La represi¨®n de los reformadores en Espa?a
LA CURIOSIDAD de Hans K¨¹ng por Espa?a es notoria y viene de lejos: en la primavera de 1957, con apenas 28 a?os, pas¨® dos meses en Madrid aprendiendo espa?ol e investigando cada d¨ªa sobre Hegel en la Biblioteca Nacional. Recuerda ahora: "En la vida p¨²blica el visitante de fuera apenas notaba nada de la dictadura, si se except¨²an la presencia policial y unos medios de comunicaci¨®n sometidos a una estricta censura y, en consecuencia, carentes de inter¨¦s. Pero si se indagaba algo m¨¢s: ?la Iglesia?, privilegiada por el Estado; ?los obispos?, propuestos por Franco, sin apenas contacto con el mundo moderno; ?los sacerdotes?, educados desde peque?os en seminarios; ?la fe del pueblo?, mezclada con supersticiones".
El joven K¨¹ng visita Barcelona, Toledo, Segovia y, sobre todo, ?vila, "?la Edad Media en vivo!". "Qu¨¦ f¨¢cil zambullirse all¨ª en la ¨¦poca de la gran m¨ªstica Teresa, perseguida por la Inquisici¨®n, objeto de nuestras lecturas de comedor en Roma". Conoce a Carlos Santamar¨ªa, el organizador de las Conversaciones Cat¨®licas de San Sebasti¨¢n, que le presenta al historiador Ignacio Telechea, autor de una imponente tesis sobre el dominico Bartolom¨¦ de Carranza, el arzobispo de Toledo acusado por la Inquisici¨®n de luteranismo por defender la lectura de la Biblia por los laicos. "Diecisiete a?os enteros, casi hasta su muerte, se consumi¨® este gran hombre de la Iglesia en la c¨¢rcel de la Inquisici¨®n. Las tendencias reformadoras en Espa?a, reprimidas desde muy pronto", dice K¨¹ng.
Tambi¨¦n habla mucho con colegas te¨®logos: sobre Roma, sobre la Iglesia espa?ola y, ya entonces, sobre "la congregaci¨®n secreta, rica en dinero, de un catolicismo fascistoide y hasta entonces por m¨ª desconocida: del Opus Dei, a la que en el pa¨ªs se le llama con frecuencia Octopus Dei (pulpo de Dios), porque atrae con sus tent¨¢culos la banca, los negocios y el Gobierno".
A?ade K¨¹ng sobre aquella Espa?a: "Ciertamente, en 1957 no pod¨ªamos so?ar que el fundador del Opus, al que muchos testigos se?alan como vanidoso, arrogante y amante del poder, el sacerdote Jos¨¦ Mar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer y Alb¨¢s, en un tiempo r¨¦cord, eludiendo las normas, fuera a ser proclamado santo en 2002 por un Papa polaco. Ni tampoco, que ese mismo Papa, sesenta a?os despu¨¦s de la Guerra Civil, fuera a canonizar de un golpe a 2.302 m¨¢rtires cat¨®licos, sin ni siquiera hacer menci¨®n a las omisiones de la Iglesia en la cuesti¨®n social, de su toma de postura partidista en aquella guerra, ni de los m¨¢rtires socialistas responsabilidad de las tropas nacionalistas".
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