elegir un jefe de transici¨®n que contenga la imparable ca¨ªda de popularidad del partido entre los ciudadanos.
Blair ha perdido una parte de su credibilidad, pero no habr¨ªa podido tener enfrente a un rival menos cualificado que Duncan Smith para aprovecharse de la situaci¨®n. El dirigente conservador defenestrado pasar¨¢ a la letra peque?a de la historia de su pa¨ªs con el raro bald¨®n de haber sido uno de los escasos l¨ªderes que no ha sido capaz de llevar a sus huestes a disputar una elecci¨®n general. En dos a?os al frente del partido ha sido tan incapaz de encandilar a la opini¨®n p¨²blica como de suscitar la lealtad de su grupo parlamentario. A su insostenible situaci¨®n ha contribuido el clima de conspiraci¨®n que reina en las filas tories desde finales de los a?os noventa. Ya a John Major, el sucesor de Thatcher, sus correligionarios le hicieron la vida parecidamente dif¨ªcil.
Todo no ha sido, sin embargo, fruto de la incompetencia manifiesta del l¨ªder destituido o de su exigua legitimidad. Bast¨® para su designaci¨®n poco m¨¢s de un tercio de los votos de sus parlamentarios, consecuencia a su vez del extravagante sistema electoral interno perfilado por su antecesor, William Hague. El problema de fondo del otrora gran partido, que corre el riesgo de ser sustituido como eje opositor por los liberales, es que los nuevos laboristas de Blair, con su viraje al centro, han arrebatado a los tories muchas de sus pol¨ªticas tradicionales y les han recortado su espacio pol¨ªtico.
El deterioro conservador tiene otra lectura negativa: la democracia brit¨¢nica se debilita con la ausencia de una formaci¨®n derechista eficaz. En este sentido, aunque saludable en s¨ª mismo, el intento de renovaci¨®n tras la expulsi¨®n de Duncan Smith no ofrece excesivas perspectivas. Salvo milagro, a lo m¨¢s que el hist¨®rico partido puede aspirar en el tiempo inmediato es a evitar la bancarrota total. Perder con relativa dignidad las pr¨®ximas elecciones generales parece por el momento el horizonte tory m¨¢s optimista.
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