Diplomacias de paz en vez de ataques anticipatorios
La preeminencia medi¨¢tica de los conflictos en Irak y en Israel / Palestina han restado visibilidad a los otros 22 conflictos armados que existen actualmente en el mundo, de los que s¨®lo se informa ocasionalmente y de forma un tanto injusta, pues las muertes, desplazamientos masivos y sufrimientos de muchos contextos no encuentran su espacio en los medios de comunicaci¨®n, especialmente cuando no hay im¨¢genes sobre ellos. Pero tan lamentable es este silencio como la poca atenci¨®n prestada a la intensa actividad negociadora que existe en al menos la mitad de estos conflictos armados, as¨ª como en otras situaciones conflictivas no resueltas todav¨ªa, en las que de momento no hay enfrentamientos de gravedad, pero donde las partes enfrentadas hasta el presente no han encontrado la manera de sellar una paz definitiva.
El car¨¢cter ofensivo y global de las nuevas doctrinas militares y antiterroristas impulsadas desde Estados Unidos, lejos de apaciguar el panorama internacional, est¨¢ bombardeando y minando un amplio espectro de diplomacias de paz que han dado buenos resultados en numerosas ocasiones y que se muestran m¨¢s adaptadas para abordar los contextos conflictivos del nuevo siglo. Una diplomacia de paz es lo contrario del simplismo, el reduccionismo anal¨ªtico, el exhibicionismo muscular y el comportamiento unilateral, tan apreciado por Estados Unidos y algunos de sus fieles aliados. La diplomacia de paz, por el contrario, entiende el fondo del conflicto y sus ra¨ªces, conoce los elementos simb¨®licos de los actores, busca alianzas para el tratamiento correcto del proceso, pone en marcha todo el espectro de modalidades de facilitaci¨®n, marca tiempos correctos, se esfuerza en encontrar lo aceptable para todas las partes, utiliza sabiamente la diplomacia paralela para posibilitar la prenegociaci¨®n, promueve medidas de confianza, conoce y respeta el contexto cultural de las zonas de conflicto y entiende el valor de los gestos de conciliaci¨®n, entre otros muchos aspectos.
En un reciente estudio (www.pangea.org/unescopau) hemos podido analizar con detalle algunos de los factores de crisis, de ruptura o deterioro en las negociaciones de paz que se han llevado a cabo a lo largo del presente a?o en 17 conflictos diferentes, con resultados realmente significativos, pues en la mayor¨ªa de los casos se trata de problemas con los organismos o las personas que llevan la mediaci¨®n, con la incapacidad de superar la desconfianza entre las partes, por problemas de inseguridad en el momento de negociar, por las violaciones al alto el fuego, diferencias en el contenido de la agenda, con dificultades para que los ej¨¦rcitos cumplan con sus compromisos, la negativa a ceder en aspectos sustantivos para alguna de las partes, por discrepancias en el reparto del poder pol¨ªtico o militar o por la interferencia negativa de terceros pa¨ªses.
Todos estos problemas tienen su ant¨ªdoto desde la actividad diplom¨¢tica, no desde la guerra y la violencia, y s¨ª en cambio apuntalando los procesos de mediaci¨®n, enviando equipos de observaci¨®n, ayudando a que los temas de la agenda sean claros y no queden sujetos a diferentes interpretaciones, dando medios para que el acantonamiento y la desmovilizaci¨®n de los combatientes se haga de manera correcta, con dignidad y sin humillar a nadie, etc¨¦tera. En este a?o 2003 hemos visto tres fracasos que convendr¨ªa analizar: Aceh (Indonesia), Israel/Palestina y Nepal. Hay muchos elementos comunes en los tres casos, como la inseguridad, la desconfianza o las incompatibilidades pol¨ªticas no resueltas en la negociaci¨®n (las demandas esenciales). En Israel/Palestina podr¨ªamos a?adir la cultura de la violencia asociada al historial de desconfianza, la din¨¢mica de acci¨®n-reacci¨®n (la necesidad de una respuesta inmediata), la asimetr¨ªa de poder militar contra la simetr¨ªa simb¨®lica de la capacidad de da?ar o la poca claridad del proceso mediador (el Cuarteto Diplom¨¢tico frente a la capacidad no usada de Estados Unidos para presionar a Israel). En estos conflictos, como en el resto, cabe preguntarse lo siguiente: ?puede lograrse la paz sin entender realmente lo que pasa, sin generar confianza y seguridad en el proceso, sin conocer lo que se quiere realmente y sin entender los elementos irrenunciables de cada parte o el da?o hecho por todos? Y, a continuaci¨®n, una segunda pregunta: ?son los medios militares los que podr¨¢n enderezar las cosas, o m¨¢s bien ser¨¢n estrategias pol¨ªticas, sociales y diplom¨¢ticas las que, con inteligencia y paciencia, podr¨¢n tejer caminos m¨¢s esperanzadores?
Pongamos otro caso: Corea del Norte y EE UU. El primero opta por una estrategia singular, con uso de la amenaza, la exigencia y el farol, pero con una demanda relativamente simple de entender: quiere garant¨ªas de no agresi¨®n y ayuda energ¨¦tica. El segundo no entiende la estrategia coreana y organiza movimientos militares amenazadores, sin comprender que en este contexto la principal estrategia es la de entender los elementos simb¨®licos. De nuevo es la diplomacia, la multicultural en este caso, la que tiene la oportunidad de marcar una pauta de salida, con la ayuda de Corea del Sur y los pa¨ªses vecinos, y todos en complicidad para desarrollar numerosas medidas de confianza.
Un segundo caso podr¨ªa ser el contencioso de India y Pakist¨¢n por Cachemira. Ambos pa¨ªses estimulan medidas de confianza, se intercambian comisionados de paz y se hacen propuestas, pero no hay una presi¨®n exterior de suficiente calado para poner en marcha su propia "hoja de ruta". Contrariamente, Estados Unidos, Rusia e Israel suministran armamentos a un pa¨ªs u otro, haciendo lo contrario de lo necesario y bloqueando as¨ª los intentos de acercamiento de ambos pa¨ªses.
Hay m¨²ltiples ejemplos de "malas paces", o "paces de alto riesgo", con frecuencia en pa¨ªses con grandes riquezas naturales, donde la "falsa paz" es sin¨®nimo de reparto del bot¨ªn econ¨®mico o del poder pol¨ªtico y garant¨ªas de impunidad como en Angola, Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo, Burundi, Somalia o Sud¨¢n. Son procesos de paz sumamente fr¨¢giles, donde la poblaci¨®n civil ha sido ignorada, por lo que en ning¨²n caso un acuerdo implica paz, sino respiro moment¨¢neo en las hostilidades, y donde los donantes, los mediadores o las compa?¨ªas petroleras que est¨¢n a la espera de sacar provecho presionan a un ritmo superior al que puede soportar la sociedad para lograr la reconciliaci¨®n, lo que garantiza rebrotes de violencia en el pr¨®ximo futuro. Varios pa¨ªses tienen tambi¨¦n sus procesos de paz embarrancados por el mal tratamiento que han dado al tema terrorista (Sri Lanka, Nepal, Filipinas, Chechenia, Indonesia), perdiendo oportunidades para que varios grupos armados puedan entrar en la lucha pol¨ªtica normalizada si se les dan garant¨ªas de seguridad, se les da reconocimiento pol¨ªtico y se acepta discutir los temas de fondo. De nuevo, lo que falla es la pol¨ªtica, la creatividad de la diplomacia y una estrategia de paz, que no es m¨¢s que una mirada no patriarcal, bruta, violenta y primaria de los conflictos.
Naciones Unidas, con sus mil defectos estructurales, de acci¨®n o de omisi¨®n, entiende bastante de todo lo que explico, por el simple hecho de que ha acumulado una experiencia negociadora como ning¨²n pa¨ªs. No es el momento, por tanto, de despreciar o ignorar este organismo, sino de ver c¨®mo se aprovecha su experiencia, sus activos y sus negociadores, con los aportes que bastantes pa¨ªses pueden hacer de manera c¨®mplice para engrandecer la diplomacia de la paz, hoy enana, sin recursos econ¨®micos e incluso desacreditada. En estos momentos en que la Uni¨®n Europea est¨¢ discutiendo su futura pol¨ªtica y estructura en defensa y seguridad, ser¨ªa oportuno que hiciera la apuesta por una diplomacia de la paz de verdad, y no apostara, en cambio, por el falso suced¨¢neo de tener unos cuantos hombres musculosos entrenados con el imposible prop¨®sito de "imponer la paz". Necesitamos cascos azules o su equivalente para situaciones de clara emergencia, sin duda alguna, pero su presencia s¨®lo evidenciar¨¢ las carencias de una diplomacia de paz que habr¨ªa de configurarse como el sello de marca de una Uni¨®n Europea que apuesta por el equilibrio, la justicia, la equidad y la prevenci¨®n de la violencia a escala planetaria. El callej¨®n sin salida del Irak de ahora no es m¨¢s que el s¨ªmbolo, la met¨¢fora real, de los conflictos de hoy y del pr¨®ximo futuro, necesitados de una nueva mirada pol¨ªtica y de una nueva diplomacia de paz, alejada completamente de la rapi?a, el neocolonialismo y el neoimperialismo en boga. A diferencia del pasado, la pol¨ªtica de paz del siglo XXI no se basar¨¢ en h¨¦roes, mitos, haza?as b¨¦licas y musculatura, sino en la inteligencia, la comprensi¨®n de los fen¨®menos, las alianzas globales, la capacidad de compartir retos, el di¨¢logo con los adversarios, la satisfacci¨®n de las necesidades b¨¢sicas, la justicia social, el pensar en las futuras generaciones y la capacidad para escuchar y reparar los reclamos de los dem¨¢s. No es tarea f¨¢cil, pero el fortalecimiento de una diplomacia de paz es mucho m¨¢s sensato que continuar apostando por la l¨®gica de la muerte, la desconfianza y la destrucci¨®n mutua.
Vicen? Fisas es director de la Escola de Cultura de Pau (UAB).
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